







Temprano en la mañana del domingo los peronistas que recorrían la Primera Sección Electoral (norte del conurbano bonaerense) advertían un dato llamativo: no se veía a varones jóvenes de clase medias baja y baja yendo a votar. Ya había sido notoria la ausencia de ese grupo etario durante la campaña, por lo que las suspicacias empezaron a ser acompañadas por sonrisas. ¿Era posible que el núcleo duro, la base monolítica de apoyos de Javier Milei, los que lo hicieron presidente en el 23, no estuviera yendo a votar? Los llamados se empezaron a cruzar de escuela a escuela. La encuesta abarcaba a fiscales generales y hasta policías: “¿Están viniendo los pibes jóvenes a votar?” La respuesta en todos los casos: no. Con ese dato en la mano, sobre el mediodía, el peronismo se empezó a envalentonar.


Reconstruir con detalle la demografía del voto lleva tiempo, porque principalmente se hace a través de encuestas. En la provincia de Buenos Aires esos datos estarán disponibles durante las próximas semanas. Pero las elecciones anteriores ya habían mostrado movimientos similares. Lo detalló así el politólogo Mario Riorda: “Quiero decirlo con contundencia, con datos de muchas provincias que he estudiado en estos días: se ha desplomado el apoyo juvenil a Milei. Son un montón de provincias donde el voto joven ya votó –lo vimos en Corrientes y hoy en Buenos Aires– a opciones diferentes a LLA o bien no votó y prefiere, desilusionado, el ausentismo”.
Las primeras conclusiones posteriores de la elección van en sintonía con la percepción en las escuelas del conurbano norte. La consultora AdHoc evaluó en su último informe que, si bien “el peronismo sumó algunos votos y se mantuvo dentro de su piso electoral alto comparado con 2021”, finalmente la magnitud de la victoria de Fuerza Patria sólo se explica por “la desmovilización del votante no peronista”. Y para ello aparecen dos causas: la primera es el ausentismo, que se viene repitiendo en las elecciones provinciales del 25 y que, el último domingo, no afectó uniformemente a los competidores. Según la consultora que dirige Javier Correa, comparando con 2021, esta elección tuvo 1.650.000 más ausentes. La segunda causa tiene que ver con un defecto de estrategia electoral: la alianza LLA+PRO no fue eficaz para retener a la totalidad de los votantes de ambas fuerzas por separado. Violetas y amarillos perdieron, juntos, casi un millón de votos en los últimos cuatro años. Y sin contar los votos que se llevó Somos, esa sangría es de un millón y medio.
Algo similar observó el investigador del Conicet y analista de datos Rodrigo Quiroga. “Disculpen, pero se leen análisis muy malos de la elección de ayer. El peronismo no hizo una gran elección. Lo que sucedió es que LLA perdió 2 millones de votos”, señaló en un posteo en X. Con una participación más baja que en las dos elecciones anteriores, el peronismo sostuvo a grandes rasgos su caudal de votos, pero los libertarios y los macristas juntos no lograron lo propio.
Fuente: Rodrigo Quiroga
Sólo un dato más para completar el panorama: según observó el economista Nicolás Dvoskin, la alianza LLA+PRO perdió uno de cada tres votos que obtuvo en la provincia de Buenos Aires entre el ballotage de 2023 y la elección de este domingo. “El derrumbe es mayor al de Alberto Fernández entre 2019 y 2021, quien con pandemia perdió uno de cada cinco votos”, comparó.
¿Fue el armado electoral de Karina Milei y Sebastián Pareja lo que desencantó a esos jóvenes, y por eso el Presidente prometió correcciones en la estrategia política? ¿O fue la crisis económica lo que los desencantó y desenganchó del gobierno libertario –al menos en esta elección– y el Presidente debería tomar nota antes de prometer sostener el rumbo fijado sin ninguna revisión? La mayoría de los datos disponibles abonan la segunda hipótesis. La mejor elección del peronismo tuvo lugar en uno de los territorios más pobres de la provincia, la Isla Maciel; mientras que la mejor elección de los libertarios sucedió en los distritos más ricos, como San Isidro y Vicente López.
Las consultoras de análisis económico venían detectando un contexto excesivamente anómalo para la previa de una elección. Inédito. De caída de la economía, caída de los salarios, caída en el poder de compra de las familias, caída de las jubilaciones y suba en la morosidad, entre otras cuestiones. Mientras la mayoría de los encuestadores auguraba un empate técnico o una elección pareja, los números de la economía ya daban señales de alerta que nadie en el Gobierno decidió oír.
En el mes y medio que queda hasta las elecciones de medio término, Milei podría intentar corregir una situación económica que es difícil para todos y cruel con las personas de clase media baja o baja. Llamativamente, en su discurso de aceptación de la derrota, prometió que habrá cambios sólo de estrategia política y que el rumbo económico se mantendrá inalterable. Si cumple su palabra, será muy difícil para el Gobierno tener un buen resultado a nivel nacional.
Por Noelia Barral Cricera / El Destape







