Hacia el síndrome del 3er año

Actualidad08/09/2025
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Si todos los gobiernos sufrieron el síndrome del tercer año, el de La Libertad Avanza luce aún más complejo. De la Rúa directamente no pudo trascurrir más de un mes de su tercer año tras perder las elecciones de medio término en 2001.

También después de perder las elecciones legislativas, Cristina Kirchner comenzó en 2014 su tercer año y su declive al devaluar 22% en ese enero con Juan Carlos Fábrega como presidente del Banco Central y Axel Kicillof como ministro de Economía.

El tercer año de Macri también marcó el derrumbe de su presidencia a pesar de haber ganado las elecciones de medio término en 2017. Y Alberto Fernández, que había alcanzado índices de aprobación cercanos al 80% en medio de la pandemia, tras perder en 2021 las elecciones legislativas sufrió en su tercer año la renuncia de su ministro de economía y el virtual traspaso del poder a Sergio Massa.

A Milei le faltan 93 días para siquiera llegar al comienzo de su tercer año, pero la enorme derrota que sufrió ayer anticipa ahora otra cuenta: los 49 días que faltan para las elecciones nacionales del 26 de octubre.

Cuando LLA esperaba una diferencia menor al 5% a favor del peronismo en la provincia de Buenos Aires, apostaba a que esta votación de ayer fuera una especie de primera vuelta. Como cuando en 2023 Sergio Massa le ganó a Javier Milei con 7% de diferencia para luego darla vuelta en octubre con 11% a favor del electo presidente.

Este octubre no será como aquel esperado balotaje. Es muy diferente porque aquel candidato es ya este presidente del que se conocen las consecuencias de sus políticas económicas. Igual mantienen la expectativa de mejorar el resultado en octubre apostando a que los intendentes peronistas no movilicen sus recursos al no estar en juego sus territorios y, además, por carecer de candidatos a legisladores nacionales como en otras oportunidades. Pero una diferencia a favor del peronismo de más de 13 puntos no puede asignarse solamente a la capacidad de movilización de los intendentes. Por lo cual, en los 49 días hasta las elecciones del 26 de octubre, es probable que haya más malas que buena noticias tanto en el campo económico como en las denuncias de corrupción.

el-presidente-javier-milei-reconocio-hoy-la-derrota-electoral-20250907-2094992Se especula con el anticipo de los cambios de Gabinete antes del 26 de octubre

Igual, y más allá de las desmentidas, se especula con el anticipo de los cambios de Gabinete antes del 26 de octubre, los que se esperaban para el tránsito entre esa fecha y el 10 de diciembre. Los ministros que faltaban en el escenario junto a Milei en el bunker de Gonet abrieron especulaciones de todo tipo.

Que Javier Milei reconociera errores en su discurso de anoche pareciera orientarse a creer que estos estuvieron relacionados con la estrategia electoral o de comunicación porque inmediatamente después sostuvo que se mantendrá (y redoblarán) las políticas que son, casualmente, las que lo llevaron a esta derrota electoral.

Se inicia entonces un camino sinuoso en el oficialismo sobre qué corregir y qué mantener para iniciar el fatídico síndrome del tercer año cuando la gran mayoría los gobiernos se quedan sin oxígeno, cuando las esperanzas que les dieron origen se esfuman ante el contraste de los resultados, cuando hasta por lo mismo que eran aplaudidos son criticados.

En su discurso, Milei le atribuyó el triunfo a la eficiencia del aparato territorial del peronismo, cuando hace treinta años que el peronismo no gana en las elecciones de medio término. El 47% del peronismo es un récord que trasciende al peronismo. Los candidatos del peronismo son el vehículo que encontraron los votantes, no solo los peronistas, para castigar a Javier Milei y sus políticas.

Con las mismas políticas, Milei no cosechará otros resultados y si el tercer año ha sido muy complejo aun para quienes ganaron las elecciones de medio término como Mauricio Macri, los pronósticos para 2026 son muy sombríos.

Con la dificultad agregada de que ahora sí tiene un candidato presidencial enfrente, con un Kicillof que triunfó dos veces: sobre Milei y sobre Cristina Kirchner. El cántico “Axel conducción” repetido varias veces, más el hecho de que en el escenario en La Plata no tuviera protagonismo La Cámpora y, más simbólico aún, que el presidente del PJ bonaerense, Máximo Kirchner, ni apareciera (inverosímil la excusa de que tenía que quedarse con la madre), indican claramente que el peronismo ya resolvió sus PASO 2027.

Contrastó la menor visibilidad de Grabois en el escenario, el otro ahijado político de Cristina Kirchner y aspirante a competir eventualmente (a lo Boric) por la candidatura presidencial, en contraste con la de Sergio Massa, a quien hasta 2023 se lo imaginaba un competidor del gobernador bonaerense por la candidatura presidencial del peronismo y ahora parece como un importante aliado.

Milei tendrá otro economista de su talla (ya no el “enano soviético” sino su competidor por la presidencia) como contendiente en el debate público siendo la economía y las consecuencias de las políticas económicas del Gobierno el núcleo de la controversia. Ahora que sobre La Libertad Avanza pesan creciente denuncias de corrupción, no podría surgirle peor oponente por la fama de honestidad de Kicillof en contraste con la de muchos funcionarios del gobierno de Néstor y Cristina Kirchner.

Camino empinado el de Milei, el argumento de que este 34% es un piso se destruye sumando los votos de Milei más Patricia Bullrich en las elecciones de 2023 en la provincia de Buenos Aires que superaron el 50%. Más que un ascenso, como quiso vender Parejas, fue un claro descenso. Valdrá ver lo caro que le cobrará el PRO sus votos a partir de diciembre en el nuevo Congreso cuando ya la ilusión de tener un tercio de diputados propios de LLA se haya terminado de desvanecer.

Un párrafo aparte merece la eficacia de las encuestas como herramientas de medición que tan consistentemente mostraban un apoyo a Milei cercano al 50%, cuando en cada una de las elecciones provinciales de 2024 obtenía alrededor de 30%. Y qué bueno que se pueda votar cada dos años para poder comprobar realmente cuál es el apoyo que cuentan las políticas de un gobierno.

Por Jorge Fontevecchia / Perfil

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