







El programa económico pone a la desinflación por encima de cualquier otro objetivo. Sin embargo, el esquema “quedó rengo”, según analiza una consultora privada que advierte: el Gobierno no puede garantizar el control del tipo de cambio y reposa principalmente en el ancla a los sueldos para calmar precios. El salario de bolsillo cayó 5,5 por ciento en apenas 4 meses y se profundiza la heterogeneidad en los ingresos. Esto tiene un correlato sobre la demanda agregada que crece esencialmente por un efecto estadístico.


Si bien el Ejecutivo afirma que los pilares del sistema de precios son la política fiscal y la monetaria, en realidad lo que explica centralmente el éxito desinflacionario fue el sostenimiento del tipo de cambio y el freno a la puja salarial, advierten desde CP Consultora. “Mientras el gobierno logró tener bajo control esas dos variables, se consolidó la desinflación. Ante el evidente debilitamiento del ancla cambiaria, el esquema desinflacionario con dos patas (cambiaria y salarial) quedó rengo. Solo sobrevive el ancla salarial, imponiendo un sesgo recesivo al programa”, sostienen en el último informe de coyuntura.
Con un ancla cambiaria debilitada y una salarial tan rígida, los límites a los ingresos reales se hacen cada vez más evidentes y los efectos en el consumo y la demanda agregada convalidan mes a mes la tendencia al estancamiento.
Los datos del EMAE de mayo confirman esta hipótesis. De acuerdo con el Instituto Argentina Grande (IAG), luego del rebote inicial en el primer trimestre del año, el impulso de la actividad económica es débil. En la variación mensual desestacionalizada el EMAE se contrajo 0,1 por ciento en mayo, mientras que el crecimiento anual se ubica en 4,6 por ciento en esta misma medición, pero 4 puntos corresponden al arrastre estadístico, según calcularon.
A nivel sectorial las únicas actividades que están por arriba de 2023 son la minería y la agricultura. Mientras que siguen por debajo de esos niveles la construcción y la industria, advierten desde IAG.
Por el lado de los trabajadores, los datos recientes de salarios efectivos son contundentes. “En el comienzo de 2025 se verificó una caída histórica, que contrarrestó una parte importante del aumento de los ingresos de 2024. El salario real, luego de estar 4 puntos arriba de noviembre de 2023, en la última medición se sitúa 1,4 por ciento por debajo”, afirman desde CP. En apenas cuatro meses el salario de bolsillo (registrado) cayó 5,5 por ciento.
Cuando se analiza la evolución de los salarios en comparación con otros precios de la economía también se advierte un retraso. Los precios que más subieron desde el cambio de gobierno fueron los de los servicios públicos regulados -producto de la quita de subsidios y de los aumentos tarifarios-, que acumularon un aumento del 34 por ciento, según el IAG. Y en segundo lugar están los servicios -categoría más amplia que contempla a los servicios públicos y a otros conceptos como el alquiler, prepagas y educación privada- con un aumento del 27 por ciento. Pero los salarios en promedio no logran acompañar la suba general de precios.
Esto aparece asociado a que la recuperación económica de la segunda mitad de 2024 no tuvo un correlato en la creación de empleo registrado en el sector privado. “El nivel de actividad económica ya superó con creces los niveles de noviembre de 2023 pero la economía solo pudo recuperar un 20 por ciento de los puestos perdidos”, afirman desde CP. Según sus cálculos, las contrataciones de personal en el sector privado están en niveles del piso de la crisis de 2009 o del promedio de 2018-19, en contextos de estancamiento.
La pérdida de puestos asalariados y su reemplazo por más cuentapropistas (muchas veces empleo en plataformas) es un aspecto señalado por varios analistas de empleo, entre ellos Federico Pastrana, director de CP. Esto “no es trivial para el bienestar de los hogares ya que implica una pérdida de ingresos, y ese efecto no solo impacta sobre la calidad de vida de los hogares, sino también sobre la demanda agregada”, agrega el especialista.
El salario efectivo no se recupera sino que cae. Desde la consultora identificaron cuatro factores detrás de esta tendencia: i) la recuperación económica parece haber llegado a su fin (estancamiento de la actividad que no demanda trabajar más horas sino menos); ii) los dólares escasean (mayor volatilidad cambiaria); iii) la desinflación es más limitada, y iv) el gobierno impone una pauta salarial más exigente.
Por María Pedrazzoli / P12







