Desinflación en marcha, sostenibilidad en duda

Economía10/07/2025
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La apuesta del Gobierno continúa siendo bajar los índices inflacionarios. Más aún, en miras de las próximas elecciones. Este es un punto que ha conflictuado al país sobremanera en los últimos años y que el actual programa económico viene resolviendo, luego de experimentar en los primeros meses de su gestión elevadísimas tasas de inflación tras devaluar la moneda nacional en más de un 110%. 

Pero, cuando de economía se trata, nada es tan fácil como parece. Y, cuando creemos que se acomoda una cosa, si no planificamos correctamente, puede que se desacomode otra. Ahí es cuando aparece el problema de la “sabana corta”.

 Actualmente, mientras que los esfuerzos se concentran en bajar la inflación, quedan varios frentes desatendidos igual de importantes, y que ponen en peligro el objetivo inicial: la dificultad para acumular reservas, las consecuencias de mantener el tipo de cambio apreciado (vía intervención en el mercado de futuros) y la presión que ejerce la deuda pública.

La cuenta que preocupa

Desde la liberación del cepo y la puesta en marcha de la flotación cambiaria entre bandas, el Gobierno no intervino en el mercado cambiario dado que el tipo de cambio no superó el tope ni perforó el piso. Sin embargo, se conoció que, entre abril y mayo de este año, el Banco Central vendió contratos de dólar futuro por aproximadamente USD 1.950 millones con la intención de evitar que la cotización de la divisa norteamericana se incremente. 

De cualquier forma, esto generó un atraso en el valor del dólar que, si bien está pensado para contener la inflación, conlleva otros daños colaterales como las dificultades para aumentar las reservas internacionales y el notable incremento en las importaciones. 

Datos de INDEC señalan que, durante el primer trimestre de 2025, la cuenta corriente registró un déficit de USD 5.191 millones, lo cual contrasta con el superávit de USD 176 millones que tuvimos en el mismo trimestre del año anterior. Este saldo en rojo se explica a partir del déficit en la balanza de servicios del USD 4.502 millones, el resultado negativo en las rentas de la inversión de USD 3.312 millones y el superávit en la balanza de bienes de USD 2.060 millones, tendencia que continuó en los meses venideros. 

Haciendo foco en las exportaciones de bienes y servicios, lo que sucede es que, con el tipo de cambio actual, la salida de dólares por turismo se incrementó notablemente, resultando apenas compensada por el ingreso de dólares provenientes de las exportaciones en materia energética.

Todos quieren sus dólares
 
Es difícil no preguntarse por la sostenibilidad del modelo, cuando vemos las velocidades en las que avanzan los componentes macroeconómicos.

En el primer trimestre de este año, el PBI mostró un muy buen desempeño del 5,8%. Esto es meritorio, luego de un año como el 2024 donde solo uno de los cuatro trimestres logró presentar un saldo positivo en términos interanuales. Ahora bien, mientras que, en el primer trimestre de 2025, la economía crecía en el orden del 5,8%, las importaciones lo hicieron en un 42,8%. 

Un nivel de compras al exterior que evoluciona con tal celeridad genera incertidumbre, no solo por las dificultades para financiar el déficit en el balance de servicios, sino por el cronograma de vencimientos de deuda de Argentina. Un reciente informe del Banco Provincia señalaba que el Estado Nacional tiene que cancelar compromisos de deuda de 2026 y 2027 por montos que superan los USD 30.000 millones, los cuales ascenderían a casi USD 40.000 millones si se consideran los pendientes de la segunda mitad de este año.

A la vez, en las últimas dos semanas y media, cuestiones coyunturales como el fallo de YPF, el comunicado del J.P. Morgan (donde recomendaba vender posiciones en pesos advirtiendo la volatilidad argentina), la permanencia como mercado “standalone”, la mayor demanda minorista de dólares (por aguinaldos y vacaciones de invierno) y los interrogantes antes planteados desencadenaron una suba del dólar del 8,5%, equivalente a 100 pesos argentinos. 

Argentina ya cuenta con desembolsos del FMI y otras entidades, así como con la emisión de bonos, pero este caudal no es suficiente para sostener el actual tipo de cambio y para hacer frente a sus compromisos financieros. Necesariamente, deberá producirse un fuerte ingreso de capitales para mantener este esquema y cumplir con los vencimientos que le esperan al país en 2026 y 2027.

En síntesis, la estrategia de desinflación ha mostrado resultados concretos, pero su sostenibilidad dependerá de la capacidad para corregir los desequilibrios que se amplifican en paralelo y de la atracción de nuevos capitales, dibujándose un panorama bastante ambicioso. 

El verdadero desafío, entonces, no es sólo estabilizar precios, sino hacerlo de manera integral y sin comprometer la sostenibilidad del esquema macroeconómico a mediano plazo. ¿Tendrá el Gobierno la capacidad para lograr.

Por Noelia Abbate / BaeNegocios

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