







Mi columna en Invertia de esta semana se titula «La IA caníbal» y pretende explicar lo que ocurre cuando se plantea la implementación de inteligencia artificial en una compañía, en función de las actitudes que se adoptan para ello.


La metáfora en modo «Siniestro Total» surgió leyendo una pieza de TechCrunch sobre la nueva estrategia de Khosla Ventures: no financiar start-ups, sino comprar empresas maduras y «re-ensamblarlas» atiborrándolas de IA hasta los topes.
La imagen es potente, y la conocía porque para algunos de esos proyectos han contratado a ex-alumnos míos que me lo han comentado: un inversor que engulle compañías enteras, digiere sus procesos y los regurgita convertidos en flujos de agentes autónomos. Ese «devorar por los pies» del primer párrafo pretendía transmitir exactamente eso: velocidad más falta de escrúpulos.
Hace meses que varios antiguos alumnos de MBA, ahora en fondos de private equity, me contaban que buscaban «targets» de compra con un solo criterio: cuánto legacy podían arrancar y sustituir por modelos generativos. El artículo cristaliza esas conversaciones. Que Khosla lo verbalizara en público fue la señal de que el fenómeno dejaba de ser anécdota para convertirse en tendencia digna de ser estudiada.
Para ilustrar el riesgo humano cité el caso de Amazon sobre el que escribí hace poco y su deriva hacia el copy-paste asistido. Documentos internos filtrados describen Kiro, un agente que genera código «en tiempo real» y convierte al desarrollador poco menos que en corrector de sintaxis. La idea de pedir al mejor talento ingenieril del planeta que se convierta en un simple lineman que pega bloques vomitados por un modelo es, sencillamente, matar la vocación. En los comentarios del artículo, varios lectores que trabajan en Seattle me confirmaron que el problema no es hipotético: los senior vuelan y los junior rechazan ofertas que hace cinco años habrían firmado con los ojos cerrados.
Claramente, «Attention is all you need»… hasta que no lo es. En el texto original dedico un par de párrafos a recordar que los LLM siguen siendo máquinas de completar tokens. Esa limitación, brillante para traducir o para autocompletar, e inadecuada para tareas que exigen verificación, explica las alucinaciones de las que luego nos quejamos. Wired hizo un repaso magnífico al fenómeno de las «librerías fantasma» que se cuelan en el código generado, con el consiguiente riesgo de ataques a las cadenas de suministro. ¿Moral? Si tu pipeline de producción no incorpora «humanos con tiempo y autoridad para decir no», estás invitando al desastre.
La reciente aventura de Duolingo con el despliegue de la inteligencia artificial es otro ejemplo de manual de cómo una implantación precipitada puede volverse en contra de quien la impulsa: la compañía empezó despidiendo al 10% de sus traductores externos tras proclamar que GPT-4 bastaba para crear y revisar las lecciones, y remató la jugada cuando su CEO, Luis von Ahn, publicó un manifiesto «AI-first», reiterado luego en un podcast, donde aventuró que las escuelas quedarían relegadas a simples guarderías mientras los algoritmos impartían la docencia, lo que desató una avalancha de críticas, boicots y la desaparición temporal de las cuentas sociales del famoso búho verde. La moraleja es clara: el problema no es la tecnología, sino la arrogancia con que se comunica y el desprecio percibido hacia el trabajo humano.
Si vas a implementar inteligencia artificial en tu compañía, no seas caníbal y no lo hagas amenazando a todo el mundo, metiendo el miedo en el cuerpo y despidiendo personas a mansalva. Las personas tienen familias, hipotecas que pagar y vidas que vivir, y la actitud de entrar con la excavadora solo puede hacer que la adopción funcione mal. Por otro lado, estarás sustituyendo personas con algoritmos que, por el momento, se dedican a completar frases con las palabras adecuadas, aunque para algunas cosas lo hagan llamativamente bien, con todo lo que ello conlleva. Utiliza la inteligencia artificial para dársela a las personas y que sean capaces de multiplicar su productividad con ella, no entrando con el machete en la boca y pretendiendo bañarte en la sangre de los desaparecidos. Y ademas, como termino también en mi columna en Invertia, podrás seguir mirándote en el espejo por las mañanas sin que hacerlo te genere asco.
Nota: https://www.enriquedans.com/







