Golpeados por la crisis de Milei, volvieron al trueque de los 2000: "Compro mercadería y lo cambio por platos de comida"
Entre el bullicio se escucha a una niña de unos 10 años que, en el medio día frío, grita “vendo ropa, vendo ropa”, se ríe y señala pequeñas prendas usadas que están en una pila junto a su madre. En otro extremo del salón una mujer mayor vende bizcochuelo y torta frita, otros tienen en su mesa artículos de almacén, de bazar y calientan el cuerpo con mate. Todos forman parte de un trueque, la modalidad comercial que volvió para hacer frente a la crisis económica desatada por el gobierno del presidente Javier MIlei. Algunos cuentan que tuvieron que recurrir a él más de 20 años después de los primeras experiencias que marcaron uno de los peores momentos del país. Melani Borré se inspiró en ellos para formar y coordinar uno en su barrio de Lomas de Zamora, bajo la misma lógica pero de a grupos más pequeños. En medio de la incertidumbre, muchos ahora intercambian también mercadería por comida, desde latas de arvejas hasta platos elaborados. .
La palabra “Trueque” se popularizó a mediados del año 2000 en medio de una crisis económica que se profundizó en diciembre del 2001. Si bien los vaivenes de la economía dejaron la idea en desuso, la situación actual impulsó a los sectores más vulnerables a buscar una alternativa. Este nodo, así se llaman los trueques, se realiza en el barrio de Santa Catalina, Lomas de Zamora, y está impulsado y promocionado por la Comunidad del Sol, creada por la socióloga, economista y especialista en educación popular y monedas sociales Heloiza Primavera, quien trabaja con la economía solidaria desde hace muchos años.
Melani explica que conoció primero el nodo de Fiorito, y luego se animó a formar uno en su barrio, que se realiza con la misma lógica. “Primero convocamos a los vecinos, le contamos la idea, y se armó como un grupito inicial de 5 o 6 personas, con las que empezamos a hacer las propagandas y a contarles de qué trata a cada uno”, y agrega que “al principio hubo 15 personas, hoy son como 60, pero se van rotando entonces el número que participa cada domingo es de 20 o 25”. Para mantener el orden afirma que trata que “los grupos sean pequeños para generar confianza y comunidad”.
Nicolas Sulcic, participante del trueque, explica que funciona de la siguiente forma: “Todo el mundo viene, trae su mercadería y pone su precio. Le damos como crédito el equivalente al 30% de la mercadería que trajo. El valor es uno a uno con el peso y, como pasa en todos lados, si algo está caro la gente no lo compra”. En su caso, como él no es productor, lo que hace es ir a la mañana al supermercado con la lista hecha en el grupo de WhatsApp de los integrantes de la feria, donde está lo que necesitan, lo compra y lo cambia principalmente por platos de comida.
Para María "Titi" Dolores Pedelmonte el trueque no es nuevo. La experiencia de los primeros ensayos de los años 2000 pulula en la organización de esta nueva versión “Yo lo hice hace 20 años y en ese momento vivimos 10 millones de personas del trueque. Hubo un momento complicado como este mismo que estamos pasando, tal vez ahora estamos peor”, planteó.
Melani destaca que este trueque se puso en marcha el 7 de abril. "El momento económico es propicio para esto, sería importante que se potenciara, la gente me dijo que está muy bueno porque no gasta su dinero, sino que la consigue ahí y con el metálico puede pagar los servicios que también subieron bastante”, graficó.
El objetivo de los organizadores es llegar a reunir alrededor de 20 puestos variados porque es con ese número que “empieza a hacer interesante en la cantidad de mercadería que satisface”, según Nicolás.
El límite es 70, sostienen, porque cuando se pasa de 70 la gente no se conoce y entonces ingresan las lógicas del mercado, y en ese marco empieza la pelea y lo que se busca es que, con los sistemas de coordinación muy sencillos, haya un control de cómo viene el nodo, el equilibrio existente y que todos pueden obtener lo que les sirve.
La mayoría de las experiencias avalan los beneficios de participar. “Soy del barrio, comencé a participar del trueque, me gustó, es bueno para la comunidad”, afirma, por ejemplo, Ines Cheverria, una vecina que participa en el truque y que participa con canelones, pizzetas, aceite, lentejas, puré de tomate, pastafrola y destaca que “se vende todo, yo compro cosas que necesito”. No obstante, remarca que su situación es frágil y que como muchos necesita plata, efectivo.
Por eso, "Titi" Pedelmonte remarca que “hay que moverse en los dos mercados, uno no alcanza totalmente, pero el otro te aporta que, lo que se gana formalmente alcance para vivir”, y opina que “el respaldo es que trabajes, si vos no producís no tenés. Odio decir otra economía es posible, pero podemos hacer otra economía que nos permita sobrevivir y hacer cosas nuevas”.
A falta de dinero, el "Sol"
La moneda que utiliza, además de la mercadería que puede ser cambiada con libre acuerdo, es el “Sol”. “Todos pueden ir a comprar mercadería e intercambiarla por Soles, y los Soles, a su vez, por productos o servicios”, asegura Nicolás y advierte: “La idea es que en lugar de gastarla afuera se gaste acá dentro, el error en el 2001 fue que la gente guardaba los créditos, porque hubo demasiados y se falsificaban como loco y como sabemos que eso pasa, acá intentamos generar deuda, que la gente quede con negativo para poder seguir consumiendo y produciendo”.
Con esta modalidad ya son 17 nodos en la región y, según adelantan, va a haber un nodo central que se va a abrir en Capital Federal, a una cuadra del Congreso y en el que funcionará también una radio con un streaming del trueque que compartirá las actividades, entrevistas y la propuesta de otra economía.
El trueque asoma entre la incertidumbre y, si bien es una respuesta a la necesidad, también funciona como un motor que los impulsa a seguir y a usar el ingenio. Lo comunitario como respuesta también alimenta el impulso de conseguir, de la mano del vecino cercano, aquello que necesitan y entregar aquello que tienen, todo en un sistema más chico, menos demandante, menos cruel y desleal que el mercado y sus lógicas.
Por Edgardo Nuñez / El Destape