El triunfo de Milei en el Senado y la casta que lo parió

Actualidad - Nacional 13 de junio de 2024
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Javier Milei puede creer que sus oraciones en el día en que el Senado trató finalmente la Ley Bases dieron resultado. Y puede volar al exterior una vez más para promocionar su aventura de gobierno. Después de una inversión más que considerable para un gobierno que jura que no hay plata, la victoria parcial le sirve al presidente para creer que está más cerca de lograr el blindaje institucional para el ajuste más grande de la historia de la humanidad. Pero la fragilidad es el rasgo principal de su experimento y un abismo separa sus pretensiones de sus posibilidades reales. 

El triunfalismo no puede disimular la debilidad de un elenco que sueña con quedarse ocho años pero, como la sociedad que lo sufre, no tiene garantizado su día a día. Milei necesitó más de 12 horas de debate y postergar su propio viaje para cumplir con el poder económico que le pide de mil maneras que algo de lo que hace tenga olor a sostenible. Necesitó de un senador que detesta, Martin Lousteau, para llegar al quórum. Torpe, mediocre y pésimo economista, según lo definió el presidente hace dos meses, Lousteau fue la puerta que abrió al éxito de La Libertad Avanza. Su voto en contra y su propio dictamen no quitan que Milei le deba sus sonrisas de alivio.

Fake Terminator necesitó además de Victoria Villaruel, la persona de la que más desconfía, para aprobar una ley jibarizada que arruina el sueño refundacional de Federico Sturzzenegger. A Villarruel, pobre jamoncito le debe demasiado y la considera, más que una socia, una amenaza. Las reuniones de la vicepresidenta con empresarios no lo dejan tranquilo.

Las presiones del gobierno y las empresas que se van a beneficiar con la ley no alcanzaron. Los discursos públicos y las amenazas anónimas tampoco dieron efecto. Para conseguir la aprobación en general, los hermanos Milei y Santiago Caputo autorizaron a Jose Rolandi y María Ibarzábal Murphy, los funcionarios que se instalaron en el Senado, a entregar casi todo lo que pedían los senadores de la oposición colaboracionista. 

A la neuquina Lucila Crexell, una especialista en cotizar alto cada una de sus votos, le tuvo que hablar en el lenguaje de la casta y le entregó la embajada en la Unesco. El costo fue que la ley quedó asociada a la compra de votos y que el modus operandi de la extrema derecha con las embajadas quedó expuesto como nunca. “Como decía Perón, se venden por chirolitas”, dijo el senador José Mayans en su discurso de cierre. 

El nuevo jefe de gabinete, Guillermo Francos, tampoco la pasó bien. Pese a la sintonía del gobernador Claudio Vidal con la Casa Rosada, Francos se enteró tarde de la decisión de los senadores santacruceños que no dieron quórum y votaron en contra de la ley. Transpiró para juntar los votos días después de que Diputados lo madrugara con la reforma jubilatoria de la oposición. Más todavía, tuvo que soportar que Mayans lo definiera en su discurso como un funcionario “mal informado”, “el encargado de mentirle a los gobernadores”.  

La Libertad Avanza retrocedió con su objetivo de privatizar: de las más de 40 empresas que el oficialismo buscaba vender,  quedaron 11 en Diputados y ahora 8 en el Senado. Ni Aerolíneas, ni el Correo ni Radio y Televisión Argentina. LLA tuvo que dejar de lado el capítulo previsional en su totalidad y tuvo que aceptar que va a reactivar las obras públicas que están terminadas en más de 80% o cuentan con financiamiento internacional asegurado.

Los paleolibertarios hasta se vieron forzados a modificar el RIGI, el régimen de incentivos excepcionales que reclama una facción del establishment y el senador mileista Ezequiel Atauche definió como el corazón de la ley. Con los cambios, se habilita un mínimo para el compre nacional que el gobierno se enorgullecía en eliminar. Los proveedores locales van a poder cubrir “como mínimo el 20% de la totalidad del monto de inversión” en los casos en que “la oferta se encuentre disponible y en condiciones de mercado en cuanto a precio y calidad”. Asi se da lugar a parte del reclamo que habían hecho ex funcionarios como Matías Kulfas.Ahora, la discusión del paquete sigue en Diputados. 

Si entregaron todo lo que en un inicio planteaban como innegociable y si tardaron todo lo que tardaron no es porque la casta defiende sus privilegios. Al contrario, desprestigiada y responsable en gran medida por haber alimentado a Milei de mil maneras, la dirigencia política advierte la debilidad de un gobierno que no sabe cómo salir del laberinto en el que está encerrado. Por eso, solo una  parte lo acompaña. 

Asi como en el recinto era imposible ignorar el despliegue represivo que Patricia Bullrich ordenó -su modo predilecto de acumulación política-, el dia después de la aprobación en general de la ley la escena de fondo no se altera. Una recesión brutal solo comparable a la de la pandemia y el 2001, el aumento récord de la pobreza, el regreso de la desocupación, la paralisis en la gestión y, en los últimos días también, el nerviosismo que se apodera de los fondos de inversión. En ese frente, tan cambiante como alejado de la vida de las mayorías, es donde Milei respira gracias al Senado, no se sabe hasta cuándo.

El agotamiento del mecanismo de Luis Caputo de generar nueva deuda con bonos en dólares y el rechazo del agronegocio al dólar planchado obliga al gobierno a conseguir en forma urgente un respirador artificial por parte del Fondo y la caída de reservas solo se atenúa con la renovación del swap con China que se acaba de anunciar. Todo lo que debería ser de rigor se vende como épico, pero las dudas son mucho más grandes que las certezas y la paciencia social es la que define. 

Por Diego Genoud / El Destape

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