El drama de la mutilación genital femenina que aún se realiza en África y grupos étnicos de América del Sur

Actualidad - Internacional 07 de febrero de 2024
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Mutilar. “Cortar o cercenar una parte del cuerpo, y más particularmente del cuerpo viviente”. Mutilar. “Destruir o romper una cosa”. Mutilar. “Cortar a un todo una o varias de sus partes dejándolo incompleto”. Con precisión académica, la Real Academia Española, la Enciclopedia Universal y el Diccionario del español usual en México definen una acción, la explican. Cuando se mutila se corta, se destruye, se rompe, se deja incompleto…

Lo que no puede explicarse, en cambio, es el dolor que soporta una nena o una joven cuando mutilan (o cortan/destruyen/rompen) sus genitales, a menudo sin anestesia y en condiciones que la exponen a la posibilidad concreta de morir. Tampoco debería tener sentido soportar lumbalgia crónica, sangrados, incapacidad para obtener placer sexual, dificultades al dar a luz, trastornos psicológicos, entre otras muchas secuelas de una práctica que solo en 2024 corren riesgo de sufrir casi 4,4 millones de niñas —o más de 12.000 cada día— en por lo menos 28 países de África, en Yemen, Irak, Malasia, Indonesia y en ciertos grupos étnicos de América del Sur.

En el marco del Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, Infobae conversó con Laura Lozano, Asesora en Género, Derechos e Interculturalidad del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) Colombia y una experta en el tema.

- ¿Qué es la mutilación genital femenina?

- Se trata de cualquier lesión o extirpación de los órganos sexuales femeninos por motivos no médicos. Hay muchas formas de practicarla, hay intervenciones más o menos invasivas, pero en últimas lo que se busca es quitarle sensibilidad al clítoris. Es una forma de violencia de género y es específicamente una forma de violencia sexual, porque lo que pretenden es controlar la sexualidad de los cuerpos de las mujeres desde muy temprana edad.

- ¿Cuándo se realiza esta práctica?

- Normalmente a edades muy tempranas, incluso al momento de nacer. Conocemos en pueblos indígenas o afro, a niñas que al nacer les queman con unas hierbitas. A veces les cortan el clítoris desde muy chiquitas y ellas nunca saben que fueron mutiladas, crecen sin saber, solo no tienen esa sensibilidad sexual. Pero también hay casos donde ya las mujeres son adultas y tienen otro desarrollo sensorial y sexual de sus órganos sexuales, entonces se genera una vulneración psicológica y no solamente de la parte física. Por ejemplo, sabemos de una mujer adulta que el esposo llegó a su casa enfurecido, creyó que ella le fue infiel, la amarró y la quemó con la plancha. Eso se considera una mutilación, porque pierdes sensibilidad, tienes una afectación en el clítoris.

- ¿Es una intervención peligrosa?

- Tiene riesgos altísimos de mortalidad, porque al ser una parte del cuerpo con tanta irrigación y terminaciones nerviosas es fácil que se produzca un desangramiento. Además, puede provocar infecciones. Precisamente cuando estas complicaciones ocurren es que los casos se dan a conocer, porque las víctimas llegan a un servicio médico. Si nunca se complica no llegan al servicio, sencillamente pasan desapercibidas. Por eso sabemos que en América Latina hay un subregistro de casos. No se visibilizan, ni como prácticas culturales ni como violencias sexuales.

- ¿Cuál es el origen de la mutilación genital femenina?

- Es una práctica que está asociada al África. Lo que hemos venido descubriendo es que en el momento de la colonia, cuando traen a América a las y los esclavos africanos, las personas que viven acá empiezan a aprender e incluso a practicar la mutilación. Los españoles, por ejemplo, para la dominación sexual de las mujeres indígenas. En América la mutilación llegó con la colonia, no es una ley de origen de nuestros pueblos.

- ¿Por qué se mutilan los genitales femeninos?

- Hay un objetivo muy general común que es el control de la sexualidad y del cuerpo de las mujeres. Ese siempre es el resultado. Después, la explicación que le puedan dar está asociada a distintas cosas. Alguna vez en una comunidad indígena nos dijeron que la sangre de la mutilación es la que se siembra en la tierra y arraiga a las mujeres al territorio. Porque el territorio es todo para estos pueblos. Los indígenas y las indígenas ven en colectivo, no piensan en individualidad, y el territorio es el lugar más importante, su lugar sagrado. La mutilación genital sería la forma de arraigar a las mujeres al territorio al nacer. Pero es una práctica aprendida, no es algo de su ley de origen, y toca trabajar culturalmente para que la desaprendan. Empezamos a trabajar con ellas comunitariamente pensando en otras formas. Sembrar el cordón umbilical por ejemplo. Es necesario un abordaje principalmente cultural, comunitario y de diálogo, porque cada pueblo lo entiende y lo hace por razones distintas.

- ¿Quiénes llevan a cabo la práctica?

- La partera, la matrona… normalmente son figuras femeninas. Sus abuelas lo hicieron y pues ellas lo hacen, lo repiten de generación en generación. Trabajamos mucho con las mujeres, cuestionando por qué se hace, por qué el cordón umbilical no podría arraigar igual. Y así logramos que muchas mujeres decidan no mutilar a sus hijas. Es un cambio lento, entre generaciones, pero hacia allá queremos ir. Desde UNFPA no hacemos una aproximación punitivista, del tipo ´quien mutiló va a la cárcel´, porque sabemos que eso no cambia nada, hace que los pueblos se cierren más y las niñas queden más expuestas y vulnerables a la práctica.

- ¿Qué pasa con los varones?

- En las comunidades, cuando una llega a las autoridades indígenas ꟷnormalmente hombresꟷ ellos suelen decir que no tienen nada que ver con la mutilación. Sin embargo, cuando se les pregunta si se casarían con una mujer que no esté mutilada te responden que no, porque es una mujer que ellos no podrían controlar. Es decir, toca trabajar también con ellos para que entiendan que la sexualidad puede ser diferente, que ellas nacen completas, que no les sobra nada. Usamos su propio lenguaje para trabajar con ellos en la construcción de imaginarios que perpetúan la práctica. Vamos como jalando la cuerda hasta que logramos cambios. Pero toma mucho tiempo.

- ¿La mutilación genital femenina es violencia de género?

- Es una violencia de género que cuenta con la aprobación de la sociedad. La pregunta de base es ¿a quiénes mutilan? A las niñas. A los niños de ninguna manera les van a cortar el pene o los van a tocar. Entonces, ¿por qué resulta aceptable mutilarlas a ellas? Por un lado, porque tenemos imaginarios detrás de lo que es lo femenino, como inferior a lo masculino; y por otro lado, por el solo hecho de ser niña tú corres un riesgo adicional de sufrir en la vida, de ser violentada. Eso es violencia de género. Asimismo es una práctica nociva por la proporción de niñas y adolescentes que afecta y porque está muy naturalizada en algunos contextos. Puede ocurrir que una mamá indígena se oponga radicalmente a mutilar a su hija, pero cuando la chica se case su marido la manda a mutilar para que no le sea infiel. La emborracha y la mutila. Es decir, es violencia de género porque, incluso cuando una familia protege, los hombres siguen disponiendo de los cuerpos de las mujeres o decidiendo cómo las mujeres se tienen que comportar sexualmente o qué deben sentir y hacer. La mutilación es una manifestación específica de la desigualdad, pero nos toca a todas las personas cambiar la visión de los cuerpos y de la sexualidad de las mujeres.

- ¿Cuáles son los desafíos para lograr la tolerancia cero en el mundo a la mutilación genital femenina?

- Falta más apropiación. Yo creo que los Estados no quieren mirar si en sus países se practica o no la mutilación. No quieren señalarlo, no quieren investigarlo, especialmente porque no los deja bien posicionados internacionalmente. A la vez, es importante evitar que este tema cause mayor estigmatización a los pueblos indígenas. Hay que entender que es aprendido, que se puede cambiar, y que pasa también en otros contextos.

Nota:infobae.com

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