Día del Cerebro: por qué se celebra y cómo prevenir su deterioro

Actualidad 22 de julio de 2022
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El 22 de julio se celebra el Día Mundial del Cerebro, uno de los órganos vitales de nuestro cuerpo encargado de controlar actividades cognitivas como pensar o leer y reacciones del organismo(acciones y funciones corporales en respuesta a estímulos sensoriales). Fue la Federación Mundial de Neurología (WFN, por sus siglas en inglés) quien lo proclamó, con el objetivo de crear conciencia sobre su potencial, riesgos y enfermedades características.

Cada año, en su fecha conmemorativa, la WFN elige un tema central para concientizar y en este caso, se busca conseguir una buena salud cerebral para todos y reducir la carga global de trastornos neurológicos. Cabe resaltar que hay muchas enfermedades que lo afectan. Se estima que un 13% de las afecciones a nivel mundial están vinculadas al sistema nervioso o tienen que ver con trastornos mentales. Muchos de ellos son subestimados y son llamadas "enfermedades silenciosas" por la falta de cuidados preventivos.

Entre las más conocidas están la migraña (sexta causa de incapacidad, afectando la funcionalidad de las personas), los accidentes cerebrovasculares (coágulos de sangre), las enfermedades neurodegenerativas(Alzheimer, Mal de Parkinson, la Esclerosis Múltiple, enfermedad de Hungtinton), trastornos mentales(depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar y estrés post-traumático), enfermedades infecciosas (meningitis, encefalomielitis) y enfermedades congénitas (Síndrome de Down). Frente al aumento de estas, especialistas del Hospital de Clínicas “José de San Martín” brindan una serie de recomendaciones que pueden ayudar en su prevención. 

"El aumento de la expectativa de vida en los últimos 100 años estuvo de la mano de mejoras en los cuidados médicos (antibióticos, prevención en enfermedades cardiovasculares, detección precoz del cáncer), la nutrición, la educación y la prevención (vacunas, higiene de manos, y de alimentos, etc.), aunque también de un aumento de la aparición de afecciones relacionadas al deterioro cognitivo, entre ellas la demencia. Es bien conocido que no tenemos terapias modificadoras para este tipo de enfermedades pero hay un creciente énfasis para adoptar hábitos de vida que están asociados a una menor incidencia de la demencia”, sostiene Ricardo Maiola, médico de planta del Programa de Parkinson y Movimientos anormales del Clínicas.

 

¿Cuál es la diferencia entre deterioro cognitivo y demencia?
El especialista del Clínicas resalta que no son lo mismo, por más que sean similares. "La demencia es, por un lado, un grado de deterioro cognitivo que afecta a las actividades de la vida diaria; o sea que el paciente necesita asistencia en la vida de todos los días. Es decir, ambos tienen alteración de las funciones mentales superiores, sobre todo de la memoria. El deterioro cognitivo leve no afecta tanto las actividades de la vida diaria. En cambio, en la demencia el paciente es dependiente para realizar estas actividades, lo cual genera que no pueda vivir sólo", explica.

Por su parte, resalta que el caso de la Enfermedad de Alzheimer (EA) es la principal causa de demencia en el mundo(casi 3/4 partes de los pacientes con demencia la tienen) y el porcentaje de muertes por EA aumentó casi un 90% entre el año 2000 y el 2015. Cabe recordar que, lamentablemente, no existen tratamientos que la prevengan ni tampoco que retrasen su aparición.

¿Cómo podemos actuar para prevenir la aparición de este tipo de enfermedades?
En primer lugar, es importante remarcar que existen factores de riesgo no modificables como la edad y la genética. Más allá de esto, es clave remarcar que sí es posible actuar sobre los factores de riesgo que sí son modificables. 

En edades tempranas de la vida: Bajo nivel educacional. Estudios demuestran que un alto nivel educativo (personas con escuela secundaria completa o más) se asocia a un bajo riesgo de demencia. Los profesionales suelen usar un término denominado “Reserva Cognitiva”. Existen casos de pacientes fallecidos sin demencia que en el examen de los cerebros post-mortem se encontraron signos de EA, demostrando una mayor estructura neuronal, o una mejor utilización de las conexiones entre grupos neuronales, que no se tradujo en deterioro cognitivo.
 
En la edad media de la vida. El déficit auditivo, la hipertensión y la obesidad.
 
En la edad más avanzada. El hábito de fumar, la depresión, el aislamiento social, la inactividad física y la diabetes.
A los factores mencionados, el especialista suma que se pueden añadir también el consumo de alcohol, la dieta, varios medicamentos, déficit de vitaminas, las apneas de sueño(detención transitoria de la actividad respiratoria durante el sueño) e incluso una mala higiene dental.

En cuanto al consumo de alcohol, el Dr. Maiola indica: "Impacta negativamente en el desarrollo cerebral. El consumo leve a moderado de alcohol se asoció a bajo riesgo de demencia, mientras que el consumo crónico de altas cantidades se asocia a cuadros neurológicos bien establecidos como el síndrome de Korsakoff, que es un trastorno expresado por desorientación, y amnesia para hechos recientes. Con respecto a las presuntas propiedades ‘protectoras’ del consumo de alcohol sobre las funciones cognitivas, un seguimiento de 30 años demostró que eso es falso”.

En relación a la alimentación, el especialista señala que la Dieta Mediterránea -basada en el consumo de alimentos de origen vegetal, verduras, legumbres, frutas, frutas secas, semillas, cereal integral, especias, aceite de oliva, con mayor aporte de antioxidantes- se asocia a "un menor riesgo de eventos cardiovasculares y también a una mejora de la función cognitiva". Además suma que tiene beneficios en la función ejecutiva, la memoria y el aprendizaje. Se le adjudicaron propiedades neuroprotectoras y se la asocia a menor riesgo de EA.

Respecto de los medicamentos, advierte acerca de los llamados anticolinérgicos -para el tratamiento de problemas urinarios como la incontinencia urinaria-. "Todos estos medicamentos anticolinérgicos traen aparejados un alto riesgo de deterioro cognitivo, alucinaciones, delirio y agitación. Síntomas que son preocupantes, pero transitorios. Mucho más en los pacientes añosos. Los medicamentos anticolinérgicos son un factor de riesgo para el desarrollo de demencia", subrayó. También está asociado al deterioro algún déficit vitamínico de B, C, D y E.

"Todavía está en discusión cuál es el nivel de Vitamina C normal. Igualmente, el déficit de Vitamina D se ha asociado a mayor riesgo de demencia. Con respecto a la Vitamina E, los altos niveles en sangre se asociaron a menor riesgo de EA y si bien tiene propiedades antioxidantes, su administración sólo debería indicarse cuando existe déficit de esa vitamina, y no con criterios preventivos, ya que hay publicaciones en las que se demuestra que altas dosis de Vitamina E se asoció a mayor índice de mortalidad por todas las causas", dijo. Finalmente, concluyó: "Los niveles de Homocisteína, que refleja el estado de tres vitaminas del grupo B, y se vio que altos niveles de Homocisteína se asoció a mayor desarrollo de Demencia, lesiones de sustancia blanca del cerebro, atrofia del cerebro y cambios patológicos propios de la EA".

Mientras que, por último, sobre los problemas de higiene dental, Maiola sentencia: "Este tipo de problemas, como las periodontitis, son más prevalentes con la edad y se asocian al deterioro cognitivo. Los gérmenes de la microbiota dental o gingival están más frecuentemente asociados a los pacientes con demencia".

Estrategias de prevención del deterioro cognitivo
Entrenamiento cognitivo. En adultos mayores mejora el dominio cognitivo entrenado, mejora el razonamiento y la velocidad de procesamiento en el área entrenada. Se recomiendan juegos de memoria, rompecabezas, elaboración de pasatiempos y más.
 
Intervención multidominio: con este tipo de intervención, se presente a los dos años una mejoría del 25% de algunos dominios cognitivos según el especialista.
Nutricional. Una alimentación saludable es fundamental. Dieta rica en frutas, verduras, vegetales y pescados que favorezcan al transporte de oxígeno y nutrientes para su correcto funcionamiento.
 
Hacer ejercicios o alguna actividad física de forma regular.
 
Controlar y monitorear los factores de riesgo cardiovascular. Entre ellos se destacan: hipertensión, azúcar en la sangre, consumo de drogas y cigarrillos.
 
Controlar el estrés, la ansiedad y la depresión. Buscar ayuda especializada en caso de ser necesario.
 
Mantener la interacción social. Estrechar vínculos con la familia, los amigos y el entorno laboral, participar en actividades de esparcimiento. 

Nota: eldestapeweb.com 

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