Ahora sí, Milei for ever (o no)

Actualidad12/11/2025
images (18)

Ahora que el 40% de la sociedad volvió a avalar en las urnas al “mejor gobierno de la historia”.

Ahora que quedaron atrás los malos resultados del oficialismo en septiembre en Buenos Aires y en el resto del país durante el año.

Ahora que se frenó el “riesgo kuka” que amenazaba, como siempre, por tomar el poder para convertirnos en Venezuela o quizás en algo peor. 
 
Ahora que Cristina Kirchner no solo está presa sino que es posible que vuelva a ser condenada por otro escándalo de corrupción como el de los cuadernos.

Presidentes exitosos fueron todos, hasta que un día dejaron de serlo. Hoy es SúperMilei. Antes...

Ahora que el peronismo quedó a la deriva, a la espera de un nuevo liderazgo que, si Cristina sigue activa, nunca aparecerá.

Ahora que la ola amarilla del PRO pasó a convertirse en violeta.

Ahora que los gobernadores van a estar más preocupados en sobrevivir a la crisis que insistiendo con una tercera vía electoral productivista y federal.

Ahora que Donald Trump entendió que Javier Milei es su principal aliado en la región –y quien más lo admira en el mundo – y nos seguirá dando todo su apoyo.

Ahora que Milei se volvió pragmático y obtendrá la sanción de más leyes que le permitirán profundizar su modelo.

Ahora que se supone que el consenso económico esta vez acertará en sus optimistas proyecciones de corto y mediano plazo.

Ahora que ya nadie se acuerda de $Libra, ni del 3%, ni de Karina, ni de los perros con capacidades especiales.

Ahora que no hay demasiadas voces que se quejen porque un gobierno volvió a utilizar los fondos de la publicidad oficial para castigar a los críticos y beneficiar a los aliados. Ahora que los periodistas militantes regresaron al redil oficialista tras haber coqueteado durante meses con la traición.

Ahora que ya nos fuimos acostumbrando a un Presidente que grita, insulta y es cruel, naturalizándolo porque “Javier es así”.

Ahora que todo se está acomodando, ahora que el plan finalmente parece funcionar de acuerdo a lo previsto y la Argentina podrá ser grande nuevamente.

Ahora sí, el primer presidente libertario de la humanidad puede soñar con ser reelecto dentro de dos años (quizá con la fórmula Milei-Milei) con mucho más del 40% que obtuvo el pasado 26 de octubre, y quedar en los libros como el mejor presidente que alguna vez tuvimos, a cargo de un gobierno inigualable e inolvidable.

Para que él siga siendo reconocido internacionalmente con nuevos galardones y hasta con el Premio Nobel de Economía, como ya pronosticó, por revolucionar los conceptos hasta ahora conocidos de esta ciencia.

Ahora solo faltaría una cosa: que la economía real se haga eco de todo lo bueno que está pasando.

Exitismo. Así como hace tres meses (casi) todo lo que hacían el Presidente, su hermana, sus funcionarios y sus candidatos parecía estar mal, tras el 40% de octubre todo parece estar bien.

El exitismo es la variante patológica de la valoración por el éxito. Una enfermedad que llegó a ser título de uno de los medios precisamente más exitosos del espectáculo como es Exitoína, un sitio de Editorial Perfil cuyo eslogan es “La enfermedad de los famosos”.

La palabra éxito proviene del latín exitus, que significa salida. Por momento, pareciera haber una necesidad colectiva de valorar el éxito de un político como si fuera una “salida de emergencia” para escapar esperanzadoramente de un presente acuciante.

El exitismo hacia ellos abarcó, por ejemplo, largos períodos de las presidencias de Menem y de los Kirchner. O períodos breves, como los de De la Rúa, Macri y Alberto Fernández (un caso excepcional, con el 80% de aprobación durante sus primeros meses de gestión).

Noticias hizo tapas que se hicieron célebres registrando la misma enfermedad colectiva que la revista dio en llamar “Oficialitis”. Así publicó SúperNéstor, SúperAlberto y, la última, SúperMilei. Mandatarios que en determinados momentos parecen estar blindados frente a cualquier inclemencia y a los que la mayoría de los políticos, empresarios, economistas, jueces y periodistas defienden a destajo o, al menos, contemplan con caridad.

... hubo SúperNéstor y SúperAlberto. El exitismo es la valoración patológica del éxito

Es cierto que ejercer la presidencia de un país es una profesión ingrata: las expectativas de la sociedad siempre son superiores a las realizaciones que recibe.

Pero Milei hoy atraviesa ese período de gracia poselectoral en el que los planetas parecen haberse alineado a su favor.

Él repite una explicación que volvió a mencionar estos días, sobre que su destino está marcado por el Uno y que saldrá vencedor de la misión que le encomendó, que no solo consiste en salvar al país, sino rescatar al mundo de las garras del Maligno.

Lo sabe, como se sabe, por su fallecido perro Conan, que se lo contó a Karina de parte, precisamente, del Uno; y es lo que ella le comunicó a su hermano.

Milei tiene razones para creer que Karina le dice la verdad, porque dos años antes de lanzarse a la carrera presidencial ella ya le había transmitido la misión de que se presentara en 2023 con la seguridad de que vencería.

El impulso mesiánico era un factor político desconocido por aquí hasta que los Milei aparecieron en escena. Y resultó un elemento distintivo en la conformación de un nuevo tipo de liderazgo, demostrando que la voluntad mística puede estar por encima de cualquier voluntad racional en la era lábil de la posmodernidad.

Es lo que estos hermanos volvieron a demostrar durante la reciente campaña. No hubo escándalo de corrupción ni escrache callejero ni crítica que los hiciera retroceder.

Javier, con sus cuatro camperas, un megáfono o su banda de rock, siguió gritando las mismas consignas ajustadoras que lo llevaron al poder.

Karina, con sus monosílabos y su contención fraternal, soportó los cánticos hirientes hacia ella en conciertos y estadios de fútbol.

Hubo otros candidatos con ideas más sofisticadas o más empáticas con los que sufren. Pero hubo un 40% de votantes que interpretaron la voluntad extrema de su líder, no como un delirio, sino como una ruptura con lo establecido. Son probablemente parte del 56% que, por la misma razón, ya lo había votado en 2023.

En el medio quedó un 16% de votos perdidos entre una elección y otra, al que ya no lo sedujeron esa voluntad ni los resultados del modelo.

Éxito. La duda es hasta cuándo se extenderá este período de gracia entre Javier Milei y este 40% de la sociedad. Si llegará indemne al día en que se celebren las presidenciales de 2027 o se irá diluyendo si se percibe que su estilo rupturista no termina de traducirse en beneficios concretos sobre la mayoría de la población.

El último informe de la consultora de Orlando Ferreres mostró que la actividad económica volvió a contraerse durante septiembre. Cayó un 0,8% en comparación con agosto, cerrando el segundo trimestre consecutivo de caída. Técnicamente, significa que el país entró en recesión.

Este viernes también se conoció el dato de la actividad industrial de septiembre: tuvo una caída del 0,7% frente al septiembre ya recesivo de 2024. En los últimos cuatro meses, la industria presenta una disminución del 3,6%, un promedio que sería más bajo aún si no se tuviera en cuenta el crecimiento del 17% que tuvo el rubro de refinación petrolera.

En los próximos meses estará más claro si –además de la baja de la inflación– la economía saldrá de la recesión, habrá más consumo, dejarán de cerrar empresas y se reducirá el desempleo.

Recién entonces se verá si el exitismo de hoy se transforma en un éxito real de gestión. O si habrá sido otro período de simple exitoína, esa enfermedad que afecta a los famosos y a sus ocasionales fans.

Por Gustavo Gonzalez / Perfil

Te puede interesar
Lo más visto

Suscríbete al newsletter para recibir periódicamente las novedades en tu email