





El pueblo no está todo el tiempo presente. Tampoco en unas elecciones. Se denomina pueblo a esa instancia que le da forma al antagonismo constitutivo de lo social, a lo que divide a la sociedad con respecto a los grupos de poder que la dominan, también se llama pueblo actualmente a ese conjunto que precisamente por proponerse desmontar los procedimientos oligárquicos aspira a representar a la mayoría social. Estas características mencionadas inauguran un interrogante histórico con respecto al tiempo que nos toca vivir.
En la medida en que la denominada Democracia está ordenada por el principio de representación, solo se podría denominar nacional y popular o de izquierda emancipatoria, en la medida que de un modo cabal esas fuerzas políticas representan al Pueblo.
El problema fundamental que atraviesa a esta lógica es que actualmente el pueblo es un lugar vacío e irrepresentable.
No se encuentra esperando ninguna representación porque no constituye una unidad que pueda ser representada de modo inmediato. Lo sucedido en los tiempos de la relaciones de poder neoliberal destruyeron las condiciones simbólicas que podían servir como la matriz básica del Pueblo, abolieron los límites de lo popular, volviendo imposible que surgiera en la historia como un sujeto histórico.
Si bien el pueblo no es nunca una totalidad completa, tampoco es un una multiplicidad de fragmentos difusos que carecen de causas y legados a defender. La actual democracia está construida para inmunizarse de la aparición del pueblo.
Esto no quiere decir que no existan energías latentes y marcas históricas que puedan volver a posibilitar la emergencia de un pueblo nuevo, con nuevas formas de dar el combate y que sea capaz de proponerse su propia organización.
Los representantes del pueblo solo pueden tener lugar si en primer lugar el pueblo se auto organiza, y encuentra el discurso que lo vuelva a conectar como un mundo común operativo.
Después de ver Batalla tras Batalla, independientemente del juicio cinematográfico que pueda hacerse, sentí que la película de Paul Thomas Anderson no era una casualidad, anunciaba una contingencia posible, que la inmigración en los países centrales se constituyera en un nuevo sujeto político.
Marx vería confirmada aquella controvertida predicción suya sobre la Revolución en los países centrales. Es una simple pero importante señal en el mundo que hegemoniza la explotación.
Insistir en que el pueblo existe como si estuviera siempre a la espera de una buena propuesta es tan solo una parte muy relativa en este asunto. Lo importante para el sujeto pueblo es constituir y aferrarse a la causa contra lo que pretende hacerlo desaparecer para siempre.
Por Jorge Alemán / P12






















