





Destacar entre cientos de candidatos se ha convertido en un auténtico desafío. La presión por llamar la atención de los reclutadores y conseguir una oportunidad profesional puede llevar a muchos aspirantes a “maquillar” su perfil, exagerando logros, modificando fechas o incluso inventando experiencias laborales o formativas. Lo que en principio podría parecer un simple intento por mejorar la imagen profesional, en realidad plantea serios dilemas éticos y puede tener consecuencias graves tanto para las empresas como para los propios candidatos.
Diversos estudios apuntan a que entre el 60% y el 80% de los reclutadores ha detectado algún tipo de falsedad en los currículums o durante los procesos de selección. Este fenómeno refleja la creciente presión que ejerce un entorno laboral donde la competencia, la exigencia de resultados y la necesidad de mostrar una trayectoria impecable se combinan con la facilidad que ofrecen las redes sociales y las plataformas digitales para construir y, en ocasiones, distorsionar la identidad profesional.
Para analizar en profundidad esta tendencia y sus implicaciones, RRHHDigital ha conversado con Javier Vidaurreta, People Partner de KPMG, quien aporta la visión de una gran firma de servicios profesionales, donde la transparencia y la integridad son pilares esenciales en la gestión del talento.
Cuando se le pregunta por qué los candidatos recurren a mentiras o exageraciones, Vidaurreta explica que en KPMG, que incorpora cada año más de 2.400 personas, esta conducta no suele provenir de mala intención, sino de inseguridad o de la necesidad de destacar en un entorno muy competitivo. “Existe un mito extendido de que ‘si no te vendes, no existes’, que a veces empuja a distorsionar ligeramente la realidad. Desde RRHH, nuestro objetivo es crear procesos basados en la confianza, donde los candidatos puedan mostrarse tal y como son. Valoramos más la autenticidad que la perfección”, señala.
Vidaurreta añade que la firma integra tecnología y analítica avanzada para entender mejor qué competencias y comportamientos impulsan carreras de éxito, asegurando así una verdadera afinidad entre la persona y la cultura de KPMG. Todo ello se sustenta en uno de sus valores fundamentales: Integrity, que implica actuar siempre con honestidad, coherencia y responsabilidad.
Sobre si las nuevas generaciones mienten más o menos, Vidaurreta comenta que no se trata de cantidad, sino de contexto. “Viven expuestas a modelos de éxito inmediato y a la presión de ‘parecer’ más que de ‘ser’, lo que puede llevar a ciertos adornos. Pero, al mismo tiempo, es una generación mucho más consciente, que valora la coherencia entre lo que piensa, dice y hace. En KPMG les transmitimos desde el primer contacto que la honestidad, el rigor y la ética no solo son valores éticos, sino ventajas competitivas. El talento auténtico no necesita adornos; necesita espacios donde ser escuchado y reconocido”.
En tiempos en los que la credibilidad y la transparencia son valores esenciales, recurrir a la mentira en una entrevista no solo es arriesgado, sino también contraproducente. Nada sustituye a una preparación consciente, al autoconocimiento y a la autenticidad a la hora de presentarse ante un empleador.
Nota:rrhhdigital.com





















