


Asesinatos intrafamiliares: el riesgo de asociar los crímenes con problemas de salud mental
Actualidad07/08/2025




El caso del filicidio ocurrido en Lomas de Zamora nos refiere a la memoria reciente de otros casos. Ya no es necesario referirse a anales de hace años o décadas sino de semanas. Entre mayo y agosto de 2025, tres episodios que podrían entrar en el contexto de violencia intrafamiliar terminaron en desenlaces fatales conmocionaron a la sociedad argentina.


En Lomas de Zamora, un padre de 52 años acabó con la vida de su hijo de ocho y luego intentó suicidarse. En Tres Arroyos, un camionero de 40 años asesinó a su esposa y a sus dos hijos de diez y tres años antes de quitarse la vida. Y en Villa Crespo, una madre de 51 años habría matado a su esposo y a sus dos hijos adolescentes para luego suicidarse.
En el caso de Lomas de Zamora, la secuencia fue rápida y estremecedora. Una mujer llamó al 911 porque no lograba contactar a su pareja, Alejandro R., de 52 años, quien se había quedado en la casa con su hijo de ocho años. Cuando la policía bonaerense ingresó a la vivienda de la calle Díaz Vélez, encontró al hombre ensangrentado en el living, con heridas de arma blanca en el abdomen, cuello y muñecas, y al niño ya sin vida sobre la cama matrimonial. Trasladado de urgencia al Hospital Gandulfo, el sospechoso fue operado y quedó bajo custodia policial. La fiscal Fabiola Juanatey, a cargo de la UFI Nº 2 de Lomas de Zamora, caratuló la causa como homicidio agravado por el vínculo y ordenó su detención. Según la madre y los vecinos, el imputado tenía antecedentes de problemas de salud mental.
En Tres Arroyos, el 6 de junio, Fernando Dellarciprete, camionero de 40 años, habría apuñalado a su esposa Rocío Villarreal, de 35, y luego se llevó a sus hijos Tiziano y Francesco (10 y 3 años) en su camioneta. Según la hipótesis policial, los mató por asfixia por sumersión en un zanjón al costado de la ruta 228. Tras el crimen, Dellarciprete estrelló su vehículo sin éxito y luego se arrojó delante de un camión para suicidarse. La fiscal Natalia Ramos recaratuló el caso como femicidio seguido de doble homicidio y suicidio. El imputado no tenía denuncias previas por violencia de género pero estaba bajo tratamiento psiquiátrico municipal.
El 21 de mayo, la Policía porteña fue alertada por una empleada doméstica de que no podía ingresar al departamento donde trabajaba en Aguirre al 200, barrio de Villa Crespo. Al entrar, halló a los cuatro integrantes de la familia Seltzer-Leguizamón con heridas cortantes y sin signos de ingreso forzado. Las víctimas eran Bernardo Adrián Seltzer (53 años), su esposa Laura Fernanda Leguizamón (51) y sus hijos Ian (15) e Ivo (12). Inicialmente, se sospechó del padre, pero las pericias indicaron que la madre podría haber sido la autora; no presentaba signos de defensa y estaba en tratamiento psiquiátrico desde hacía meses. La causa quedó radicada en la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional Nº 5 como homicidio seguido de suicidio.
Estos tres casos y el factor común de antecedentes psiquiátricos, hacen imaginar que hay una relación directa entre uno y otro factor, cuando en las estadísticas internacionales los homicidios incluidos los filicidios son cometidos por población sin antecedentes o patología psiquiátrica en su inmensa mayoría. Sin embargo, el estigma de la patología o aun el tratamiento psiquiátrico se sostiene.
Las tasas generales de homicidio perpetrados por personas que padecen enfermedad mental varian en los diversos trabajos meta analisticos entre el 1 % y el 5 %. Sin embargo la tasa se duplica en el curso de episodios psicóticos agudos, durante el episodio, de allí la necesidad de prevenir de manera temprana esta posibilidad. En cuanto a los filicidios dados los casos en los cuales muchos episodiso ocurren en el periodo puerperal, la estadística sube según algunos hasta el 25 al 30 % si se le suman los episodios psicóticos agudos. Como se ve no es la presencia de patología mental sino la descompensacion psicótica de las mismas.
Esta modalidad de homicidio que nos es imposible de comprender y por ende conmueve y cuestiona a la opinión pública es la del filicidio, ¿qué se entiende bajo tal definición? El filicidio es entendido como la muerte de un hijo a manos de un progenitor o cuidador, y a la vez entra dentro de una categoría extrema de la violencia intrafamiliar. La literatura internacional, encabezada por las clasificaciones de Philip Resnick, lo divide en cinco tipologías:
Filicidio altruista: motivado por la creencia delirante de que la muerte es un “acto de protección”.
Filicidio psicótico: cometido en el contexto de una psicosis severa con alucinaciones o delirios.
Abuso fatal: resultado de maltrato crónico que culmina en muerte no intencional.
Filicidio por hijo no deseado.
Filicidio por venganza conyugal.
Los casos de Lomas de Zamora y Villa Crespo muestran elementos compatibles con las dos primeras categorías. En ambos, los presuntos autores tenían antecedentes de trastornos psiquiátricos y actuaron en aparente estado de descompensación, sin motivos económicos ni pasionales claros. El triple crimen de Tres Arroyos combina un femicidio con filicidio y suicidio, lo que algunas taxonomías denominan “masacre familiar”: el agresor asesina a la pareja y a los hijos antes de quitarse la vida.
Las tres investigaciones coinciden en la existencia de trastornos mentales previos. Alejandro R. presentaba síntomas notables de desorganización conductual según vecinos y familia; Dellarciprete recibía tratamiento psicológico en el área de Salud Mental municipal; Leguizamón había dejado constancia de su tratamiento psiquiátrico y no mostraba lesiones de defensa, indicio de que los otros miembros no se resistieron.
Si se hace un análisis partiendo solo desde este aspecto de clasificación de enfermedades y la psiquiatría forense, las hipótesis de patologías son:
Esquizofrenia paranoide o trastornos del espectro psicótico, que pueden generar delirios persecutorios y místicos.
Depresión mayor con síntomas psicóticos, donde surgen ideas de suicidio ampliado (“matar y morir juntos”).
Trastornos de la personalidad exacerbados por situaciones de estrés extremo.
En cuanto a la tarea que se les encomienda a los peritos psiquiatras en el marco de la causa, el núcleo es determinar si, al momento del hecho, el imputado comprendía la ilicitud de sus actos y podía dirigir sus acciones, criterios de imputabilidad en el derecho penal argentino (artículo 34 Código Penal). En el caso de Lomas de Zamora, un eventual dictamen de inimputabilidad podría conducir a la internación psiquiátrica en vez de una condena penal, tema que suscita en general varios cuestionamientos, por parte de la población general imaginando que es una forma de exculpar y liberar a un “homicida”.
Desde el punto de vista criminológico podemos ver diferentes factores precipitantes:
Aislamiento social y deterioro funcional: los tres agresores mostraron retraimiento o conductas extrañas antes del crimen.
Desencadenantes familiares: discusiones de pareja o tensiones recientes. En Lomas de Zamora, la madre y el padre habrían discutido el día previo; en Tres Arroyos, los problemas de pareja se evidenciaron por la violencia del femicidio; en Villa Crespo, se investiga una crisis conyugal.
Escenarios simbólicos: el uso de la cama matrimonial en Lomas de Zamora y la elección del hogar en Villa Crespo indican una regresión a espacios íntimos y cargados de significado.
Planificación o improvisación: Dellarciprete intentó estrellar su vehículo y pidió un arma antes de lanzarse bajo un camión, lo que sugiere alguna intención de prolongar o incrementar el daño.
El análisis de estos casos se concentra en muchos casos en qué patología tenia, o tiene el homicida, y se deja de lado los factores más amplios y el contexto tanto de su círculo, de su vida como de la sociedades en las que ocurren estos casos. Es así que, estos casos revelan debilidades estructurales del sistema. No se debe olvidar la famosa pirámide de Galtung en la cual la violencia que vemos emerger en realidad es lo que se ve de los otros ángulos o perspectivas de ese triangulo, la violencia estructural social y la de la cultura en la que esto ocurre.
Estos casos revelan definitivamente aspectos en los que la prevención y en general el tema salud mental solo existe al momento de los casos extremos, y vuelve luego inmediatamente a cerrarse terminado el episodios, quizás en este caso la cercanía de los mismos obliga a revisar esa actitud. Entre las cuestiones que se pueden observar están:
El monitoreo insuficiente de tratamientos. Los tres agresores estaban bajo atención psiquiátrica o se sabía de sus trastornos, pero no existió un seguimiento capaz de detectar descompensaciones agudas.
La ausencia de alertas cruzadas. Ni las escuelas, ni los trabajos, ni las familias lograron activar redes de protección cuando surgieron signos de riesgo. El código penal prevé la internación involuntaria en casos de peligro inminente, pero su aplicación requiere articulación entre sistemas de salud y justicia.
Pero de manera general el lugar inadecuado y de desconocimiento, de las salud metal de los comportamientos en las sociedades actuales, que no responden a paradigmas pasados. Así la búsqueda de patologías o perfiles post-mortem nos aportan ninguna solución.
Desde el punto de vista legal el homicidio agravado por el vínculo conlleva pena de prisión perpetua. Sin embargo, si se demuestra inimputabilidad, la internación en un hospital neuropsiquiátrico sustituye a la cárcel. El desafío consiste en equilibrar la protección de la sociedad con el respeto a los derechos humanos del enfermo mental y de las víctimas. Este es le dilema del cual nuestra sociedad no puede salir desde hace más de una década respeto a la ley de Salud Mental, en la que en lugar de evaluar la realidad 2025 se actúa desde la ideología y el dogma y no la evidencia.
Estos caso no son los únicos de filicidio en la Argentina y el mundo en las últimas décadas. En 2019, una madre en La Matanza ahogó a sus hijos durante un episodio psicótico, generando debate sobre el acceso a tratamientos. A nivel internacional, el caso de Andrea Yates (Estados Unidos, 2001) —una mujer con psicosis posparto que ahogó a sus cinco hijos— se cita a menudo como paradigma del filicidio psicótico y de la influencia determinante de la enfermedad mental en la responsabilidad penal. Los casos menos mediatizados son parte de las causas lamentablemente más frecuente de lo que se imagina.
Conclusión
El análisis de estos tres crímenes muestra que el filicidio no es un fenómeno unidimensional. Existen contextos psiquiátricos, factores criminógenos y fallos institucionales que convergen en momentos de extrema vulnerabilidad. Una respuesta científica exige mejorar la detección de riesgo, coordinar dispositivos de salud mental y justicia, y perfeccionar las pericias para discernir entre responsabilidad penal e inimputabilidad. Sólo así se podrá comprender —y eventualmente prevenir— estos actos que rompen el núcleo más íntimo de la estructura familiar.
* El doctor Enrique De Rosa Alabaster se especializa en temas de salud mental. Es médico psiquiatra, neurólogo, sexólogo y médico legista
Nota:infobae.com







