







La salud mental es un componente esencial del bienestar humano y es igual de importante como la salud física. Entre los trastornos mentales más prevalentes se encuentra la depresión, una enfermedad que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a más de 280 millones de personas en el mundo.


La depresión es una enfermedad silenciosa que estadísticamente va al alza. Según la Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado (ENBIARE) 2021, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 15.4% de la población de 18 años y más reportó haber tenido síntomas de depresión durante el año previo. Esta cifra ha aumentado considerablemente en comparación con años anteriores, lo cual podría estar relacionado con factores como la pandemia de COVID-19 y las condiciones socioculturales y medioambientales que se viven día a día.
En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V), se exploran distintas clasificaciones para esta condición, identificándose de la siguiente manera:
Trastorno depresivo mayor: Caracterizado por uno o más episodios de al menos dos semanas con ánimo deprimido, pérdida de interés, alteraciones del sueño, fatiga, sentimientos de inutilidad o culpa y pensamientos suicidas.
Trastorno depresivo persistente (distimia): Consiste en un estado de ánimo crónicamente deprimido que dura por lo menos dos años. Aunque los síntomas son menos intensos que en la depresión mayor, son más duraderos y afectan significativamente la funcionalidad.
Trastorno disfórico premenstrual: Presenta síntomas depresivos severos durante la fase lútea del ciclo menstrual, afectando el funcionamiento diario de la mujer.
Trastorno depresivo inducido por sustancias o medicamentos: Ocurre debido al consumo o retirada de alguna sustancia, como alcohol, drogas o fármacos.
Trastorno depresivo debido a otra afección médica: Cuando los síntomas depresivos son consecuencia directa de otra enfermedad médica, como enfermedades neurológicas o endocrinas.
Trastorno depresivo con características mixtas, melancólicas, atípicas o psicóticas: El DSM-V permite especificadores para una mayor precisión diagnóstica, lo cual es crucial para elegir el tratamiento adecuado.
Dado que son muchas las personas que padecen depresión, promover la salud mental implica derribar estigmas, capacitar al personal de salud, ampliar la cobertura de servicios psicológicos en el sistema de salud pública y garantizar el acceso equitativo a medicamentos y terapias.
También es esencial que exista más educación emocional desde edades tempranas para desarrollar herramientas de afrontamiento y resiliencia. Reconocer la importancia de la salud mental no solo mejora el bienestar individual, sino también el colectivo y el de todo el país.
Nota:rrhhdigital.com







