
La nueva realidad de la programación (y de la educación): inteligencia artificial, de trampa a requisito
Recursos Humanos14/06/2025




Una noticia publicada ayer en The Register, «Canva to job candidates: Thou shalt use AI during interviews«, revela cómo la multinacional australiana Canva ha incorporado el uso obligatorio de asistentes de programación basados en inteligencia artificial como GitHub Copilot, Cursor, Claude o equivalentes, en las entrevistas a sus futuros desarrolladores. Lo has leído bien: o-bli-ga-to-rio, es decir, que si eres un gran desarrollador pero no utilizar ese tipo de herramientas, no te presentes, porque te juzgarán, entre otras cosas, por cómo las usas.


Lo interesante, obviamente, no es únicamente la anécdota corporativa, sino lo que anticipa: un mundo profesional donde saber colaborar con la inteligencia artificial pesa tanto como saber programar «a mano», porque esa es, sencillamente, la realidad cotidiana de los mejores equipos de software. Si la productividad de los mejores equipos ya depende de la colaboración humano-máquina, ignorar la inteligencia artificial en procesos de contratación (o en las aulas) equivale a formar artistas sin pinceles. El desarrollador que domina los prompts y evalúa críticamente las salidas de un modelo tiene una ventaja estructural evidente frente al que se aferra al teclado «en crudo». Si lo quieres ver más claro, no me leas a mí, lee al genial Andrew Ng.
Este cambio empresarial tiene un claro espejo en el ámbito académico. En IE University no solo permitimos el uso de la inteligencia artificial en clase, sino que la exigimos en cada vez más asignaturas y programas, convencidos de que esconderla es negar el futuro. En mi propio caso, empecé a hacerlo en cuanto tuve la primera oportunidad de usar ChatGPT, en diciembre de 2022: desde entonces pido a los estudiantes que incluyan los prompts que utilizan como parte de la bibliografía o incluso como enlaces directos en sus entregas, y los evalúo no solo en función de sus respuestas, sino del proceso mediante el cual las han obtenido. Pedirles esa transparencia demuestra competencia, fomenta el pensamiento crítico y convierte la redacción de instrucciones y las estrategias de uso de una herramienta potente en un aprendizaje en sí mismo.
Nuestra postura quedó plasmada en el Manifiesto de IA de IE University, que define la inteligencia artificial como «una oportunidad única en un siglo para transformar la educación, la innovación y la investigación» y sienta las bases para integrarla de forma ética y creativa en el currículo. El documento describe la inteligencia artificial como «una oportunidad única en un siglo para transformar la educación, la innovación y la investigación», y detalla políticas para integrarla ética y críticamente en todas las titulaciones. Hoy un número creciente de asignaturas, de Tecnología a Humanidades, requieren el uso habitual y cotidiano de inteligencia artificial generativa. Y no por postureo o por modernidad vacía, sino porque la destreza para conversar con algoritmos será tan básica como lo es hoy citar fuentes o estructurar un ensayo.
Frente a quienes aún plantean prohibiciones y restricciones, defendemos que la inteligencia artificial no sustituye al profesor, sino que amplía su alcance: permite un aprendizaje potencialmente más activo, una personalización masiva de la educación, y eleva el listón de la reflexión, mientras el docente dedica más tiempo a aquello que ninguna máquina puede replicar: a generar inspiración, a contextualizar y a evaluar de forma holística. Prohibir o perseguir la inteligencia artificial en el aula es tan anacrónico como prohibir las calculadoras en Álgebra o los navegadores en Investigación.
La decisión de Canva es un recordatorio visible de un cambio profundo: la habilidad de colaborar con inteligencia artificial marca la diferencia entre el profesional competente y el obsoleto. En el ámbito académico llevamos ya años convirtiendo esa realidad en práctica docente. En el profesional, las empresas más dinámicas la formalizan en sus ofertas de trabajo.
La inteligencia artificial tiene sus limitaciones, muchas, de hecho, pero es una fantástica avenida por la que transitar para acceder al futuro de muchas cosas, entre otras, el desarrollo de software o, decididamente, la educación. Obtener competencia en el uso de la inteligencia artificial es fundamental hoy para cualquier profesional, y esa competencia se cimenta hoy, tanto en las entrevistas de empleo como en cada aula que decida abrazar la inteligencia artificial no como amenaza, sino como herramienta indispensable para impulsar la creatividad y el conocimiento.
Nota: https://www.enriquedans.com/







