





¡Se reúnen a las 16! ¿Qué van a hacer? ¿Qué van a decidir? ¿Cuáles son las alternativas o caminos que van a tomar? Dicen que están molestos; dicen que hoy sale; dicen que la semana que viene; que ya está redactado; que todavía no.


Todas estas frases no son las resonancias de algún trámite sobre el pase de algún jugador de fútbol, el eventual casamiento de alguna estrella de cine o la resolución de la compra o venta de algún inmueble de relevancia. Son los efectos, traducidos en palabras, de sentimientos, angustias y ansiedades que tres jueces optaron por provocar antes de emitir un fallo nefasto para el conjunto de una sociedad. Más precisamente de un país habitado por casi cincuenta millones de personas. Y si bien muchas de ellas y ellos no participan de este sainete trágico, no significa que su eventual desenlace no les reporte sustantivos efectos en sus actuales condiciones de vida y las ulteriores consecuencias.
Lo que estos señores --si así se puede llamar a quienes han hecho todo para denigrar el respeto que un magistrado merece-- cocinaron en sus cabezas es la proscripción y detención de la principal figura de la política argentina en el siglo XXI. La representante de la identidad partidaria más importante de la Argentina: el peronismo. Cristina Fernández de Kirchner es dos veces expresidenta de la Nación, vicepresidenta, senadora y ahora se postulaba como candidata en la tercera sección de la provincia de Buenos Aires.
Se supone que la Corte Suprema de Justicia de una Nación es el órgano donde reposa la seguridad jurídica de una nación, la garantía de la paz social, la imparcialidad que hace posible la convivencia y esa fidelidad a la Constitución que hace posible la convivencia democrática: allí donde el sereno juicio se sobrepone a los avatares inmediatos de la lucha política y los enfrentamientos personales. Los tres señores que hoy ocupan la Corte Suprema de Justicia son el mejor contraejemplo de los requisitos citados. Dos de ellos aceptaron formar parte de ese cuerpo colegiado a través de un DNU de Macri. Es decir, de manera anticonstitucional. El hecho de que luego hayan sido avalados por el Congreso no quita el deprecio a la Carta Magna por la que luego juraron sus cargos. El señor Rosatti --presidente de una Corte conformada por tres personas-- también se ubicó como presidente del Consejo de la Magistratura, órgano responsable de la conducta de los jueces. O sea: la suma del poder público. Por lo demás, el abrazo del señor Rosenkratz con el prófugo Pepín Rodríguez Simón habla por sí solo de la calaña moral de estos jueces. Lo cierto es que se haría imposible completar en estas líneas la larga serie de irregularidades, corruptelas y trapisondas que este trío --por acción u omisión-- ha cometido en desmedro de la República a la que dice servir.
De hecho, el caso Vialidad, por la cual hoy se proscribe la expresidenta entrará en los anales de la infamia judicial sin que estos señores se hayan molestado en revisar el expediente, tal como en más de una oportunidad la defensa se los solicitó. Poco importó que no se hicieran los peritajes al momento del procesamiento y que cuando se hicieron revelaran que todo estaba dentro de la normalidad; tampoco que los testigos de la querella no convalidaran los argumentos de la misma; que la acusada no tuviera posibilidad de haber intervenido en los hechos en los que se la involucraba; que el alegato del fiscal --arquero del Liverpool donde jugaba Macri-- se resumiera a una larga dramatización sin prueba alguna para ameritar la condena. Tampoco que el mate del presidente del tribunal (el de la bombilla, digo) tuviera grabada la enseña del mismo equipo. Faltó que lucieran una camiseta: Muerta o presa. Tal como el poder económico --la dictadura del mercado-- así lo requiere y ya.
Mientras la ciudadanía que paga sus sueldos a estos corruptos comprueba cómo su nivel de vida se deteriora de manera vertiginosa, estos tres fantoches lastiman de manera calamitosa la credibilidad en las instituciones. Psicopatear es un término que desde hace tiempo los hablantes han empleado para hacer referencia a la maniobra consistente en tratar como un objeto al semejante. Esta Corte ha psicopateado a los argentinos. Con su actitud ha sellado el nivel paupérrimo de la institucionalidad en nuestro país. Borrar la política es el objetivo de la dictadura del mercado. Cristina presa hoy pasa a ser un emblema de lucha. La demostración de que, más allá de los circunstanciales actores de una coyuntura, hay un legado simbólico del cual servirse para impedir que esta caterva de canallas se lleve nuestros mejores sueños y nuestra identidad como pueblo y como Nación.
Sergio Zabalza es psicoanalista. Doctor en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. / P12







