





En medio de una ofensiva judicial que amenaza con dejarla fuera de juego, Cristina Fernández de Kirchner volvió al centro de la escena. Confirmó su candidatura y activó el teléfono rojo: del otro lado, Axel Kicillof. El llamado, largamente postergado, precipitó el reencuentro y abrió paso a un nuevo intento de recomposición interna. Los gestos de una Cristina pragmática y dispuesta a dar nuevas discusiones se trasladaron al armado bonaerense. Tras la reunión con el gobernador, compartió una cena con intendentes del conurbano y este sábado desembarcará en Corrientes para respaldar a uno de los suyos. Mientras tanto se prepara una cumbre de jefes comunales que, a contrarreloj, empezará a delinear la nueva estrategia electoral en la provincia de Buenos Aires.


Dos horas duró el encuentro que mantuvo la titular del PJ nacional con su exministro de Economía. Hubo pases de factura. El gobernador reclamó mayor respaldo a su gestión, mientras que Cristina Fernández de Kirchner cuestionó el desdoblamiento de las elecciones bonaerenses, aunque no pidió rediscutir la fecha. Ya lo había anticipado en su entrevista del lunes en C5N: “No le pediría a ningún gobernante que cambie su decisión”. A pesar de las diferencias, el encuentro marcó el principio del deshielo. Fue una reunión positiva, coincidieron quienes lograron reconstruir la conversación, en la que se acordó avanzar en la conformación de una mesa política para empezar a discutir las condiciones de la unidad, con la idea de construir no solo un frente electoral, sino un acuerdo político más integral. En concreto, el gobernador exigió que el entendimiento incluya “un apoyo a la gestión de gobierno, que la Legislatura trabaje en forma coordinada con el Ejecutivo, votar los proyectos del gobernador y no presentar iniciativas sin su aval”, según transmitió un colaborador a Página/12.
Finalizada la reunión con Axel Kicillof, Cristina Fernández de Kirchner se trasladó a una cena reservada con intendentes de su confianza. En la mesa estaban Mayra Mendoza, Julián Álvarez, Federico Otermín y Ariel Sujarchuk, entre otros. Allí, la expresidenta fue directa: les pidió a los jefes comunales que “sigan hablando con Axel por la unidad”. El mensaje fue claro, y la señal política, también. Las conversaciones se retomarán la semana próxima en una mesa de intendentes que, según confirmaron distintos sectores del peronismo, funcionará como espacio de “armado y discusión política”. Aunque aún no hay fecha definida, hacia el final del viernes comenzaban a perfilarse los nombres de quienes asistirán en representación de cada espacio. Sergio Massa también hará lo propio: enviará a sus delegados con la consigna de que “primero se ordene lo del PJ y luego lo del PJ con el Frente Renovador”, según confiaron desde su entorno.
Este sábado, Cristina Fernández de Kirchner viajará a Paso de los Libres, Corrientes, para acompañar el lanzamiento de la candidatura a gobernador de Martín “Tincho” Ascúa, actual intendente de esa ciudad y referente del peronismo local. El acto se realizará en el anfiteatro Carlos Gomes y está previsto que comience a las 15 horas. El cierre, que la tendrá como oradora, será a las seis de la tarde. En su última entrevista televisiva, la expresidenta anticipó el respaldo: “Vamos a apoyar a 'Tincho' Ascúa, que es el intendente de Paso de los Libres en la provincia de Corrientes, donde, además, el Partido Justicialista estuvo intervenido seis años. Lo normalizamos, eligieron democráticamente no solamente las autoridades partidarias, sino también los candidatos”. Su presencia marcará la concreción de uno de los compromisos que asumió al frente del PJ nacional: la normalización de los justicialismos provinciales. En Corrientes, el partido pasó dos décadas sin internas. Con un radicalismo dividido, un buen resultado de Ascúa el próximo 31 de agosto —que lo deje dentro del balotaje— podría darle aire al armado nacional en la antesala de las elecciones bonaerenses.
El viernes, parte del equipo de la exmandataria ya había aterrizado en Corrientes para preparar el acto, pero el clima interno era de alerta. La agenda avanzó atravesada por una preocupación creciente: una inminente definición de la Corte Suprema que proscriba su candidatura y ordene su detención, en medio de una ofensiva judicial y mediática para que el fallo salga cuanto antes. En la última cena con los jefes comunales, Cristina Fernández de Kirchner dijo que está convencida de que el máximo tribunal “va por ella”. “Si hay algún movimiento judicial contra CFK, cambia todo”, reconoció uno de los dirigentes presentes en esa velada. En el Instituto Patria el pronóstico fue explícito: “La detención es inminente. Ella está preparada”.
La Corte presiona y manda señales. Esta semana ratificó la condena a diez años de prisión contra Lázaro Báez, en la misma causa por la que se investiga a la expresidenta y rechazó la recusación presentada contra Ricardo Lorenzetti, uno de los jueces apuntados por el kirchnerismo por su manifiesta imparcialidad. Aun así, quienes la rodean aseguran que Cristina no pierde el eje. Pasó el viernes en su casa y no asistió al Instituto Patria en la previa de su viaje a Corrientes. “Si pienso en la Corte, no puedo hacer mi trabajo político”, repite a su entorno y se blinda ante las maniobras del máximo tribunal.
Por Paula Marussich / P12







