Una libertad simulada construirá una servidumbre real

Actualidad28/05/2025
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"Secierne ahora sobre el mundo una época implacable. Nosotros la forjamos, nosotros que ya somos su víctima”.

Jorge Luis Borges, Deutsches Requiem, 1946.

1. Un plan de operaciones destructivas.

Mariano Moreno afirmó que prefería “una libertad peligrosa a una servidumbre tranquila”. Moreno estaba inspirado en Rousseau cuando decía eso pero le ponía cuerpo y alma a esas ideas. En contraste, hoy vivimos tiempos de ejecución de un plan de operaciones inverso: una libertad simulada que construirá una servidumbre real.

En esa encrucijada, la dirigencia política que Milei derrotó electoralmente intenta conseguir que la sociedad vuelva a confiar en ella colaborando con Milei y habilitando una destrucción que será muy difícil de reconstruir. Las soberanías cedidas no serán recuperadas, serán transformadas.

El plan de la oposición es un plan de inoperancia, de impotencia autoimpuesta, de activa colaboración con aquello a lo que dicen oponerse, mientras performa indignación para grupos de la sociedad que se empobrecen. Ante la realidad, muchos de esos grupos entrarán en las fantasías compartidas y cultos de crisis.

No solamente no hay diagnósticos sobre el presente, tampoco hay un sujeto político para frenar el proceso de decadencia nacional. No hay sujeto político para una reconstrucción posible. Eso refuerza el clima de destrucción y desesperanza, además de a sus actores y beneficiarios directos.

Esa impotencia política habilita las violencias sociales que son producto de los abandonos políticos. Como en Estados Unidos y Brasil, en el Capitolio o en Brasilia, la polarización política se produce industrialmente pero la violencia política es autogestionada y espontánea, producto caótico de una cultura que muchos fomentaron durante años de manera irresponsablemente.

Fueron varios socios de la comunidad de negocios que ha sido la clase política durante estos años los que fogonearon la lógica amigo-enemigo hasta el extremo.

Milei es el producto del modelo de negocio que tenía la polarización en el centro de la política y su ecosistema. Todos lo enfrentan con más polarización e indignación que lo fortalece.

Hay posibles respuestas o soluciones para los problemas. Pero son eso, posibles respuestas. No hay una oposición política con real voluntad y franqueza suficiente para hacer a esas respuestas probables, factibles, reales.

Hay negación y negociación. Toda la confusión y negación de las fuerzas políticas contrastan con la negociación cínica en los altos círculos en tiempos de destrucción masiva.

Repetimos: no hay sujeto político para las políticas de la reconstrucción. Eso no quiere decir que no haya otros nuevos sujetos políticos. Eso serán los hijos de las políticas de la polarización y del resentimiento que el oficialismo actual y la clase política tradicional, aunque superpuestas, han alimentado, han gestado sin reconocerlos.

Los centros de las elites endogámicas no saben -ni quieren saber- las fuerzas que se gestan en su miseria planificada. Ni el progresismo se hizo cargo de sus políticas de violencia regenerativa ni el actual oficialismo se hará responsable de sus fuerzas autogestivas. En ese contexto, la impotencia ante los desafíos existenciales provocarán reacciones desesperadas.

El sacrificio generacional ya está presente en una sociedad que deja que se experimente con la atención, con las mentes -y con los cuerpos- de sus hijos sin siquiera advertir o discutir públicamente esos temas. El deterioro cognitivo, educativo y humano es notable. Esa misma generación que abandonó a sus hijos está colaborando para eclipsar el presente y el futuro próximo de una nueva generación distraída y ansiosa.

2. Un diálogo intergeneracional de traumas.

La violencia espectacular del Gobierno oculta la violencia en gestación. Lo mismo sucedió con la violencia regenerativa organizada por las elites de ciertos sectores progresistas. Era obvio que las patrullas progresistas iban a gestar otras patrullas, sus opuestas. La amnesia de los progresistas por su propia violencia regenerativa con sus políticas de miedo y pánico, sus linchamientos y persecuciones, les dio ganancias de corto plazo pero dejó los traumas de largo plazo. Esos traumas son negados por unos, escuchados por otros y electoralmente capitalizados por el oficialismo. Todo indica que serán empeorados por la actual gestión, serán usados pero reconvertidos. Esas sombras nacidas en los últimos años dialogarán a los gritos.

Los viejos traumas se retroalimentan con los nuevos. Esos traumas tienen amnesia y anestesia. La amnesia permite haber olvidado los procesos de violencia regenerativa históricos y recientes, vivir en la distracción del día a día, en las políticas de la supervivencia de una economía inviable.

La anestesia puede venir de las fantasías que el mileísmo genere, de una oposición sin proyecto o de una sociedad en donde el estímulo de corto plazo gobierna nuestras reacciones sociales más básicas. La nueva religiosidad y los paganismos políticos traen justamente eso, una contención que no hacen las fuerzas políticas tradicionales. Una sedación en forma de nuevos ejércitos de fe en las apuestas, en la tecnología o en nuevas comunidades políticas y religiosas de contención.

Las décadas oscuras que nos esperan y sus prácticas habituales traen formas de rascar las heridas narcisistas en lugar de tratarlas, sanarlas. El progresismo y antiprogresismo, el peronismo y antiperonismo, en sus guerras culturales van a expandir esos traumas sociales intergeneracionales.

Mientras vivimos genocidios por TikTok, mientras los progresistas reaccionarios se hacen más reaccionarios y los libertarios autoritarios más autoritarios, todos van a llamar fascistas a los demás y las palabras perderán más sentido, lo que puede traer acciones demenciales al escenario. Eso fortalece a los crueles y a los cínicos, a los que están cómodos con un lenguaje que no es herramienta social, que destruye la verdad y la realidad compartida.

El software político, hoy con tendencias autoritarias marcadas, se instala en hardware tecnocrático, una estructura material cada vez más autoritaria por sí misma. Las democracias se hacen cada vez más inviables materialmente, tanto por el hardware de la economía de plataformas monopólicas, como por el software de una cultura política en jaque por descontentos y traumas que no son escuchados.

3. Predecir lo que ya sucedió.

No se puede reconstruir una sociedad cuyas energías están concentradas en su propia autodestrucción. Fue por eso que hace años criticamos la insensibilidad de una clase política miope a la gestación de una crisis terminal, un sol negro producto de las políticas de resentimiento. Esas políticas del odio cultivaron y ahora están cosechando sus tempestades. La reconstrucción la están haciendo los que han motorizado y lucrado con la destrucción cíclica de la Argentina.

Ante el abandono político y la falta de alternativas, el autoritarismo cultural y sus líderes mesiánicos operarán como antidepresivos en estas décadas crueles sin horizonte.

La lectura de Borges puede ser una invitación a entender las diferencias sustanciales, los abismos, entre movimientos autoritarios de distintos siglos. Los nuevos autoritarismos narcisistas también se alimentan de los victimismos populares de las izquierdas y de los traumas que aquellas generaron, que la derecha está escuchando, manipulando y recreando.

Borges relata en primera persona a un miembro de la aristocracia prusiana que será ejecutado después de ser condenado en juicio, terminada la Segunda Guerra. La imagen compleja de Borges resume varios procesos históricos. Tanto Borges como la Argentina vivieron las dos guerras mundiales, sus batallas de ideas, desde otro hemisferio. Esa distancia que para Borges fue una ventaja puede ser una dificultad a vencer en nuestro contexto. La fuerza del caos organizado y la hegemonía de la distracción social dificultan tener la sensibilidad y la distancia para entender y, mucho más importante, para evitar lo que asoma como un eclipse de aquel sol nacido un 25 de mayo.

 

Por Lucas Arrimada * da clases de Derecho Constitucional y Estudios Críticos del Derecho. / Perfil

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