Las palabras importan

Actualidad04 de mayo de 2025
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Esta gente extraña que hace que gobierna la Argentina mientras se la regala a Trump, ya inició la segunda campaña del desierto habitado. Están desalojando violentamente a comunidades mapuches y kollas, en Chubut y Jujuy por ejemplo, en esta nueva clandestinidad de lo que no se nombra. ¿A quién les van a importar los indios ahora, que en la televisión pública un nabo con guita te instruye para hacer carry trade?

Pero lejos, sin noteros ni imágenes para redes, también transcurre otra tragedia “inevitable” para el verdadero proyecto de colonización: dejarnos hechos un mapa sin argentinos que estorben a los héroes inversores.

Los gobernadores que mandaron a sus legisladores a votar la Ley Bases y el RIGI despejan sus territorios, tal como anunció Demian Reidel. Yo creo que a esto se refería. Y no es solo LLA. Al fascismo sumale radicales con peluca, macristas off shore y caldito concentrado de miseria peronista en Scioli, Kueider y esos. Todos piensan que pueden “suprimir” a los pueblos originarios con operaciones como la del gobernador de Chubut, que denunció a los mapuches por los incendios que, después se supo, provocaron empleados de un estanciero. 
 
Alguna vez y no hace mucho escribí que “todos somos indios”, porque este aparato de poder trumpista global no se detiene ante la vida: la aborta. Mata. Cada día repiten que están dispuestos al crimen y lo ejecutaron, lo ejecutan y lo ejecutarán. Hoy es Gaza el ombligo simbólico de la ultraderecha global; es lo que tienen para mostrar. Su showroom.

Ahí los tienen a Trump y Netanyahu, planificando un resort de hiperlujo en tierras a las que estos sátrapas llamarán “libre”. Los que sobrevivan pueden irse a otro lado, no son tantos. Como no son tantos los indios para los qataríes que hacen su resort de hiperlujo en Río Negro y que se han sumado a Lewis y a Benetton y a los vecinos de Macri y Caputo en la avanzada colonizadora. La supresión de población originaria debe haber figurado en alguna parte del contrato. 

Estuvo circulando mucho y trabajé con él está semana en los talleres de reflexión grupal, el artículo que Siri Husvelt publicó originalmente en Le Monde, El fascismo en Estados Unidos. Ella y su marido, Paul Auster, fueron fundadores del grupo de Escritores contra Trump en su primer gobierno. En este artículo, Siri habla en un tono seco, racional y conmocionante, de la resistencia universitaria en EE.UU., porque es de una escala impensable. Hay clima preexilio. Husvelt no descarta que haya que empezar a escribir en la clandestinidad.

Reafirma, con fuentes y argumentos, su propia convicción de que lo que ha llegado ahora con Trump se llama fascismo.

Los Auster están muy vinculados a la Universidad de Columbia, a la que ya le han recortado miles de millones por haber permitido actos propalestinos en sus campus. 

Husvelt no llega a hablar de Harvard, que días después de publicado el artículo, demandó penalmente a Trump por el autoritarismo académico, que es anticonstitucional. Unos días antes, un centenar de graduados de Harvard rompieron en un acto sus diplomas, en señal de repudio a la capitulación a la que amagaba la Universidad. La presión fue grande y el giro terminó en un acto político enorme y explicativo: la persecución académica más grande de su historia, y con derivados: Trump mandó a detener a una jueza que falló a favor del derecho a la protesta propalestina.

Se filtró una lista de 199 palabras consideradas “sospechosas” para que los supervisores que quiere poner Trump en las universidades a evaluar los proyectos académicos lo consideren. Palabras como “mujer”, “social”, “negro”, “género”. Quieren universidades de varones heterosexuales blancos y perturbados, con complejos profundos que los hacen odiar. Siri recuerda un discurso de Vance de 2021 llamado “El enemigo son las universidades”. 

Comencé la nota diciendo que a los indios los están reventando. ¿A quién les van a importar ahora los indios cuando todo es desbande, necesidad estomacal, náusea permanente? Al que entienda de una vez que todos somos indios, que la recolonización se huele a sí misma en su pecado original. Todos somos indios o palestinos.

El fascismo es esta vez la nieve tóxica. Lo que toca cae, se pudre, se quiebra, se muere. Aquí y en dónde se instale. El escenario dantesco que describe esta nota se choca con una luz que se encendió para iluminar un símbolo que viene de lo profundo de la cultura popular argentina.

El héroe colectivo regresó, después de una década de olvido. No hay otra, y no hay posibilidad de que la haya.

Por Sandra Russo / P12

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