Kaos

Actualidad20 de abril de 2025
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En el Superagente 86, la lucha era entre el ORDEN y el KAOS. Crecimos viendo en la tele blanco y negro lo que había. Inocentemente, sin ningún semiólogo a mano. Veíamos historias que nos contaban quiénes eran los buenos y los malos. La supresión de los matices siempre es un daño de observación.

Aquella fue una batalla cultural, como bien nos dejaron en claro Dorfman y Mattelart cuando ya éramos adolescentes, incluyó hasta al Pato Donald. Como generaciones debutantes, no la vivimos como tal, no nos dimos cuenta en la infancia. En la adolescencia, sin embargo, ese “darse cuenta” produjo un rechazo generacional – minoritario pero intenso- a productos como Fiebre de sábado por la noche. Travolta estaba todavía muy lejos de Tarantino. Había que divertirse. Mientras saqueaban y mataban, había que divertirse. 
 
En los 70 esa revelación (que estábamos siendo asquerosamente manipulados), causó mucha revulsión. En cuarto año de la secundaria leí Un Mundo Feliz, de Huxley. A partir de entonces y durante mucho tiempo, no podía evitar, cuando iba al cine, captar las propagandas subliminales y me perdía la trama de la película. Era insoportable. Pero tal era la ficha cerebral que me había bajado: nunca más volví a leer el mundo y los hechos como antes.

Vimos muchos westerns en los que los indios eran indefectiblemente decapitadores de valientes pioneros. Esas caravanas eran figuritas repetidas los fines de semana. Caravanas llenas de mujeres con pañuelos en la cabeza y bebés en los brazos, todos rozagantes, familias que emprendían su quimera del oro, dispuestas a la aventura de la conquista. Lástima los indios. Se iban matando unos a otros en el camino pero la caravana llegaba gracias a los rifles. Rifles contra flechas. Esa clase de mierda cultural era la que nos entretenía. Crecimos creyendo que el que tiene un rifle y mata al que tiene una flecha o una piedra es el héroe. La info venía del país que beatificó al rifle. 

El Superagente 86 era ya una fase superior. Fue posterior y en la industria también ya existían los woke aunque no lo sabían. Fijate vos, antes de Soros. El guionista del Superagente era Mel Brooks. Maxwell Smart y la Agente 99 fueron la puesta en ridículo de un modelo estándar de la guerra fría. La Agencia para la que trabajaban era CONTROL, así en mayúsculas como un letrero, y su lucha era contra KAOS.

Han pasado las décadas, ha habido guerras, masacres, engaños, desplazados, y últimamente miles de niños elegidos como blancos para los crímenes inexplicables, concebibles solamente desde el abismo de lo amoral, de la inmundicia ética. Esta última semana, la aparición de V. Canosa asociada a un show de difamación de un sector elegido para destruirlo, volvió a apelar a la pedofilia. Cómo les gusta hablar de pedofilia. Esta semana un diputadol de La LA misionero fue condenado a 14 años cárcel por pedofilia. Su hermano, también condenado, dijo que “no sabía que eso era un delito porque estaban en internet”. Eran videos de violaciones de menores. No sabía.

Hoy Trump caotiza el mundo de una manera aguda, vertiginosa, porque su gambito de dama es el aceleramiento. No da tiempo a la reacción. Hoy Maxwell Smart trabajaría para KAOS, porque Trump significa eso y es lo único que defecan las ultraderechas, allá y acá: KAOS.

Así como la barbarie era la civilización y viceversa, estamos viviendo una época invertida, controlada por invertidos, que hacen las canalladas más sorprendentes y viven con sus bajos instintos al aire, bajo la consigna de que lo que hacen ellos lo hacen los otros, eso vociferan sin parar. Pedófilos, pedófilos, acusa el sinvergüenza, él o su ensobrada.

Ahora nos imponen nuestra geopolítica. No es cualquier cosa incluso más allá de la capitulación soberana. Nos imponen, con el beneplácito del coleccionista de premios al pedo, que nos quedemos sirviendo a los regímenes de Estados Unidos e Israel ¿Saben qué quiere decir? Que seremos eventuales escenarios de bombazos. De ese tamaño es el sometimiento y el riesgo colectivo que implica este presidente al que una mayoría de traidores a la patria de dieron facultades delegadas. 

Pero además, está más claro que el agua que el futuro está en China. Lo sólido está allá, en la planificación, en un Estado al servicio de todos los sectores, en el trabajo y la reinversión permanente en áreas estratégicas. En la búsqueda de socios y no de lameculos. Solo ciegos o fanáticos o vivos pueden ver hoy en Estados Unidos a una sociedad o un sistema deseable. Es un imperio roto y chorrea un líquido que hiede. 

Por Sandra Russo / P12

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