Las fábulas de Lady Malbec para justificar su manual represivo

Actualidad - Nacional23 de marzo de 2025
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Patricia Bullrich es una arquitecta diestra en construir realidades paralelas. Con el tiempo ha ido edificando su manual represivo. Experta en montar operativos o atribuir delitos sin pruebas, todo lo que proyecta es humo. Tiene prensa garantizada en los medios dominantes cada vez que teatraliza una noticia y comparte la comparsa libertaria con mentiras de alta gama junto al vocero presidencial Manuel Adorni. Alcanza con repasar su trayectoria de ministra de Seguridad en poco más de quince meses que acompaña a Javier Milei. Ni siquiera hace falta remontarse al gobierno de Mauricio Macri donde ocupó el mismo ministerio que ahora y menos al de Fernando De la Rúa donde se la recordará para siempre como la funcionaria que justificó el recorte de un 13 por ciento a los jubilados. Hoy sigue igual de empática. Los manda a gasear y apalear. En su escala penal, un abuelo o abuela pueden ser denunciados como barrabravas.

Un repaso a sus montajes durante el régimen autoproclamado libertario arroja historias desopilantes. Como si se tratara de un sketch de la película La Pistola desnuda, con Leslie Nielsen en su papel de torpe policía, Bullrich apila bochornosos anuncios que no resisten medio archivo. Uno de los últimos fue cómo incriminó por presuntos hechos violentos a un inocente horas después de la represión en el Congreso del 12 de marzo. Gastón Ruiz, hincha de Nueva Chicago, ni siquiera estuvo en la plaza. Pero la ministra apuntó contra él para exponerlo como un barrabrava. La operación se desvaneció en pocas horas.

“Soy un hincha que va a la cancha, cuelga su bandera y nada más. Desde los 14 años que voy. El jueves estaba trabajando como todos los días y me empezaron a llegar mensajes de que me habían escrachado. Si ven bien las fotos, no soy ése”, explicó Ruiz, quien además estudia con su abogado una querella.

Otra de sus víctimas propiciatorias es Leandro Capriotti, hincha de Chacarita, abogado y dirigente peronista, hijo de Armando, ex vicepresidente del club. Tampoco estaba en la plaza aquel día y tuvo que tramitar un habeas corpus. Bullrich lo denunció por ser uno de los cabecillas de la marcha donde quedó herido de gravedad al fotoperiodista Pablo Grillo, la abuela Beatriz Blanco desmayada por un policía y hubo decenas de heridos. Entre ellos, otro simpatizante de Chaca, Jonathan Navarro, perdió su ojo izquierdo por un balazo de goma.

El caso del periodista deportivo tucumano Marco Antonio Centurión ocurrido el 3 de noviembre de 2024 es otra mancha indeleble en el CV de la funcionaria sin control. Ese día el colega había viajado a Rosario a cubrir la final por el ascenso a Primera entre San Martín de su provincia y Aldosivi de Mar del Plata. 

Al cronista lo arrestaron en la cancha de Central por lo que Bullrich presentó así en un ligero posteo de X: “Antes del partido, detuvimos a un hincha prófugo por pornografía infantil. Gracias al programa Tribuna Segura, atrapamos en Rosario a Marco Antonio Centurión, un criminal que violó su arresto domiciliario en Tucumán. Este prófugo fue recapturado en una rápida acción de nuestro equipo y llevado de inmediato a donde debe estar, tras las rejas”.

Varios días después el mensaje seguía en la red social con la falsa acusación. El periodista no tenía nada que ver con el delito que le atribuyó la ministra. Diabético, pasó medio día en una celda sin insulina, no le dieron ni un vaso de agua y cuando se descubrió el grosero error lo liberaron sin un peso ni boleto de regreso a su provincia. Había perdido el micro mientras él estaba en una celda. 

Bullrich se mueve con destreza en las cloacas mediáticas que ella misma abastece con pescado podrido. Cuando se la define como ministra barrabrava sus propias palabras lo confirman. El 18 de diciembre de 2019, ya terminado el gobierno de Mauricio Macri, declaró: “Las 14 toneladas de piedras que nos tiraron a nosotros por la reforma previsional se las tendrían que devolver una por una a ellos”. Aludía a la movilización de diciembre de 2017, cuando se aprobó la cuestionada reforma jubilatoria que terminó en una indiscriminada represión como a las que nos tiene acostumbrados.

En la del pasado 12 de marzo “ninguna de las 114 personas detenidas fue acusada de atentar contra la vida democrática. Pese a esto, la ministra Bullrich dijo que va a denunciarlas por sedición, daños agravados, ataques a las autoridades, atentado y resistencia a la autoridad. También dijo que va a expulsar del país a personas con documento extranjero que participaron de la movilización. Ya vimos la misma película en las detenciones del 12 de junio de 2024, cuando 33 personas fueron detenidas arbitrariamente”, denunció el CELS un día después de aquella marcha de los jubilados acompañados mayoritariamente por hinchas inorgánicos. 

Solo se mencionan hasta acá episodios que tienen una connotación futbolera. Ya sea por la tipificación de barrabrava que utiliza la ministra para acusar a cualquiera, su política de patota y uniforme para intimidar jubilados o vejámenes ocurridos en un estadio como el que sufrió el colega Centurión.

Pero hay hechos tan o más graves como los de estas últimas dos semanas cuando hinchas de distintos clubes se solidarizaron con los abuelos que cobran la jubilación mínima. El crimen del trabajador bagayero Fernando Martín Gómez en Orán, Salta, cometido por la Gendarmería a las órdenes de Bullrich. La mise-en-scène que armó en la cárcel federal de Coronda, Santa Fe, para hacer ver que la inauguraba con un solo preso traído desde Buenos Aires en diciembre del año pasado. El intendente de la ciudad, Ricardo Ramírez, calificó el hecho como “una película” producida por la ministra. Y es un político de origen radical que integra lo que queda de Cambiemos. 

Más humo esparció la ministra por Plaza Congreso el 11 de septiembre pasado. Fue la tarde en que un efectivo de la Policía Federal- que depende de ella – gaseó a una nena que estaba con su madre mientras se debatía en el Senado el veto del presidente Javier Milei a la reforma de la fórmula jubilatoria aprobada en el Congreso. Bullrich negó que hubiera sido un uniformado el autor: “Eso no es gasear a una nena. La policía está avanzando, la señora está en el piso, la policía está en el piso, lo que hace es poner atrás a la nena, y está tirando gases. Nadie apunta a una nena ni a la mamá” dijo basándose en un video que hasta La Nación+ reconoció como falso y que había sido enviado al canal por el jefe de la Policía Federal, Luis Alejandro Rolle, según el periodista Eduardo Feinmann.

Las producciones de ciencia ficción que propone la funcionaria – hubiera encajado bien en el gabinete de Videla o Galtieri - tienen como punto de partida el “miente, miente, que algo queda”. Las causas que armó desde el Estado contra inocentes se repiten y alcanzan una efímera notoriedad entre los periodistas divulgadores del relato libertario. Pero no van mucho más allá. 

Cuando sucedió la primera movilización contra el gobierno de Milei el 20 de diciembre de 2023, Bullrich aplicó el protocolo anti-piquetes y se abrió una causa judicial que la fiscal de la CABA, Andrea Verónica Scanga, decidió archivar. La resolución judicial ni siquiera consideró una contravención la marcha convocada por los movimientos sociales y partidos de izquierda. Una puesta en escena más de la ministra cuyos libretos tienen menos credibilidad que el Pastorcito mentiroso de Esopo. ¿Cuál será su siguiente fábula?

 


 Por Gustavo Veiga / P12

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