Inteligencia artificial: ¿innovación o burbuja?

Actualidad11 de marzo de 2025
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A lo largo de los último meses, asistimos a un frenesí tecnológico que, a simple vista, parece revolucionar el panorama global: la inteligencia artificial se erige como el próximo gran motor del cambio, seduciendo tanto a gigantes corporativos como a startups emergentes. Los que nos dedicamos al mundo académico y a la investigación somos, como siempre, de los primeros en verlo, cuando las discusiones en clase y las conferencias que nos solicitan se convierten de golpe en prácticamente monográficas, aunque el tema sea algo en lo que llevas trabajando desde 2011.

Sin embargo, detrás del brillo de estas supuestamente «nuevas» herramientas y de las estrategias disruptivas de las compañías que las ponen en el mercado, surge una pregunta incómoda: ¿estamos ante una transformación genuina o simplemente ante una burbuja tecnológica más que evoca a la de internet a finales de los ’90? Es importante entender el concepto: una burbuja, como escribí en un artículo anterior, no es ni intrínsecamente algo negativo (por su capacidad para depurar el ecosistema), ni un elemento infamante o que de alguna manera desacredite la tecnología (internet pasó la suya y todos podemos ver lo que es hoy en día). Pero indudablemente, es un elemento de precaución que siempre que no lo interpretemos como una invitación al inmovilismo, sí debería invitar a la reflexión.

El talento capacitado en inteligencia artificial se ha convertido en la moneda de cambio en la economía digital. Un artículo en The Wall Street Journal, «How the AI talent race is reshaping the tech job market«, nos recuerda que la demanda de profesionales especializados en inteligencia artificial está reconfigurando el mercado laboral tecnológico: de la noche a la mañana, todo el mundo quiere tener esa mágica línea en su curriculum que menciona la inteligencia artificial y justifica sueldos millonarios y fichajes fastuosos. Empresas de todos los tamaños se lanzan a la caza de estos perfiles, creando una especie de «fiebre del oro» moderna, un auge que tiene un coste: la escasez de expertos podría traducirse en un sesgo que favorece la inversión en «áreas de moda», un «pongamos inteligencia artificial en todas partes», en lugar de fomentar una innovación verdaderamente creativa o disruptiva.

En escenarios tan interesantes como India, según me cuentan mis alumnos, se vislumbra otro panorama. Según la Global Chief Privacy & AI Governance Officer de Wipro, Ivanna Bartoletti, el desarrollo de una inteligencia artificial responsable y ética no solo es posible, sino que es imprescindible. La apuesta por soluciones que respeten la privacidad y la equidad podría marcar una diferencia significativa en un mundo cada vez más digitalizado, en el que no se trata simplemente de correr tras el último avance, sino de construir un futuro tecnológico en el que la innovación vaya de la mano con la responsabilidad social y la protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos y los trabajadores, y en el que la destrucción de puestos de trabajo por parte de la inteligencia artificial, que indudablemente tendrá lugar a ciertos niveles, se acompañe de la creación de nuevos puestos y responsabilidades. ¿Cómo convencer a los empleados de una compañía para que incorporen la inteligencia artificial, si por un lado los beneficios no son para nada los que esperaban, y por otro temen por sus puestos de trabajo?

El reciente lanzamiento de agentes de ventas basados en inteligencia artificial por parte de Microsoft, que pretende rivalizar con Salesforce, ilustra la intensa competencia en el terreno corporativo. Este movimiento no solo es un reflejo de los intentos de monetizar la inteligencia artificial, sino también un indicador de cómo las empresas buscan posicionarse en un mercado seducido por promesas de eficiencia y automatización.

Por otro lado, la proliferación de contenido generado por inteligencia artificial esta empezando a sofocar la web, mostrando la evidencia de la facilidad en su uso. La saturación de información de baja calidad, lo que algunos califican ya despreciativamente como «AI slop«, representa una amenaza real para el ecosistema digital que, en lugar de enriquecer la red, corre el riesgo de diluir el valor del conocimiento y alienar a los usuarios.

Pero el debate no se limita al terreno empresarial y laboral: un análisis reciente no publicado de Goldman Sachs advierte que, a pesar de las enormes inversiones en inteligencia artificial, no estamos viendo un aumento proporcional del PIB. Una reedición del debate de la paradoja de la productividad que suena conocida, que afirma que estamos sobrevalorando la capacidad transformadora de la inteligencia artificial en términos macroeconómicos y que seguramente termine teniendo las mismas respuestas. Una desconexión entre el gasto en tecnología y el crecimiento económico efectivo que nos recuerda, de nuevo, a esas advertencias de burbuja, cuando el entusiasmo supera a la realidad o a las expectativas prometidas. Algunos inversores, de hecho, muestran dudas sobre la capacidad de la inteligencia artificial para generar ganancias sustanciales a corto plazo, unas dudas que cuestionan la viabilidad de una revolución basada únicamente en la promesa de la automatización y el análisis de datos. ¿Estamos ante una nueva moda especulativa, donde el brillo de la inteligencia artificial lo justifica todo y oscurece la necesidad de métricas sólidas?

La carrera por el talento, la apuesta por una innovación responsable y los movimientos estratégicos de las grandes corporaciones son señales claras de que estamos en medio de una transformación fundamental. Sin embargo, equilibrar el entusiasmo con un escepticismo razonable es fundamental para mantener una mirada crítica y no dejarnos seducir por las modas y el fervor del momento: cada revolución tecnológica tiene sus desafíos y sus contradicciones, y en el caso de la inteligencia artificial, la promesa de un futuro automatizado y altamente eficiente convive con el riesgo de crear una burbuja alimentada por inversiones desproporcionadas, llena de contenido de baja calidad y de expectativas absurdas e irreales.

Nota: https://www.enriquedans.com/

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