Humor: Expectativas para el año que comienza

Actualidad04 de enero de 2025
cuartoreymagoacomodado

Siguen los enfrentamientos entre tres de los más enfáticos grupos de estudios bíblicos: el grupo «Bibliana Canosa», que en polémica con los beatlemaníacos «Let it Biblia» y los justicialistas «¡Biblia Perón!», sostiene la existencia de un cuarto rey mago, llamado «Rey Mago Jeremías» o también «Rey Mago Juan Carlos Mastrodonatto». También se lo conoce como «El Rey Mago que llega unas cuantas semanas antes que los otros».

Porque lo interesante de este cuarto Rey Mago es que –a diferencia de Melchor, Gaspar y Baltazar y los regalos deseados por los niños para ese día especial, el 6 de enero– aparece antes, a fines de noviembre, para dejar expectativas en las cabezas de los adultos. Por ejemplo, aquella vez, a José, el carpintero, padre de Jesús, le dejó una.

José de pronto se encontró pensando:

«Este año que empieza debería aprender latín. Me abriría muchas oportunidades laborales. Podría crear piezas de carpintería con más prestigio, porque las nombraría en latín. Como una bowindoum o algo para sostener la bacha en el baño: un vanitorum». Y es que si los niños son felices cuando reciben juguetes, muchos adultos lo serán si pueden cumplir logros.

El cuarto Rey Mago también le dejó a María dos logros por cumplir: «Este año debería tratarme la celulitis y empezar a hacer reuniones en casas donde les pueda vender a amigas, vecinas y amigas de las vecinas, unos productos que son como vasijas de cerámica, pero cuadradas… ¡y con tapa! Servirían para guardar y mantener frescos los alimentos. Además, vacías, pueden entrar una dentro de otra para no ocupar mucho lugar. Taperwerum, podrían llamarse. Tienen que tener un nombre así, en latín. Da siempre más prestigio. Eso dice José».

Problema

Mientras los otros Reyes Magos regalan un juguete que cumple un deseo, este Rey Mago solo regala un deseo. Y un deseo siempre es un problema a resolver.

La idea expresada a través de este Rey Mago se anticipa ya en el Antiguo Testamento en las profecías de Ingrid de Basilea. En «Premoniciones y visiones del futuro contados a las tribus freudeanas del lado oeste de la muralla de Jericó, pasando el túnel y antes de la rotonda de Nazareth», Ingrid profetiza: 

«Hombres y mujeres anidarán en sus mentes algo que los hará esclavos, empleados, súbditos. Algo que regirá sus vidas y los hará seguir un rumbo y una tarea cada día. Se llamará deseo. Y tendrá forma de una pareja para amar, un hijo para criar, un dormitorio para pintar. O el cambio de algo llamado “Fiat Duna a gas” por algo llamado Suran (N. de la R.: acá aparecen dos premoniciones: la del Fiat Duna, y la de algo llamado Suran, que seguramente refiere al difundido modelo de la empresa automotriz Volkswagen). Cosas llamadas “cursos”, “dietas”, “ingresos de la universidad para terminar una carrera”, “hacer un quincho en el fondo”, “ver un espectáculo de Flavio Mendoza (N. de la R.: la Biblia predice también la existencia de algo llamado Flavio Mendoza) y miles y miles de formas en las que el deseo se presentará como promesa de felicidad. Eso que falta. Eso que debe hacerse. Cada año que termine llegará con misiones para el siguiente. Cada año que Dios os haga vivir, os dirá al terminarse que os falta algo por tener o algo por hacer. ¡Oh, sí…! Al terminar cada año muchos querrán algo llamado “iPhone”. O habrá alguien llamado “Raul iPhonesin”. No lo tengo muy claro».

Desafío

Como un horizonte o una condena, el deseo y la expectativa son una extorsión que tiene a nuestra posible felicidad como rehén. La duda eterna será vivir entre la aceptación y el confort de conformarse o el desafío de una misión que se comerá nuestras horas. Porque siempre hay algo que parece faltar. Lacan habla de eso. Aunque ya podía verse en la enseñanza de Jesús al peregrino insatisfecho. 

En los Evangelios de Mateo (14:13-21), Marcos (6:30-44), Lucas (9:10-17) y Juan (6:1-14) Jesús, después de darle de comer a una multitud de más de 5.000 hombres sin contar mujeres y niños con el milagro de multiplicar panes y peces, escuchó a un peregrino gritar suplicando:

–Oh maestro… multiplicasteis los panes y los peces. ¿Qué tal si ahora multiplicáis algún postre? Podría ser un postre vigilante. No lo toméis como una presión. Es solo una sugerencia.

–Os escucho peregrino… pero… ¿Esperáis con membrillo o esperáis con batata? –preguntó Jesús.

–Prefiero batata –dijo con cierto brillo en los ojos el peregrino.

–Si queréis batata, no debéis pedirme a mí. Debéis pedirle a Marcelo –sugirió el Hijo de Dios.

Obviamente, el peregrino preguntó a cuál Marcelo se refería, y Jesús le contestó en forma categórica y fehaciente, dejándole como enseñanza que a veces está bien pedir y a veces no. Es decir: a veces está bien tener deseos y a veces están de más. Y ese es el gran problema.

Porque cada año que termina Dios manda al cuarto Rey Mago para que en nuestra cabeza aparezca un deseo o una misión para que recordemos que somos incompletos. Dios nos manda a decir que no somos Dios. Pero hay que intentarlo. O no.

Por Pedro Saborido / Acción 

Te puede interesar