El calvario de la beba que sobrevivió a un cáncer pero no pudo soportar los feroces golpes de su papá
La familia Lawrence había hallado la estabilidad que buscaban en Syracuse, alejados del ruido de Manhattan pero dentro del Estado de Nueva York. Y muy cerca también de las cataratas del Niagara. Ryan y Morgan Lawrence compartían un amor que a la vista de extraños parecía ideal. En su hogar en Valley Drive, junto a su pequeña hija Maddox, vivían lo que a simple vista parecía una vida sencilla. Solían salir los domingos a pasear por el parque y saludaban a sus vecinos con cordialidad. Nada parecía afectarlos. Sin embargo, tras esa fachada cotidiana idílica, los días estaban marcados por tragedias personales, enfermedad y un abismo emocional que culminaría en un acto de violencia que estremeció a toda la comunidad.
Ryan Lawrence nació y creció en Baldwinsville, Nueva York. Desde joven, demostró una inclinación artística notable. En su paso por la C.W. Baker High School, obtuvo una mención honorífica en los Scholastic Art Awards, un reconocimiento a su talento que prometía un futuro lleno de creatividad. Pero su vida cambiaría radicalmente cuando, a los 17 años, perdió a su madre, Mary Lawrence, víctima de un agresivo cáncer de riñón. Mary, conocida por su trabajo como defensora de víctimas en la Oficina del Fiscal del Distrito, dejó un vacío que Ryan nunca pudo llenar.
Cómo surgió el amor
Tras graduarse, Ryan no pudo seguir estudiando y empezó a trabajar en casas de comida rápida y el correo estatal. No podía levantar cabeza y necesitaba de las ayudas del estado para comer todos los días. En su último empleo conoció a Morgan, una joven que, como él, se desempeñaba repartiendo cartas. La relación floreció rápidamente. Solían cenar cerca de la oficina postal y luego pasarse horas hablando del futuro. De casas con jardín, hijos y domingos de paseos en el parque. Cuando Morgan quedó embarazada, decidieron casarse y mudarse a una casa alquilada en Valley Drive, lejos de los turistas que colman Manhattan todo el tiempo.
El nacimiento de Maddox
En 2014, la vida de la pareja cambió para siempre con el nacimiento de Maddox. Al principio, la vida parecía la de esas comedias románticas de Hollywood. Juntos paseaban a la bebé o ella le preparaba la mamadera, mientras él le cambiaba los pañales mientras cantaba algún tema de los Rolling Stones. Al poco tiempo, comenzaron los problemas. Ryan y Morgan notaron que el ojo izquierdo de Maddox comenzaba a oscurecerse. Tras consultas médicas, el diagnóstico fue devastador: retinoblastoma, un cáncer poco común de la retina.
Este tipo de cáncer ocurre cuando las células retinianas inmaduras crecen de forma descontrolada, un proceso que debería detenerse durante el desarrollo fetal. Para Maddox, significaba un futuro incierto. Los Lawrence pasaron a vivir entre hospitales y quimioterapias en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, donde Maddox recibía tratamientos extenuantes de seis horas para combatir el tumor.
El costo emocional y financiero fue inmenso. Ryan y Morgan, con ingresos limitados, recurrieron a una campaña de GoFundMe, logrando recaudar más de 9.000 dólares gracias al apoyo de casi 100 donantes. A pesar de los sacrificios, su amor por Maddox nunca flaqueó, y poco a poco, la pequeña empezó a mostrar signos de mejoría. Una tarde, los médicos le dieron el alta. La nena salió del hospital entre los aplausos de las enfermeras e hizo sonar la clásica campana en la puerta de las salas de quimioterapia pediátricas.
La recuperación de Maddox
A medida que la salud de Maddox mejoraba, la familia intentó recuperar una rutina normal. Ryan, quien trabajaba repartiendo tortas para las cafeterías Freedom of Espresso en Syracuse, una cadena muy conocida en la localidad. Solía llevar a Maddox a sus recorridos. Vecinos lo veían con la niña en brazos. El hombre alternaba entre cargarla y las bandejas con las delicias dulces. Los clientes sumaban propina extra frente a la imagen de ternura paternal.
Sin embargo, esta cercanía aparente ocultaba algo oscuro. Ryan, como más tarde confesaría ante los tribunales, comenzó a sentir celos de la atención que Maddox recibía, especialmente de Morgan. La dedicación a la salud de la niña había desplazado, según él, sus propias necesidades emocionales.
Detrás de ese supuesto padre tierno, se engendraba un monstruo capaz de cualquier cosa. Primeros fueron pensamientos oscuros. Luego, pasó a la acción y eso fue lo peor.
El 20 de febrero de 2016, Morgan terminó su turno de trabajo alrededor de las 10 de la noche. Ryan solía ir a buscarla. Sin embargo, esa noche recibió un extraño mensaje de texto. Ryan le informó que había dejado el coche en el estacionamiento con las llaves y que debía volver a casa por su cuenta.
Al llegar, Morgan encontró una escena que helaría su sangre: Ryan y Maddox no estaban, pero sí una nota perturbadora y un video de ocho minutos en el que Ryan declaraba: “Me voy, y me la llevo conmigo”. Desesperada, Morgan llamó a la policía, y rápidamente se emitió una Alerta AMBER de búsqueda de menores. Toda la policía del estado de Nueva York empezó a buscar a la nena y su padre.
Equipos de policías locales y estatales rastrearon zonas cercanas al hogar de los Lawrence y al Destiny USA Mall, un shopping muy conocido de la zona. Helicópteros de la policía sobrevolaron el lago Onondaga y los buzos inspeccionaron sus aguas heladas. Los esfuerzos se extendieron hasta otras localidades cercanas a Syracuse. La desesperación de la madre iba in crescendo.
Dos días después, una mujer en Baldwinsville reconoció a Ryan, quien caminaba disfrazado por Downer Street, la calle céntrica del pequeño pueblo. Se había dejado una barba larga, usaba un gorro y anteojos negros. Tras alertar a las autoridades, la policía lo detuvo. Ryan intentó dar un nombre falso, pero pronto confesó su identidad. En su mochila, llevaba equipo de campamento, Sin embargo, Maddox no estaba con él.
El triste final de Maddox
Durante el interrogatorio, Ryan inicialmente afirmó que había entregado a Maddox a una pareja que había huido a Bolivia. Sin embargo, los detectives, escépticos, lo presionaron hasta que uno de ellos lo enfrentó directamente: “¿Cómo murió ella?”. La respuesta de Ryan fue escalofriante: “Trauma por objeto contundente”. Así sin inmutarse y con un claro lenguaje policial, el hombre confesaba que había matado a su pequeña hija.
Ryan confesó que, tras dejar a Morgan en el trabajo, condujo con Maddox hasta Labrador Hollow, un área remota en el condado de Cortland. Allí, en un paraje aislado, golpeó a la nena en la cabeza con un bate de béisbol y luego quemó su cuerpo junto con el arma. Posteriormente, colocó los restos en una bolsa amarilla, la lastró con un bloque de cemento y la arrojó a un lago en un bosque en las afueras de Syracuse.
El motivo detrás del asesinato fue tan impactante como el crimen en sí. Ryan admitió que mató a Maddox por celos, resentido por la atención que ella recibía, especialmente durante su enfermedad.
La confesión llevó a los buzos a buscar en uno de los puertos para lanchas del lago de Syracuse. Allí, en un descubrimiento desgarrador, recuperaron los restos de Maddox. El trauma de la escena fue tal que se necesitaron capellanes policiales para apoyar a los detectives. Los buzos entraban al agua y no podían creer lo que veían. Salían descompuestos y tenían que vomitar en bolsas de papel antes de seguir con el rescate del cuerpo de la nena.
La noticia devastó a la comunidad. En varias calles de Syracuse surgieron memoriales improvisados en honor a Maddox, llenos de flores, velas y juguetes. “Esto sacudió a toda la comunidad -expresó Melody Wilkinson, una residente local en el momento del hallazgo a un diario local-. “Siempre hemos sido unidos, y cuando algo así ocurre, nos apoyamos mutuamente”.
El juicio por el crimen de Maddox
Ryan fue arrestado y acusado inicialmente de asesinato en segundo grado. Con el avance del caso, los cargos fueron elevados a asesinato en primer grado. Aunque al principio se declaró inocente, Ryan finalmente aceptó un acuerdo de culpabilidad para evitar un juicio. Fue sentenciado a 25 años de prisión sin posibilidad de libertad condicional antes de ese plazo.
Durante el juicio, la familia de Maddox se enfrentó a la desgarradora tarea de compartir su dolor. Su abuela, Robin Forster, destacó detalles inquietantes sobre las prioridades de Ryan tras su arresto: mientras pedía objetos como un acuario y fotos de su perro, nunca solicitó alguna imagen de su hija. “¿Alguna vez fue importante para ti?”, le dijo la mujer en la corte en un cara a cara durante el debate judicial.
Morgan, la madre de Maddox, también habló en la audiencia. La mujer reveló cómo la muerte de su hija la había sumido en una profunda ansiedad que la aislaba de la vida cotidiana. Con lágrimas, se dirigió directamente a Ryan: “Daría cualquier cosa por abrazarla de nuevo. Lo que hiciste es cobarde. ¿Cuál fue el propósito?”.
Ryan sigue detenido y no recibe visitas. Pasa gran parte del tiempo alimentando a un pez que le dejaron tener en su calabozo y sale poco al patio. Casi no tiene intercambios con otros presos. Morgan, tanto, se quedó en Syracuse y suele agregar flores a los altares que su hija tiene en varias calles del pueblo. Cuando la ven por la calle, los vecinos recuerdan el caso. Mucho de ellos, aún tratan de buscar alguna respuesta a tanta violencia.
Nota:infobae.com