Lo que faltaba: el peronismo villarruelista

Actualidad29 de agosto de 2024
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En un nuevo capítulo de la extensa saga de desorientación e incoherencia de gran parte de la dirigencia política que supimos conseguir, sectores visibles del peronismo han decidido darse la oportunidad de discutir en público cuán cercana a sus ideas es la vicepresidenta del gobierno libertario de Javier Milei, Victoria Villarruel.

Más allá de que habría que poner en tela de juicio cuál sería hoy el ideario peronista:¿El de Cristina? ¿El de Scioli? ¿El de Alberto F? ¿El de Massa?, por citar apenas sus cuatro últimas candidaturas presidenciales, algunas infelizmente concretadas, el debate se limitaba a esa suerte de provocación constante de dirigentes que hacen ruido para ganar espacio en los medios y en las redes y que nunca le dieron los votos cada vez que se presentaron. Salieris de Milei.

A ese grupo alborotador, en el que destacan los exfuncionarios K Sergio Berni y Guillermo Moreno, se sumó en los últimos días nada menos que el jefe de la bancada de UxP en el Senado, José Mayans. Fue cuando en medio de la sesión en la que la cámara ratificó la decisión de Diputados de cambiar el cálculo de los aumentos jubilatorios -que el Gobierno prometió vetar- bromeó con Villarruel sobre el mote de “jamoncito” que ella le puso al Presidente en la única entrevista que brindó. Y Mayans la invitó a “profundizar” la amistad entre ellos, entre risas.

Fue “too much”, diría CFK, que descerrajó un posteo inusual en su brevedad: “Pericia psiquiátrica le vamos a pedir a los que dicen que Villarruel es peronista”. La sentencia, lejos de obturar la polémica, solo la acentuó.
Mayans, hombre del interminable gobernador formoseño Gildo Insfrán, replicó con el interrogante de sí también había que someter a algún análisis de la psiquis a quienes eligieron a Alberto Fernández para presidir el PJ. Conviene leer el subtexto. En realidad le pasa factura a Cristina de haberlo elegido para presidir el país.

Por si alguien se olvida, Mayans y Villarruel ya habían iniciado una amistad en diciembre pasado. Fue cuando el Poder Ejecutivo había anunciado que el senador de LLA por Formosa, Francisco Paoltroni (hoy a punto de ser excluido del bloque por sus críticas a Santiago Caputo y a Milei por el ascenso del juez Ariel Lijo a la Corte Suprema), iba a ser el presidente provisional de la cámara Alta. Al ser Paoltroni un acérrimo adversario de su protector Insfrán, Mayans negoció con la vicepresidenta voltearlo y ungir en su lugar al libertario puntano Bartolomé Abdala.

Esa ductilidad de Villarruel estuvo lejos de ser aislada y se corroboró con otras actitudes “rosqueras” en el Senado, donde el peronismo concentra una cómoda primera minoría. Si a eso se le agregan su agenda paralela nacionalista (que incluye visitas casi constantes a las provincias, sobre todo Salta, donde tiene intereses que exceden lo político), sus progresivos choques con el Gobierno y la buena imagen que concita en algunas encuestas, se construye un combo seductor para cierta dirigencia peronista presa de la confusión general.

En ese sector, resulta un detalle menor los nexos de Villarruel con militares condenados por delitos de lesa humanidad o su reivindicación de las víctimas del terrorismo guerrillero, que la volvieron a llevar el martes a prometer que “reabriremos todas las causas” y que “todos los montoneros tienen que estar presos”.

Dos apuntes al respecto. Uno, que la justicia, con aval de la Corte Suprema, cerró esas causas por prescripción. División de poderes se llama. Dos, hubo montoneros detenidos y condenados por jueces, Villarruel. Toda su cúpula, de hecho, junto a la del ERP. Los liberó a todos vía indulto Carlos Menem, el mandatario ejemplar para Milei, su presidente. Si se clama por la memoria completa, que sea de verdad.

Por Javier Calvo / El Destape

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