Paciencia y ferocidad

Actualidad21 de julio de 2024
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El gobierno de ultraderecha trastabilla. Seis meses tardaron para aprobar un proyecto de ley en el Congreso. Y cuando parecía que comenzaban a estabilizarse, la economía entró en zona de turbulencia. El Pacto de Mayo, firmado en julio, fue cualquier cosa menos el pretendido acto refundador. La realidad puede ser más cruel que su prepotencia.

Hacia adelante todo es una incógnita. La suerte del oficialismo está atada a su capacidad para mantener a raya la inflación. Pero conseguir ese propósito, del que depende la legitimidad, implica retrasar el resto de los ajustes que el mercado reclama. Como les pasó a sus predecesores, Javier Milei está enfrascado en sostener un esquema que no cierra. El peso de la inercia comienza a devorarlo. Y el fantasma de un crac financiero otra vez sobrevuela. El león está siendo domado.

En estas condiciones, los berretines internacionales del presidente, su desprecio por la rosca y el abandono de la gestión de la máquina estatal pueden operar como catalizadores de una crisis política de magnitud, cuando el humor de las expectativas cambie.

“El que se enoja pierde” reza una de las máximas de la política profesional, que también fue sacudida por el vendaval libertario. Justo el más furioso les pasó el trapo a todos. Y no deja de bardearlos. Sin embargo, la casta no se inmuta y sus personeros de un lado y del otro de la grieta ensayan alquimias a la espera de la oportunidad para volver al ruedo, si “el furia” fracasa. Las viejas cuitas prescriben, los muertos reviven y un manto de piedad funciona como autoamnistía, mientras se arma el álbum de figuritas para las elecciones de medio término. Ellos confían en las fuerzas de la gravedad. Aunque el país se hunda.

Para el resto de los mortales el partido se juega en el día a día. Y el desafío es lidiar con la desorientación. Con la angustia. Con la ciclotimia que alterna entre optimismo y pesimismo, entre entusiasmo y depresión. Cuesta hacerse una idea de cómo va a seguir la historia. Hasta dónde llegará la degradación. Cuánto crecerán la violencia y la insensibilidad. “Se rompieron los horizontes predictivos de la sociedad”, dice un experimentado pensador amigo. Para quienes estamos inmersos en esta vorágine, si la política sigue teniendo sentido es porque algo nuevo está por venir. O como dice una joven amiga, la próxima tenemos que “volver peores”.

Por abajo, la pared
 
El gobierno de La Libertad Avanza se sostiene en dos pilares, lábiles pero decisivos: la moneda y la expectativa que genera. De la pericia para mantener la credibilidad de la primera depende la pervivencia de la segunda. La gobernabilidad está en manos de los Caputo. Y si la fórmula falla, hay dobles de riesgo: Bullrich y Villarruel. La doctrina Chocobar y los tanquecitos en la calle.

Las encuestas siguen registrando un importante apoyo en la mitad de la población. A pesar de la malaria, hay una narrativa que funciona. El relativo estancamiento del afán reformista convive con una radicalización discursiva que transmite convicción y autenticidad. Salvo honrosas excepciones, en la oposición nadie exhibe niveles similares de consecuencia.

Más allá de la espuma de la opinión pública, existen indicios de una preocupante mutación de la bronca acumulada en la sociedad. De apuntar contra los políticos o la estatalidad, ahora el odio se derrama de manera horizontal hacia la propia gente. Lo que solía erupcionar de abajo hacia arriba salpica hacia los costados. Los devotos de las fuerzas del cielo depositan en quienes “no la ven” la culpa de un eventual fracaso oficialista. Mientras que la recriminación de quienes padecen la crueldad libertaria para con los votantes del león se torna tirria cuando insisten a pesar de la catástrofe en curso. Escenas de una guerra civil en ciernes, que es la etapa superior de la grieta. Música para los oídos de la ultraderecha.

No es fácil salir de esta encerrona. La sensación de estar desarmados domina a quienes pretendemos oponernos. La reacción espontánea y corporativa que alcanzó para ponerle un freno a Macri parece haberse consumido en el primer semestre de esta renovada ofensiva garca. En adelante cada batalla parece indescifrable. Pero victimizarse es darles pasto a las fieras.

En esta incómoda e incluso dramática situación habrá que encontrarle el agujero al mate. Paciencia y fraternidad por abajo, hasta parir los nuevos símbolos de paz. Audacia y ferocidad por arriba, hasta el helicóptero y más allá. Aunque no sepamos qué nos depara el más allá.

Por Colectivo Editorial Crisis

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