Sangre, sudor y lágrimas

Actualidad 26 de junio de 2024
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Si toca una semana en la que Javier Milei no viaje al exterior, tal vez el 9 de Julio se empape el país de celeste y blanco para firmar un consenso político. Más pretencioso su contenido que efectivo, aunque esos actos sirven para hilvanar relaciones entre los actores. El Presidente convoca, no todos habrán de asistir: cada cual tiene su himno interesado para cantar. Por ahora, van los propios o afines –entre otros, los cuatro gobernadores con los que dialogó esta semana (Salta, Jujuy, Catamarca y Tucumán)– y, por supuesto, de la convocatoria ya se desentendió ofendido Axel Kicillof. Comprensible: navega entre dos costas enemigas, la oficialista y la del cristinismo, el peor de los mundos y sin plata como el ocupante de la Casa Rosada. No sabe dónde desembarcar. Se vienen rondas de negociaciones ya conversadas con el jefe de Gabinete Guillermo Francos, por felices acuerdos tipo: “los niños son los únicos privilegiados” o “alcanzar la felicidad del pueblo”, coincidencias vestidas como si fuera el vetusto Pacto de la Moncloa. También reaparición de personajes, espectros y ánimas que solo triscan en el Congreso de la Nación en este momento, por una luz bienhechora de mayorías que los ilumina como protagonistas. Y, al mismo tiempo, delibera la oposición para llamar a otra cumbre, una “contra cumbre” como la de Chávez y Maradona cuando George Bush aterrizó en Mar del Plata.

Claro, son tiempos de libre competencia, aunque lo curioso de estos cónclaves opositores es que invitan quienes son adeptos a los mercados regulados. Según las versiones, los nombres de Miguel Pichetto, Máximo Kirchner, Sergio Massa, hasta Guillermo Moreno danzarán en los medios los próximos días, para rondas de un lado o del otro. O para ambas. De Cristina no se habla, pétrea en el silencio: la prisión inmediata que el juez Ramos Padilla padre le aplicó al exgobernador Alperovich sin sentencia firme debe haberla puesto nerviosa. A ver si a alguien se le ocurre repetir ese presunto exceso con ella. Debe haberla afectado más esa decisión carcelaria que la previsible sanción judicial a un amigo entrañable que durante su gobierno, le cubrió las espaldas con la esposa en el Senado, la fonoaudióloga Beatriz Rojkes. En ese período, la viuda de Kirchner fue más amiga de la engañada mujer que del exgobernador. Ahora también: los hombres siempre hacen mal.

Orgulloso Milei de su repercusión como líder de centroderecha en Europa, vendedor de su propio éxito contra la inflación y el inédito ajuste para sostener el superávit fiscal –según le confesó a los cuatro gobernadores con los que se reunió la última semana–, irradió también favores liberando pagos de certificados de obra pública. Para los amigos, todo. O poco. Igual que Néstor Kirchner cuando para construir su poder con los intendentes bonaerenses se sirvió de la firma y el bolsillo de Julio de Vido que luego le permitieron ganar las elecciones. Sin embargo, aunque Milei ha logrado estirar horas para su estabilidad –ya ningún consumidor de pochoclo anticipa el fin de su gobierno y él, personalista con el triunfo internacional, habla de un segundo mandato– tropieza con problemas cuya dimensión o consecuencia se desconocen. Como en cualquier administración.

Por ejemplo, internos. La dificultad para la jura del ya anunciado nombramiento de Federico Sturzenegger a cargo de un Ministerio dedicado a la desregulación económica, singularmente hoy acosado más por la posible liquidación de una multitud de prebendas empresarias que por la única intimación sindical que, gracias a una asombrosa velocidad de la Justicia, bloqueó el fin de la cuota gremial para los no agremiados que había redactado el futuro funcionario. Un tema de supervivencia, inferior sin embargo, al del sector privado empresario. Pero la dificultad para la jura de Sturzenegger se focalizo en responsabilidades: los límites para reformar el área reservada a ciertas empresas estatales, a privatizar o racionalizar. Plata en juego, demasiados intereses en el medio. Parece que resta establecer fronteras de actuación entre el futuro funcionario, su colega de Economía, Luis Caputo y su influyente sobrino Santiago, aparte del ascendente Manuel Adorni, quien ahora se encarga de los medios de comunicación para desprenderse, congelarlos o alinearlos. Tema aparte, decisivo: Aerolíneas Argentinas, un clavo por los ocho gremios que la ocupan, que parece clave en este novelón. Hasta el Papa dice preocuparse por la empresa, aunque su último viaje Buenos Aires-Roma lo hizo por Alitalia.

Son rencillas domésticas, subsanables, inferiores a la presión desatada por el FMI planteando reservas –públicamente, como novedad– sobre el manejo que ejerce el Gobierno en el sector externo. Disconformidad manifiesta del organismo, disensión con Caputo y Milei de vieja data. Raro: la burocracia internacional se preocupa por la calamidad social cuando al mismo tiempo, requiere mayores podas presupuestarias. Ya ocurría en tiempos de Martínez de Hoz: desfilaban en Washington por los derechos humanos, contra la Junta Militar, pero no dudaban en ampliar los préstamos a ese gobierno. Quizás hoy no importen las opiniones del organismo, pero al demandar Economía un adicional fresco de 8 mil millones habilita a que le discutan las condiciones de ese crédito eventual. El staff, aunque admitió progresos inesperados en la economía argentina en los recortes del gasto, cuestiona ciertos pilares como el valor del tipo de cambio (pide devaluación que el Gobierno rechaza de frente y perfil), si se unifica o no, también la ecuación para liquidar las exportaciones. Comparando se advierte cierta semejanza cuando lo apretaron a Sergio Massa ministro para que devaluara. Vencieron. Milei, asegura que no cederá. Y así como le preocupa la cuestión del empleo (la pérdida), reconoce y dice querer una eliminación del cepo, reprochándose que las empresas no puedan remitir sus ganancias al exterior. Pero ocurre que su proclamada eliminación de ciertos impuestos podría desencadenar una caída de la estantería fiscal si procede con cierto apresuramiento. Y recuerda que eso ocurrió con la Administración Macri, lo repite como una tabarra. Después el expresidente sostiene que no se acuerdan de él.

No alcanza la plata por más ahorro comprometido y realizado. Además, el promisorio estrellato internacional de Milei en círculos del poder, la admiración de ciertos empresarios poderosos y las promesas de colaboración tampoco resultan suficientes –al menos, la semana pasada– para estabilizar el mercado accionario, propenso a la baja luego de formidables rendimientos. Como si en Wall Street confiaran menos en los empresas que en el Gobierno, los títulos públicos no tuvieron tanto castigo como las acciones. Habrá que aguardar los próximos cinco días para conocer mejor la temperatura, la volatilidad de un país que en un año o dos puede ser exhibido como un modelo a copiar, según lo que dicen muchos expertos. Mientras tanto, sangre, sudor y lágrimas.

Por Roberto García / Perfil

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