Decadencia moral, mediocridad obligada

Actualidad 21 de junio de 2024
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La decadencia moral y ética de los pueblos está relacionada directamente con las modificaciones socio-culturales y la concepción moderna de la vida. En esto último deben incluirse, el dinero, el poder y la apariencia. Los clásicos valores de la honestidad, humildad, trabajo y seriedad casi han desaparecido. La mayoría de las personas, por no decir todas, están empujadas por la sociedad misma a obtener cada vez más dinero y poder para poder ascender socialmente. Y esto está relacionado con actos de corrupción, deslealtad, de conveniencias y fenómenos reñidos con la moral, que en la actualidad parecen meros hechos cotidianos. 

Cuánta verdad hay cuando se afirma que los sujetos más despreciables son aquellos que predican sobre la importancia de la moral y que no ajustan su conducta a las palabras. Cada individuo es fruto de dos factores: la herencia y la educación. La primera genética y la segunda es el resultado de múltiples influencias del medio ambiente; es una continua aclimatación del individuo a la sociedad.

La sociedad actual exige a las personas poder y dinero rápido para destacarse y ser reconocido, quien no tiene esos “poderes” no existe aunque sea un erudito, un santo o una excelente persona. Estos factores determinan la aparición y el desarrollo de personas sin ideales, con la falsedad absoluta de la hipocresía, como lo describió José Ingenieros es su libro El hombre mediocre. Piensan con la cabeza de los demás, comparten la hipocresía de la moral y se ajustan a las conveniencias colectivas o individuales. No viven para sí mismos, sino para el que dirán en la opinión de los demás. Son moralmente peligrosos y generalmente luchan por las conveniencias presentes y no por los ideales futuros. 

Cuanto valor tiene esta aseveración si la trasladamos a los gobernantes de turno, cuanto peligro pueden encerrar sus actos de gobierno y cuanto daño pueden hacen hacer a la sociedad toda. Aquello que escribió el gran médico y escritor argentino Ingenieros sobre el hombre mediocre tiene hoy una aplicación muy amplia. Se han cambiado ideales por servilismo ya que con esto se puede acceder a lugares sociales y económicos que con los primeros no solo no se llegaría sino que sería un camino de enormes sacrificios y mucha lentitud. 

Las dificultades están en los tres pilares fundamentales de la enseñanza: el Estado, los maestros y los alumnos. Cada uno de ellos tienen fallas cuya repercusión final golpeará a la sociedad toda, porque los hombres que manejarán al país en el futuro serán los jóvenes que hoy se educan mal"

La mediocridad está asociada con la corrupción en todos los niveles de la escala social y en todos los gobiernos, desde hace muchos años. Diariamente asistimos a actos reñidos con la moral que aunque no repercuten publicitariamente o parecen insignificantes, no dejan de ser deshonestos. Las personas se sienten moralmente sanas y se desgarran las vestiduras cuando leen sobre corrupción en las esferas del gobierno, en las clases sociales altas; pero es conveniente que cada uno recapitule en su vida para darse cuenta que comete actos similares en su accionar diario. 

No solo es corrupto el policía que acepta el dinero “para hacer la vista gorda” en una infracción de tránsito, sino aquel que lo ofrece. Está obrando sin moral aquella persona que a sabiendas llega a un cargo por concurso “arreglado de antemano” pero que aparenta legalidad; el concursante y los jurados son corruptos por igual. 

Es moneda corriente en los concursos para cargos de profesores, directores o jefes en los distintos ámbitos de la vida educativa y publica de nuestro país; es tan difícil demostrar esta irregularidad como erradicarla. En la profesión médica ¿quién no ha dado a un amigo o vecino un certificado para faltar al trabajo justificando una enfermedad que no existió ¿ Cuanto mal nos hace la “viveza criolla” arraigada profundamente en el ser nacional que desde pequeño “mama” de ella y en muchas situaciones aflora, sin darnos cuenta, como un fenómeno natural de nuestro idiosincracia. 

Todos conocemos la decadencia de la sociedad argentina en las últimas décadas, también sus causas, lo que no encontramos es el tratamiento para poder revertirla (¿o no conviene?)"

Esta difícil situación social que vivimos diariamente y que cada día se torna más enfermiza y violenta está relacionada con todo lo expresado más arriba, puesto que cada vez es menos corregible y más severas sus consecuencias. 

La calidad de la educación es otro factor fundamental de esta mediocridad general; su deterioro ha sido tan severo y desde hace tantos años, que es muy difícil corregirla. Las dificultades están en los tres pilares fundamentales de la enseñanza: el Estado, los maestros y los alumnos. Cada uno de ellos tienen fallas cuya repercusión final golpeará a la sociedad toda, porque los hombres que manejarán al país en el futuro serán los jóvenes que hoy se educan mal y sin excelencia necesaria. 

Por supuesto que el resquebrajamiento que sufre hoy la familia moderna es un factor que condiciona la conducta de los niños, no solo en el aprendizaje sino en la concurrencia escolar con optimismo, ganas y esperanza. Las clases sociales más altas porque casi siempre están en convivencia con las clases dirigentes y sindicalistas y “transan” negocios y acciones que permiten seguir haciendo grandes ganancias a costa de la mayoría de la sociedad. 

Los dirigentes porque toman el poder para salvarse y poder salvar parientes y amigos. Las clases más inferiores influenciadas por las promesas de los dirigentes, los apoyan ciegamente

La falta de educación sensata y erudita hace, muchas veces, que no tengan la capacidad de discernir en el momento de votar y forman la masa amorfa (intelectual y social) que tantas veces se critica. 

Está en todos los integrantes de esta sociedad poner coto a esta mediocridad, que aparece en todos los estamentos socioculturales; que se nutre de la cultura del menor esfuerzo, de lo chabacano y de los favores de la corrupción. 

Debemos cambiar la esperanza de la riqueza económica por la de la belleza y la cultura; la viveza de vivir sin trabajar por la de hacerlo más y la de pensar más en el país que en lo personal (uno de los males argentinos). 

Todos conocemos la decadencia de la sociedad argentina en las últimas décadas, también sus causas, lo que no encontramos es el tratamiento para poder revertirla (¿o no conviene?). 

Aunque está muy relacionada con nuestra idiosincrasia, lo está con la de Latinoamérica; todos sus países tienen problemas semejantes. Simón Bolívar vislumbró el problema, llegando a expresar: “En América no hay fe entre los hombres y sus Estados; los tratados son papeles; las constituciones libros, las elecciones, combates; la libertad es anarquía y la vida un tormento”. 

Palabras que son un calco de la situación problemática que vive la América española desde su descubrimiento hasta nuestros días y que reflejan fallas en todos los estamentos de la sociedad y fundamentalmente en la de sus gobiernos.
 
Por.Jorge Orlando Guerrisi * Doctor en medicina, miembro de la Academia Argentina de Cirugía, Docente Autorizado de la UBA, Miembro Internacional de la Asociación de Cirugía Plástica Americana. / Perfil

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