Qué es la reserva cognitiva y cómo activarla para proteger al cerebro del envejecimiento
El cerebro, como todos los órganos del cuerpo, también acusa el paso de los años; el envejecimiento repercute en las neuronas y esto tiene sus consecuencias en la memoria, la concentración y en la aparición de enfermedades. Sin embargo, dicen los expertos, existe una gran aliada para contrarrestar esos efectos: la reserva cognitiva.
Esta es capaz de retrasar el posible deterioro cognitivo que puede aparecer con los años, promover una red neuronal más resistente y está en nuestras manos su desarrollo y entrenamiento.
Pero, ¿a qué se llama reserva cognitiva? El doctor Claudio G. Waisburg (MN 98128), neurocientífico, speaker y director del Instituto SOMA, explicó a Infobae que es “la capacidad del cerebro para resistir daños y mantener un funcionamiento normal a pesar de las lesiones o cambios patológicos. Este concepto explica por qué algunas personas pueden tolerar mejor que otras los efectos del envejecimiento o enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer”.
El experto señaló que la reserva cognitiva se desarrolla a lo largo de toda la vida y destacó que es fundamental hacerlo desde la infancia, “a través de la educación, las experiencias laborales, el aprendizaje continuo y actividades cognitivamente estimulantes”.
Por su parte, el doctor Marcos C. Fernández Suárez (MN 121849), médico neurólogo, especialista en enfermedad de Alzheimer, investigador en ensayos clínicos del Equipo de Neuropsiquiatría del Centro de Investigaciones Metabólicas (CINME), explicó a Infobae: “La reserva cognitiva es un mecanismo a través del cual los individuos están protegidos contra el deterioro cognitivo clínicamente significativo incluso en presencia de neuropatología (es decir de daño en el tejido cerebral)”.
Dijo el doctor que hace décadas que se ha observado que personas con mayor daño cerebral en los estudios neurológicos, en ocasiones, funcionan igual o mejor que otras con menor daño. “Esto abrió la especulación de que existirían factores socio-comportamentales como la educación y ocupaciones intelectualmente estimulantes, entre otras diversas actividades, que promoverían la construcción de redes neuronales más resilientes. Esta hipótesis que ahora tiene más de 40 años ha sido demostrada en gran medida”, afirmó el experto.
Y añadió: “A mayor reserva cognitiva, mayor capacidad de resistir al daño, incluyendo el provocado por la enfermedad de Alzheimer o la edad. Estudios sistemáticos y metaanálisis demostraron que las personas con mayor reserva cognitiva pueden reducir la aparición de deterioro cognitivo o la progresión de la demencia hasta en un 47%. Vale la pena aclarar que no existe suplemento natural o fármaco que haya demostrado semejante desempeño”, resaltó el médico.
Reserva cognitiva y el estudio de las monjas
Según cuenta la Fundación Alzheimer Catalunya en el año 1986 David Snowdon, epidemiólogo y profesor de neurología de la Universidad de Kentucky, realizó un estudio en un convento de monjas de clausura para investigar cuál era la relación entre el envejecimiento y el Alzheimer. En el conocido “Estudio de las monjas” o Nun Study, participaron casi 700 religiosas, a quienes se le hicieron pruebas cognitivas y de memoria cada año. Demostraron que aquellas con un nivel educativo más alto y que habían estado más activas mental y físicamente, tenían una mayor esperanza de vida y un menor deterioro cognitivo.
“La Hermana Mary, el estándar de oro para el Estudio de las Monjas, fue una mujer notable que tuvo un alto resultado en las pruebas cognitivas antes de su muerte a los 101 años de edad. Lo que es más notable es que mantuvo ese nivel alto a pesar de tener abundantes ovillos neurofibrilares y placas seniles, las lesiones clásicas de la enfermedad de Alzheimer”, describió el doctor Snowdon luego de estudiar su cerebro luego de su muerte, en una publicación de la Sociedad Gerontológica de Estados Unidos.
“Además, a través de unos escritos que las monjas habían hecho antes de entrar al convento, se vio cómo las que habían realizado relatos más ricos en contenido y lenguaje tenían menos posibilidad de sufrir una enfermedad neurodegenerativa como el Alzheimer”, explica la fundación. Así, el estudio demostró cómo ciertos hábitos de vida tenían una relación directa en el desarrollo del deterioro cognitivo.
De acuerdo a la escuela de Medicina de Harvard, desde entonces las investigaciones han demostrado que “las personas con mayor reserva cognitiva son más capaces de evitar los síntomas de cambios cerebrales degenerativos asociados con la demencia u otras enfermedades cerebrales, como Parkinson, la esclerosis múltiple o un derrame cerebral. Una reserva cognitiva más sólida también puede ayudar a funcionar mejor durante más tiempo si se está expuesto a acontecimientos inesperados de la vida, como estrés, cirugía o toxinas en el medio ambiente”, afirma la entidad.
Los tres beneficios de entrenar la reserva cognitiva
La acumulación de la experiencia educativa o académica y la estimulación de las capacidades mentales a lo largo de la vida de una persona se refleja en la reserva cognitiva. Esta es como un capital mental que, cuanto mayor sea, más ayudará a compensar los efectos del envejecimiento. Y esta reserva se puede entrenar toda la vida.
Waisburg explicó: “Hay más plasticidad cerebral en un recién nacido que en un anciano, pero la persona mayor tiene la misma capacidad no sólo de modificar la corteza, sino también de mantenerla. En ese sentido, el cerebro funciona como un músculo que, si no lo usás, se achica. La gimnasia cerebral debe darse en todas las edades. Cuando una persona se retira de su trabajo, se jubila y realiza menos desafíos mentales, contribuye a la pérdida de sustancia cortical, a una atrofia. Por eso, hay que mantener el cerebro en forma y este aprende con motivación”.
Según Waisburg, entrenar la reserva cognitiva es muy importante debido a tres beneficios principales:
Retrasa el deterioro cognitivo: “Una mayor reserva cognitiva puede retrasar la aparición de síntomas clínicos de demencia y otros trastornos neurodegenerativos. Esto significa que las personas con una alta reserva cognitiva pueden mantener su independencia y calidad de vida por más tiempo”, afirmó el neurocientífico.
Compensa mejor los daños cerebrales: “La reserva cognitiva ayuda al cerebro a compensar lesiones o daños al utilizar redes neuronales alternativas o estrategias más eficientes para procesar información”, señaló.
Mejora la resiliencia cerebral (neuroresiliencia): “Un cerebro con mayor reserva cognitiva es más resistente a los efectos del envejecimiento y puede mantener un funcionamiento adecuado a pesar de los cambios fisiológicos que ocurren con el tiempo”, dijo Waisburg.
Cómo fortalecer la reserva cognitiva
El doctor Fernández Suárez señaló que no existe una “receta” específica para desarrollarla, pero que “el nivel educativo (los años de estudio), los trabajos más calificados y complejos en la vida, actividades de ocio (incluyendo interacciones con amigos y familiares) y el manejo de distintos idiomas, son factores relacionados con una mayor reserva cognitiva”.
De acuerdo al doctor Waisburg, hay varias estrategias que permiten aumentar la reserva cognitiva. Estas son sus recomendaciones:
Educación continua: participar en actividades educativas, como cursos, talleres y clases, incluso en la adultez. Leer libros, artículos y otros materiales que desafíen el pensamiento.
Realizar actividades cognitivamente estimulantes y desafiantes: resolver crucigramas, sudokus, rompecabezas y juegos de estrategia. Proponerse desafíos intelectuales: involucrarse en proyectos que requieran planificación, análisis y resolución de problemas.
Participar en actividades que requieran atención y memoria, como aprender una nueva habilidad profesional, un nuevo idioma o tocar un instrumento musical.
Realizar actividades creativas como la pintura, la escritura o la artesanía.
Tener una vida social activa: “Mantener relaciones sociales y participar en actividades comunitarias es clave en el bienestar, felicidad y estímulo de la cognición social”, destacó Waiburg.
Conversar y debatir con amigos y familiares sobre temas diversos.
Practicar ejercicio físico de forma regular: “Promueve la salud cerebral al mejorar la circulación sanguínea, liberación de endorfinas y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, que pueden afectar la función cognitiva”, señaló el neurocientífico. Por su parte, Fernández Suárez recomendó “realizar ejercicio aeróbico frecuente, (por ejemplo caminar al menos 30 minutos por día, 5 días a la semana a buen ritmo), porque ha demostrado mejorar el funcionamiento cognitivo y prevenir el deterioro futuro”. Otras actividades como nadar, yoga, meditación , respiración y tai chi también son beneficiosas.
Practicar juegos: “Incluso los videojuegos, que involucran estrategia y planificación, han demostrado que pueden mejorar el funcionamiento en tareas de la vida diaria que requieren organización”, expresó Fernández Suárez.
Evitar el consumo excesivo de alcohol y no fumar. “No hay que olvidar que el descontrol en la presión arterial, glucemia y colesterol, el consumo de tabaco y alcohol, los cuales son factores de riesgo modificables, sin duda impactan negativamente en el funcionamiento cognitivo y en la progresión de la enfermedad de Alzheimer”, detalló Fernández Suárez.
Dormir lo suficiente y gestionar el estrés a través de técnicas de relajación y meditación.
Mantener una dieta equilibrada. Según el doctor Fernández Suárez, la alimentación es esencial para prevenir el deterioro cognitivo. “Hasta el momento la dieta mediterránea, que involucra alimentos ricos en aceites esenciales (omega 3) como pescados, nueces, almendras, avellanas y aceite de oliva; cereales no refinados, abundantes frutas, verduras y legumbres, carnes blancas y evitando alimentos ultraprocesados, constituye una herramienta fundamental y es motivo de intensa investigación. En cierto punto se trata de volver a la alimentación que ancestralmente practicamos”.
Y agregó una última aclaración: “Vale destacar que el cuerpo humano con frecuencia es capaz de soportar mucho daño antes de demostrar un mal funcionamiento, pero una vez el mismo se manifiesta, el deterioro posterior puede ser acelerado y severo, en pocos años. Por lo tanto, aunque nunca es tarde para mejorar los hábitos, las conductas saludables y los exámenes preventivos tienen mayor impacto cuanto más temprano se inician”.
Nota:infobae.com