Game of drones

Actualidad - Internacional24 de mayo de 2024
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Mientras que, a principios de los años 2000, solo un puñado de países –entre ellos, Estados Unidos e Israel– eran capaces de fabricar y utilizar drones armados, hoy en día forman parte del arsenal de ochenta ejércitos en todo el mundo. Existen cientos de modelos, desde nano-drones de unas pocas decenas de gramos hasta aeronaves tan imponentes como aviones de caza o aviones comerciales.

Estas máquinas, en su versión de observación o reconocimiento, tienen las ventajas del “ojo remoto”: ahorro de tiempo, energía y personal –dado que no hay piloto a bordo–, capacidades de visualización y captura de imágenes, posibilidad de transportar cargas incluyendo, por supuesto, armas o proyectiles. 

El uso de lo que se conoce como “el arma de los pobres, del débil al fuerte” se ha convertido en algo habitual. Se puede ensamblar un dron armable y militarizar con toda facilidad un dispositivo comprado en un negocio por unos pocos euros, que luego puede dirigirse hacia objetivos de alto valor como vehículos blindados, tanques, sistemas de radar, etc. También es posible multiplicar estas armas y planear ataques en enjambre, para saturar las defensas del adversario y tener la posibilidad de superarlas.

Bajos y altos costos

Además de las grandes potencias y de Israel –que tenían una ventaja inicial– países como Turquía, Irán e India han incursionado con eficacia en la industria de los drones. Unos veinte Bayraktar turcos equipados con misiles de guiado láser –cinco millones de dólares cuesta cada uno de estos verdaderos aviones sin piloto– ayudaron al ejército ucraniano a contener las columnas blindadas lanzadas hacia Kiev por Vladimir Putin desde febrero de 2022. Por su parte, las fuerzas rusas utilizaron más bien los Shahed iraníes, más ligeros y numerosos, pero más lentos y vulnerables (los mismos que lanzaron los Guardianes de la Revolución de Teherán el 13 de abril pasado en dirección a Israel).

Un ataque espectacular, calificado como “histórico”, pero que resultó ser un “fiasco” desde el punto de vista militar, ya que el 99 % de los 300 drones kamikazes y misiles balísticos fueron interceptados en los espacios aéreos iraquí, jordano o israelí, según el portavoz del ejército israelí –con el discreto apoyo de los sistemas antimisiles estadounidense, británico, jordano y francés desplegados en la región, y gracias a la eficacia de los medios de defensa israelíes–. Se trata del sistema antimisiles Arrow, que intercepta los misiles balísticos pesados desde altitudes elevadas y lejos de sus objetivos, y de la “Cúpula de Hierro”, una red de interceptores de cohetes y drones que Israel desplegó en 2010, y luego amplió y modernizó con el apoyo estadounidense, que intercepta cohetes, drones y misiles pequeños a pocos kilómetros de su impacto.

El sábado 13 sólo penetraron menos de diez misiles en territorio israelí; uno de ellos alcanzó la base militar aérea de Nevatim, sin provocar daños importantes, y otro dañó un avión Hércules C-130. Sin embargo, esto implicó un alto costo para Israel: según el general de Brigada Reem Aminoach, ex consejero financiero del jefe del Estado Mayor del ejército israelí, citado el 15 de abril por el canal i24NEWS, el costo total del contraataque alcanzaría entre 4 y 5 mil millones de shekels (es decir, entre 1 y 1,3 mil millones de dólares). 

Pionero en la producción de drones y dispositivos anti drones, Israel ha utilizado diferentes tipos de artefactos en la guerra contra Hamas librada en la Franja de Gaza desde octubre de 2023, tanto para la observación permanente de los campos de batalla como para la exploración de túneles o la determinación de objetivos (1). Por su parte, los militares ucranianos no han dejado de innovar en este campo, adaptando drones civiles, estableciendo redes de sensores de sonido y perfeccionando técnicas de interferencia o shooting. Los rusos, desestabilizados al principio, parece que se han puesto al día en los últimos meses.

“Los ataques ʻen enjambreʼ, que consisten en enviar varias decenas de drones en múltiples direcciones, son imparables.”

Ya en 2019, Turquía había perpetrado ataques coordinados con drones en el norte de Siria. Ese mismo año, las refinerías de Aramco en Arabia Saudita sufrieron el ataque de una veintena de drones, atribuido a Irán. Las milicias hutíes en Yemen, aliadas de Teherán, utilizan drones iraníes; desde el inicio de la guerra en Gaza, tras el ataque de Hamas, los hutíes han abierto un nuevo frente en el Mar Rojo (2), donde apuntan contra los buques que pasan por la zona, lo que obstaculiza parte del comercio mundial. En 2020, durante el conflicto en Nagorno-Karabaj, Azerbaiyán utilizó enjambres de drones económicos contra Armenia (3), estrategia que se repitió en el reciente ataque iraní contra Israel.

Europa compra drones

Los europeos, que comenzaron tarde la carrera por los drones militares, especialmente en el segmento de los drones de altitud media y resistencia larga (MALE, por su sigla en francés), se han equipado, por lo general, con drones “listos para usar”: Israel provee a los alemanes y Estados Unidos a Francia, que adquirió una docena de sistemas Reaper, destinados a la observación a gran escala y luego a ser armados. Estos drones del tamaño de un avión (veinte metros de envergadura), muy resistentes (veinticuatro horas en el aire), están equipados, entre otras armas, con misiles Hellfire (4). El ministro de las Fuerzas Armadas francés, Sébastien Lecornu, reconoce un “desafortunado retraso de Francia” en materia de drones atribuido a “malas decisiones tomadas hace diez o quince años”, lo que llevó al país a depender de Estados Unidos. 

Sin embargo, durante el período comprendido entre 2014 y 2030, Francia debería destinar 5 mil millones de euros para ponerse al día con los drones para las tres Fuerzas Armadas. El Ejército terrestre ya está en un proceso de “dronización” avanzada: actualmente, cuenta con 2.000 dispositivos de todo tipo y debería utilizar 3.000 a partir del próximo año. El objetivo es tener capacidades de observación y reconocimiento, de asistencia en la designación de objetivos e incluso vectores de ataque. La gama va del más pequeño al más grande: el “dron de combate” (como el Black Hornet 3 que pesa treinta y tres gramos y se transporta en el cinturón), el dron “especializado”, por ejemplo, en información (como el SMDR de Thalès, de quince kilogramos, envergadura de cuatro metros y autonomía de dos horas y media), y el “dron de mando” (como el Patroller de Safran, operativo el próximo año, “con el que podremos casi leer el orden de batalla del adversario a lo largo de varias decenas de kilómetros”, según afirma el Comandante del 61º Regimiento de Artillería, experto en la captura y explotación de información a partir de imágenes). Parte de los drones recibidos por el encargo especial que el Ministerio de Defensa francés le hizo el mes pasado a la empresa Delair, fabricante de minidrones de Toulouse, será transferido inmediatamente al ejército ucraniano. 

Las ambiciones de la Marina nacional parecen ser más limitadas. Se estudian desde hace años tres modelos: un helicóptero no tripulado de tamaño mediano, un pequeño avión no tripulado y un sistema submarino antimina. No estarán en funcionamiento hasta dentro de varios años y deberán complementarse –en lo que respecta al fondo marino– con la compra de un sistema listo para usar. Un equipamiento más rápido y más sustancial habría permitido preservar las fragatas modernas –muy eficientes, pero costosas, masivas y vulnerables– al descentralizar sensores y efectores, o bien garantizar una presencia reforzada en los vastos espacios marítimos de ultramar, en particular alrededor de los territorios del Pacífico, incluso en forma de puestos no tripulados, operados a distancia (5).

En cuanto a la Fuerza Aérea, aferrada a los aviones de caza Mirage y a los Rafale de Dassault, se ha negado a ceder el control a favor de aparatos sin piloto, hasta que se vio obligada a proporcionar a último momento tripulaciones de vuelo para los Reaper adquiridos de urgencia en Estados Unidos para contribuir a las operaciones en África.

¿Qué pasará en los Juegos Olímpicos?

Thierry Berthier, director científico en Francia de la Federación de Drones de Seguridad, considera que “es prácticamente imposible defenderse contra los drones”. Para él, estos dispositivos, cada vez más accesibles y adaptables, tienen una eficacia temible: “Para ataques ‘simples’ que implican un número limitado de drones existen, por supuesto, sistemas de detección de intrusiones de un dron en un espacio protegido (aeropuertos, estadios, etc.), seguidos de técnicas de interferencia en su sistema de navegación o de destrucción del aparato. Sin embargo, algunos ataques llamados ‘en enjambre’, que consisten en enviar varias decenas –o incluso cientos de drones– en múltiples direcciones, son prácticamente imparables. Frente a más de treinta drones, defenderse se vuelve complicado”.

Se trata de uno de los peores escenarios previstos en el marco de la preparación de los Juegos Olímpicos que se celebrarán en París a partir del 26 de julio próximo. Las Fuerzas Armadas han dispuesto un intenso despliegue durante un mes, en especial en las fases de apertura y clausura del evento. El plan se compone de un sistema de detección y comando aerotransportado (en francés, SDCA y en inglés, AWACS), así como de un avión cisterna, aviones de caza Rafale o Mirage en vuelo y en tierra, redes de baterías tierra-aire como cobertura y helicópteros en alerta con francotiradores. El dispositivo de seguridad prevé el despliegue de comandos de gendarmería (GIGN (6)) y de policía (RAID (7)), BRI (8)) y la movilización de todas las técnicas anti drones: disparos a discreción, rifles anti drones, sistemas de identificación Bassalt (utilizado en los aeropuertos de París), Milad (radar con capacidad de interferencia) o Radiant (utilizado por la Prefectura de Policía para la investigación y la neutralización), además del dispositivo Parade desarrollado por Thalès que, por cierto, no habría alcanzado “rendimientos nominales” durante varias pruebas realizadas a mediados de marzo en París y Marsella, lo que suscitó la preocupación de los senadores (9).

La Fuerza Aérea movilizará a dos mil militares durante un mes. Según afirma su jefe de Estado Mayor, el general Stéphane Mille, esta fuerza será la responsable de coordinar la lucha contra los drones a nivel interministerial, a fin de tener constantemente una “situación dron” global y poder, de ser necesario, “delegar reglas de compromiso para detectar, identificar, interferir, interceptar o destruir dispositivos maliciosos”. Por otro lado, el general Ghislain Rety, que comanda el GIGN, pionero en la lucha contra los drones, se muestra “optimista” ante la proximidad de los Juegos Olímpicos, aunque admite “estar preparado para lo peor”.

1. El Estado Mayor israelí también habría utilizado la inteligencia artificial para identificar unos treinta mil objetivos en Gaza, a partir de criterios que no han sido comunicados. 

2. Véase Tristan Coloma, “Los hutíes desafían a Estados Unidos”, Le Monde diplomatique en español, marzo de 2024, https://mondiplo.com/los-huties-desafian-a-estados-unidos.

3. Una novedad en el contexto de un conflicto interestatal según Marianne (26 de octubre de 2020).

4. Estos drones son operados –una especialidad francesa– por tripulaciones de cuatro pilotos y operadores que permanecen cerca del escenario de combate. Los ejércitos estadounidenses cuentan con 300 ejemplares, la gran mayoría operados desde territorio estadounidense.

5. Véase Léo Péria-Peigné, “La France doit-elle investir davantage dans les drones navals? ”, Polytechnique insights, 31 de enero de 2023.

6. Grupo de Intervención de la Gendarmería Nacional (GIGN, por su sigla en francés).

7. Investigación, Asistencia, Intervención, Disuasión (RAID, por su sigla en francés).

8. Brigadas de Investigación e Intervención (BRI, por su sigla en francés).

9. Véase Marc Endeweld, Emmanuel Lévy y Vanessa Ratignier, “Après un premier échec, un deuxième… Quand le système anti-drone des JO est défaillant”, Marianne, 14 de abril de 2024. 

Por Philippe Leymarie * Periodista. / Le Monde Diplomatique

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