El nuevo Corolario Monroe: el plan de Trump para dominar América Latina

Actualidad - Internacional07/12/2025
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El gobierno de Donald Trump acaba de dar a conocer su plan para que Estados Unidos recupere su lugar dominante en el mundo. Sabe que no puede tener la hegemonía total, pero aclara que no se conformará con menos que ser primus inter pares.

“No podemos permitir que ninguna nación sea tan dominante que pueda amenazar nuestros intereses”, dice la Estrategia de Seguridad Nacional 2025, un documento que fundamenta y anuncia las principales acciones del imperio, para todo el planeta, en los próximos años.

El nuevo plan se ocupa largamente de China, de Rusia y de otros países, pero no hay la menor duda de que América latina es su espacio vital y, por lo tanto, su principal objetivo estratégico. A diferencias de los gobiernos anteriores (demócratas y republicanos), Trump no finge diplomacia y lo expresa de forma descarnada: “Vamos a imponernos en la región dónde y cuándo lo necesitemos”.

Esta nueva etapa continental tiene un título elocuente: el Corolario Trump de la Doctrina Monroe. “Tras años de abandono, EEUU reafirmará y aplicará la Doctrina Monroe para restablecer la preeminencia estadounidense en el Hemisferio Occidental y proteger nuestro territorio nacional pero también para tener acceso a zonas geográficas clave en toda la región. Negaremos a los competidores no-hemisféricos la capacidad de posicionar fuerzas u otras capacidades amenazantes, o de poseer o controlar activos estratégicamente vitales, en nuestro hemisferio. Este "Corolario Trump" de la Doctrina Monroe es la potente y lógica restauración de nuestro poder y nuestras prioridades en función de nuestros intereses de seguridad.”

Si bien alude a la diplomacia y al poder blando (“soft power”) no caben dudas de que piensan avanzar el objetivo a través de la presión de las armas y para eso, la Casa Blanca está “reconsiderando la presencia militar en el Hemisferio Occidental” (como mal llaman a América latina).

El reformateo militar (que el documento de ESN llama “Preparar y Expandir”) ya hace meses que está en marcha. Todos los países sufren el acoso imperial y en la mayoría de los casos se doblegan. Argentina, Ecuador y Perú van a la cabeza.

Sobre Argentina, solo un par de ejemplos. En octubre, por decreto 697/2025, Javier Milei autorizó el ingreso de tropas estadounidenses para realizar ejercicios en Mar del Plata, Puerto Belgrano y Ushuaia, tres puntos clave de Sudamérica. En agosto el Cuerpo de Marines y la Brigada de Infantería de la Marina Austral de la Armada Argentina realizaron maniobras en Ushuaia, lugar donde EEUU puede acceder a la base como si fuera propia.

Lo mismo con el presidente ecuatoriano Daniel Noboa, quien no sólo dio vía libre al Pentágono sino también a los mercenarios de la temible empresa Academi (ex Blackwater) para asentarse en territorio de Ecuador. Blackwater está acusado de masacrar civiles en Irak y Afganistán. Los mercenarios implicados en estos crímenes fueron condenados a prisión, pero luego indultados por Trump.

El Congreso de Perú acaba de autorizar la presencia del Pentágono en su territorio durante todo el 2026. Y la militarización del Caribe es por demás conocida. Además de una enorme fuerza naval en aguas caribeñas, en noviembre, militares norteamericanos se instalaron en las bases aéreas de San Isidro y Aeropuerto Internacional de República Dominicana y en Trinidad y Tobago. Esta última isla está apenas a 11 kilómetros de la costa venezolana. Allí el Pentágono colocó un radar. La primera ministra, Kamla Persad Bissessar, admitió: “Sí, hay marines, nos están ayudando a mejorar la vigilancia y la inteligencia para combatir el narcotráfico”.

Si se recorre el texto de la Estrategia de Seguridad Nacional 2025, se entiende con claridad que el combate al narcotráfico no es más que un “cuento” para los ingenuos: Estados Unidos ya tiene decidido su proyecto de dominación total para Nuestra América.

En los capítulos donde la Casa Blanca explica los planes sobre nuestra región no hay ambigüedades. Parafraseando a Bush hijo (cuando después de los atentados del 11 S amenazó: “O están con nosotros o están con los terroristas”), Trump advirtió: “La elección a la que deben enfrentarse toda la región es si quieren vivir en un mundo de países soberanos y economías libres dirigido por EEUU o en uno paralelo en el que se vean influidos por países del otro lado del mundo”.

El resto del mundo

La ESN comienza –como todo texto trumpiano– con exacerbados autoelogios: “Hemos sacado al mundo de la catástrofe” o “Ningún país en la Historia logró cambios tan drásticos en tan poco tiempo” (no aclara si esos cambios fueron buenos o malos).

Siempre en tono hiperbólico, enumera lo que considera son los principales logros: erradicar la “locura woke” (o progresismo); combatir la inmigración; lograr “terminar con 8 guerras en 8 meses”; destruir la capacidad nuclear de Irán con el bombardeo “Martillo de Medianoche” y –el más importante– cambiar los ideales y la estructura de las Fuerzas Armadas estadounidenses.

Con la prepotencia de un emperador condena al ostracismo la idea del cambio climático y de las “emisiones cero”. Instala, además, como objetivos a destruir: la influencia extranjera hostil, la “propaganda destructiva y operaciones de influencia”, la subversión cultural o cualquier otra amenaza para nuestra nación.
Trump viene a hacer borrón y cuenta nueva. Por eso no duda en repudiar al “globalismo y al llamado ‘libre comercio’ que vaciaron a la clase media y a la base industrial”, impulsada por todos los gobiernos estadounidenses desde el colapso de su entonces rival, la Unión Soviética, y el fin de la Guerra Fría.

También critica fuertemente las medidas adoptadas por sus antecesores en relación a China. “Son más de tres décadas de suposiciones erróneas: 1) abrir nuestros mercados a China, 2) alentar a las empresas estadounidenses a invertir en China y 3) subcontratarle nuestra fabricación. China se enriqueció y se hizo poderosa, y utilizó su riqueza y su poder en su propio beneficio”, dice el texto de la ESN.

Las bravuconadas del magnate-presidente esconden más inseguridades que certezas. En el texto, Trump critica a sus predecesores por querer abarcar más de lo que podían y soñar con un dominio ilimitado. “Hay que saber qué se quiere, calcular si se tienen las herramientas para conseguirlo y trazar un plan realista”.

En este marco, pareciera que el presidente estadounidense piensa en una redistribución de las zonas ¿de influencia? del mundo según los actuales balances y fuerzas. EEUU se autoasigna imperar sobre la nuestra. Las preguntas son, entonces, si Trump tuvo en cuenta la histórica resistencia de los pueblos latinoamericanos, si el caos interno que atraviesa su país se ordenará detrás de las consignas que él propone y, sobre todo, si ya no será demasiado tarde para evitar la decadencia.

 

Por Telma Luzzani / El Destape

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