Solipsismos Peronistas

Actualidad 12 de abril de 2024
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Intensos, raros tiempos de fuertes núcleos políticos que se entrelazan conflictivamente.

El peronismo ha atravesado los avatares de la historia política del sigo XX y parte del XXI gracias a su carácter “movimientista que ha sido el cauce para la expresión de las masas populares. Signos a veces claros, otras opacos, de una orgánica medular que Juan Domingo Perón denominó “unidad de concepción y acción” de la realidad histórica.

Ocurre que esos signos, esa unidad en la concepción y en la acción, deviene en el presente en un interrogante sobre el conductor natural o el “creado”; una figura que de no ser portadora de ese “genio” con el que se nace, inculque mediante el “genio del trabajo” aquel acto de fe que reinterprete una doctrina que se conoce y que se enuncia con mediaciones y ampliaciones incluidas. Es decir, la cuestión de la creación de liderazgos y, en nuestro presente, de la oposición política a través de esos liderazgos; esos signos establecen también otra cuestión: la crítica al liderazgo como elemento catalizador para desnaturalizar, centralmente, la experiencia de los gobiernos de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, etapas en que el proceso de  crecimiento económico y redistribución de la riqueza, claro que con sus más y su menos, han dejado una huella en el cuerpo individual y colectivo del país; una marca colectiva que repuso y reinterpretó el sentido de antiguas narraciones. El ADN que hoy se apresta a batallar ante el intento real no ya de una restauración hayekiana sino frente a la irrupción de un anarcocapitalista que se asemeja más a un trastocado X-Men autócrata cuya obsesión es destruir la organización criminal Estado; un ADN que da también su escaramuza por no ser barrido por los embates de los representantes locales de intereses foráneos que operan regionalmente para reinstalar un Estado inoperante, mínimo y subordinado. Ese ADN Kirchnerista, propositivo y transformador dentro de los límites del capitalismo digamos keynesiano, que discuta un programa político y económico reafirmándose en su identidad para no ser vestigio de un estigma suprimido bajo la figura del mal absoluto, la barbarie capaz de “alejarnos del mundo civilizado”. Aquí vale la pregunta sobre cuál es esa civilización de la que nos alejamos o cuál la barbarie a la que peligrosamente nos acercamos. El genocidio perpetrado por Israel sobre el pueblo palestino en Gaza es una dolorosa estampa de esa barbarie. El mundo civilizado de occidente define qué es lo bárbaro y luego lo extermina.

Lo dicho en cuanto al ADN kirchnerista y su dilema por estar dentro del esquema de poder del peronismo y no ser barrido por ese mismo dispositivo, prefigura la acción directa de los simuladores del talento que al haber encontrado la imagen política que encarne una conducción de “contenidos” premoldeados, diseñan las operaciones de marketing publicitario con anclaje en la antigua video política y en las redes sociales para que la argamasa renovadora no haga evidente lo que quiere decir y no dice, o dice a través de ex funcionarios albertistas que no buscan ningún cargo público para poder así realizar la autocrítica -necesaria -, esa que aún no puede explicar muy bien aquella asistencia a la marcha de los paraguas negros que clamaban justicia por un Nisman “asesinado”. Algo han evidenciado y dicho ante el auditorio adecuado, y descontando que las coberturas periodísticas dominantes nada dirán sobre ello, para que la masa torne en fantástica harina popular que sustraiga algo de aquella esencia identificada con la década de ampliación de derechos e inclusión social.

Es necesario, entonces, hacer evidente lo que se intenta negar desde las usinas del empresariado-financiero comunicacional. Ese que defiende ya sin disimulo el DNU 70/2023, creado a la altura de sus exigencias y planes de negocios, ese catarro seco que exhala hambre, miseria, dolor, daño y crueldad sobre una sociedad que se ha roto tras la debacle de un gobierno que pregonó el volver mejores y se fue promoviendo internas en off y convalidando el endeudamiento histórico que nos legó el macrismo mediante un acuerdo con el FMI, a través del cual el país se desfinanció en sus reservas para que los privados pudieran pagar sus deudas. El comienzo del fin de jubilaciones y salarios: la razón de una aceleración de la escalada inflacionaria que disparó los precios de alimentos y que le abrió la puerta a la desesperanza que concluyó en ese voto que destrozó la casa común.

La idea de sociedad rota merece una mención: El voto a Milei expresa la bronca por la sucesión de gobiernos democráticos que no han cumplido con las expectativas de derechos básicos que no fueron del todo satisfechos, o a los cuales no todos acceden. Pero ese voto representa, a su vez, un humor social definido por el aturdimiento, la desinformación y cierto grado de irresponsabilidad colectiva que Milei representa. Sinteticemos: el credo anarcocapitalista sostiene la prevalencia de lo individual por sobre lo colectivo, el otro no me compete en tanto individuo aislado que debe sobrevivir en un mundo donde la solidaridad no es un bien sino un término obsoleto.

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A la caza del Kirchnerismo

Son tiempos políticos que incomodan y desafían a quienes apoyan el proceso reformista iniciado en 2003. Son tiempos de desgarro que parecieran remitirnos a otros tiempos políticos ya vividos, aunque camuflados bajo el arte de la simulación y las retóricas dramáticas de la historia nacional. Quizás las consecuencias de acordar con el lobo y su falso atavío.

La vida como la concebimos hasta la irrupción del gradualismo macrista y el interregno albertista que ilusionó con la defensa de la vida en pandemia y terminó en esa foto irremontable que le abrió las puertas del poder al infantilismo dislocado y dañino de Milei, se ve seriamente acechada por sectores del poder empresarial-financiero oligopólico de la producción de alimentos y fármacos o remedios; representantes de un capitalismo de pillaje para el cual la vida, la alimentación y la salud no constituyen derechos humanos esenciales sino una aritmética del debe y el haber, un registro contable donde siempre ganan. Una parte de la sociedad también realiza su aporte al conmoverse con el remedo tranquilizador de los “males populistas”. Es que el capitalismo/neoliberalismo no es ni serio ni salvaje; es un artefacto que se autorreproduce bajo la idea de crimen perfecto (el concepto es de Jorge Alemán) y donde los replicantes ya no están diseñados bajo la misma materia de la que están hechos los humanos porque la inteligencia artificial ha borrado esos límites detectables. Artefacto que contiene también la posibilidad de la falla que revela el engaño o la torpeza: El Jumbo Bot. Para volver al mundo material que nos domina, pero también nos tranquiliza, se trata del capitalismo de entrega y pillaje. De qué otra manera entender la destrucción del Estado, la estatalidad al servicio de la represión junto al reinicio del alineamiento como patio trasero – sí, una terminología de los años setenta del siglo pasado que es muy actual- de los intereses de los Estados Unidos de Norteamérica en materia de dominación territorial para la explotación de nuestros recursos naturales y como plataforma de entrada al continente blanco.

Aun así, hay quienes se detienen en la declamación de una pureza ideal que la deliberación política ofrece como suprema instancia democrática. Todo lo demás, es decir, los modos reales en que se realiza la política huelen a corrupción, bóvedas, pebeís y triquiñuelas mefistofélicas del caudillaje popular. Quizá lo que ha entrado en discusión es aquel kirchnerismo que se declaraba pagador serial, pero sin ataduras a las lógicas de los mercados financieros internacionales o los organismos de crédito multilaterales. Ese tiempo y esa noción de la épica como sustento identitario de una reforma política provocativa como ha sido el kirchnerismo, ha cambiado o por lo menos está en discusión. En parte por errores internos de diagnóstico en la construcción de ampliaciones políticas, en parte por una situación global muy crítica que diluye economías y naciones, y pone en discusión la idea misma de Estados democráticos. Tiempos para conversar con memorias políticas del amplio campo nacional y popular, y claro, con el peronismo. Allí, en la discusión con la memoria peronista, subsiste una relación con el kirchnerismo que desde su aparición ha sido siempre difícil y que no está resuelta. El caso Kicillof, el estandarte más preciado y disputado, es un claro ejemplo.

Una provocación política

El kirchnerismo ha sido una provocación política a la sociedad argentina, y en ese plano el envión de acciones y lenguajes surtió efecto cuando el panorama económico-político era beneficioso. Pero queda la interrogación por la provocación: ¿Esa provocación ha sido revolucionaria? No. ¿Ha sido reformista? Sí. Y entonces, hasta dónde el reformismo, hasta dónde el Estado, cómo se hace política con una provocación que hoy exhibe como único exponente a Cristina Fernández de Kirchner. Quizás, esta sea la tragedia de los gobiernos con clivaje en las izquierdas que remiten a la retórica de lo popular, a la apelación y convocatoria del pueblo: cuando estos pueblos no están, porque es sabido que los pueblos no están siempre, la discusión o desafío queda reducido a una arena de lucha libre. Y es allí cuando la tragedia política se manifiesta: para las derechas autoritarias el pueblo no tiene relevancia porque es el vehículo para realizar la estafa, mientras que, para los sectores políticos sustentados en las tradiciones nacionales y populares, ese pueblo es vital – y en la actualidad, esquivo.

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Teoría y práctica

El kirchnerismo ha batallado por darle forma y sentido a un capitalismo serio frente al capitalismo salvaje y de pillaje, y que reinstale la idea de “burguesía nacional”. Esto es aceptar la idea de una expresión política alejada de una praxis revolucionaria pero que sí abrió las puertas de un lenguaje inquietante frente al mundo globalizado. Ese lenguaje ha sido de vital importancia porque creó hendiduras en la política a través de la relación dialéctica entre teoría y práctica. Es decir, nada de abstracto en las posibilidades transformadoras del lenguaje si éste es completado con programas de inclusión como fueron las políticas de Derechos Humanos, la Nacionalización de las AFJP, el Plan Igualdad Conectar, la Asignación Universal por Hijo, el Plan Remediar, la Ley de Medios, la Ley de Identidad de Género, la Ley de Paritarias, la expropiación del 51 por ciento de las acciones de YPF, el Plan Pro.Cre.Ar (Programa de Crédito Argentino) y el plan Progresar (Programa de Respaldo a Estudiantes de Argentina), ARSAT, INVAP, etc.

Hoy el kirchnerismo se disputa entre una Identidad de relativa relevancia dentro del peronismo – algunos gobernadores e intendentes del conurbano bonaerense – o un nuevo espacio social y político de corte frentista. Ese frente interroga al peronismo, pero debe incluir las memorias peronistas y hacerlas convivir con otras porque de lo contrario el peronismo torna en un conjunto de anulación de esas preguntas esenciales para convertirse en un peronismo de familias estamentales. Esta es la historia del peronismo: la marcha hacia la interrogación para superarse. En este sentido son importantes los textos de John William Cooke. Para Cooke la teoría debe aportar “una visión global de la Argentina”, “un marco histórico” que se sustenta en dos ejes: La situación concreta en la que se realiza la acción política y una comprensión que inscriba esa acción en una dirección. La teoría es una herramienta para la batalla política (que también es cultural) Y la acción es fuente y objeto de la teoría (es decir, una relación dialéctica entre teoría y praxis)

Aquí entra en juego también la creación de un nuevo lenguaje que no se limite a pensar sólo en sus reparaciones y en lo ya realizado, y sí como una invitación a seguir discutiendo los grandes problemas nacionales y los desafíos que presenta lo que algunos denominan el territorio on line, ese mundo de interacciones en redes sociales. Evitar la abstracción y la discusión circular supone preguntarse por un sujeto popular esquivo y de nuevos lenguajes y territorios; por esa nueva corriente moral y ética con responsabilidad que dé cuenta de este momento político novedoso por la dificultad que conlleva el descifrarlo.

Si no surge esta nueva lengua ética y moral es posible quedar atrapados en el laberinto donde las élites dirigentes declaman discursos para la frialdad marmórea de la inacción. De no poder explicar los nuevos desafíos en forma pública, es posible que quedemos fijados en la lingua ética del capitalismo globalizado donde todo es corruptible bajo las formas más abstractas y espectaculares de la denuncia o el comentario.

El Kirchnerismo necesita reformular un espacio de preguntas abiertas, articulado en el debate y la organización más amplia que reconstruya la unidad del movimiento obrero y el movimiento nacional en base a las características controversiales de la actualidad, con nuevas líneas de coalición y filiación a las memorias políticas de los movimientos nacionales y populares. No puede quedar fuera de esta nueva corriente una formulación sobre el peronismo y su vocación de poder.

No clausurar la experiencia de construir un espacio político organizado que pueda ser mejor y más amplio. La voz de los de abajo debe ser escuchada e interpretada para luego poder conducirla. Lo contrario, y en este tiempo de guerra al sistema democrático y al pueblo en su conjunto, es la reproducción fallida de estructuras políticas de poder construidas de arriba hacia abajo. Eso es una identidad en construcción, no una abstracción intelectual, aunque moleste porque implica un esfuerzo por ensanchar la hendidura, por ampliar los interrogantes, por extender las bases políticas, por organizar desde el debate un nuevo Frente Social y Político que seguirá contando con la figura de Cristina Fernández.

En su discurso luego de ganar el balotaje presidencial, Milei propuso hacer tabula rasa y abrazar a todos aquellos que deseen derrotar definitivamente al kirchnerismo. Aquella convocatoria a la unidad del Frente de la Derecha sigue vigente, aunque extendida a todo lo relacionado con el color de la barbarie.

¿Qué esperan que haga ahora?

 

Por Conrado Yasenza * Periodista. Docente en UNDAV. / La Tecl@ Eñe

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