Las criptomonedas y la terca realidad

Economía 23 de febrero de 2024
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Mi columna de esta semana en Invertia se titula «Sorpresa, el bitcoin está otra vez por encima de los 50.000 dólares», y es una reflexión sobre la terquedad del hecho tecnológico y sobre cómo, cuando la tecnología es capaz de reinventar con una propuesta de valor mejor algo como el dinero, cualquier posibilidad de detener su evolución se convierte en imposible.

En efecto, el bitcoin, empujado por la oferta de nuevos fondos de inversión como estaba previsto, vuelve a elevar su cotización por encima de los cincuenta mil dólares, y se va acercando a lo que fue su máximo histórico de $64,400 en noviembre de 2021. Ethereum, mientras, alcanza los $2,900, y se acerca a su máximo histórico de $4,644 también en las mismas fechas.

Una prueba de que, en una evolución obviamente ascendente, las caídas de las criptomonedas sólidas (con una capitalización de mercado significativa) no son más que episodios derivados de eventos anecdóticos inevitables que nada tienen que ver con su propuesta de valor, y que de hecho, tienen que suceder en el contexto de la generación de confianza que se desarrolla durante todo proceso de adopción. Del mismo modo que el hecho de que quiebre un banco o lo roben no afecta a la cotización de la moneda que gestionaba, el que haya un idiota que provoca que mucha gente pierda dinero no afecta en absoluto a lo que la moneda que ese idiota utilizaba puede representar.

Que a lo largo del proceso de adopción de una innovación destinada a sustituir al dinero tal y como lo conocemos surjan problemas como hackeos (Mt. Gox), diseños fallidos (Do Kwon y Terra/Luna), copias de todo tipo (shitcoins) o sinvergüenzas (Sam Bankman-Fried y FTX) es algo normal, parte de un proceso de adopción en el que tratamos con una nueva tecnología. En un proceso de descubrimiento del valor, este tipo de eventos son prácticamente inevitables, y simplemente reflejan esa adopción progresiva que se refleja de manera evidente en su creciente capitalización.

Ahora, con Bitcoin y Ethereum aproximándose a valores récord, muchos sienten no haber invertido cuando estaban más bajas. La especulación es un fenómeno también normal en un proceso de adopción, pero es importante entender que no es el fin del proceso de adopción, sino simplemente el medio. Es normal que la naturaleza humana se deje seducir por lo que ve como «dinero fácil», pero en realidad, lo importante de estas criptomonedas no es su valor, sino la propuesta que representan: un dinero independiente de lo que hagan los estados, los gobiernos o los bancos centrales, y que depende únicamente de un algoritmo. In Math we trust.

Mientras los escépticos siguen hablando obsesivamente de «estafas piramidales» (como si se pudiese engañar a todo el mundo durante todo el tiempo), de «no tienen nada detrás» (como si el dólar o el euro estuviesen respaldados por lingotes de oro) o de «son muy inestables (como si no fuera lo normal en un proceso de determinación del valor), las criptomonedas serias que han superado ya la prueba del uso siguen asentándose como ecosistemas económicos que corresponden, simplemente, a la reinvención digital del dinero, con enormes ventajas sobre lo que teníamos anteriormente.

En no muchos años, la idea de dinero emitido por un gobierno o un banco central, sometido a los caprichos de éstos y destinado a perder valor inexorablemente con el tiempo serán simplemente algo propio de épocas pasadas. Los miedos atávicos de muchos, característicos de quienes no se han molestado en investigar y leer un poco sobre el tema, irán desapareciendo a medida que lo vayan entendiendo. A Bitcoin o a Ethereum, con el volumen de capitalización que tienen ya, les importan muy poco unas objeciones que solo demuestran desconocimiento.

Es la terca realidad de la tecnología. Que a los que utilizan argumentos falaces les falten unos días, unos meses o unos años para entender el proceso tecnológico que convirtió al dinero que conocíamos en obsoleto, algo que se está construyendo con su aprobación o sin ella, les convenga o no a ellos, a los gobiernos o a los bancos centrales, es únicamente su problema.

Nota:https://www.enriquedans.com/

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