Arenas movedizas

Actualidad 17 de enero de 2024
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La luna de miel dura poco. Suele ocurrir en la vida amorosa y en la política. El período de júbilo, en el que los errores se disculpan y las expectativas sobre el futuro son optimistas, parece haber sido aún más breve para el presidente Javier Milei, a poco más de un mes de haber asumido. La reciente difusión del primer índice de inflación que arrojó su presidencia, más de 25% en diciembre, la más alta desde 1991, marca un posible punto de inflexión.

Milei hizo un culto de la regla política que sostiene que lo que un Gobierno no impulsa en los primeros 100 días luego no podrá hacerlo. Se propuso demoler medio siglo de legislación con dos instrumentos: el mega DNU, que tiene claros indicios de ser inconstitucional, y el denominado proyecto de ley ómnibus. Ambas normas apuntan en el mismo sentido: cercenar derechos laborales, quitarle capacidad al Estado para intervenir en el proceso económico, desregular en favor de las empresas más poderosas, limitar el derecho a la protesta, entre otros ejes. En este contexto, ¿cómo está la popularidad del Gobierno nacional y de su paquetazo de medidas?

«La ciudadanía va tomando postura sobre algunos de los temas del DNU y la ley, en especial los que afectan a su bolsillo», le dice a Acción la politóloga Paola Zuban, directora de la consultora Zuban-Córdoba, que cerró una medición a fines de diciembre.
Zuban sostiene que el punto que más golpea al oficialismo es la magnitud del ajuste y sobre qué espalda está cayendo. «La mayoría considera que el ajuste de Milei no lo está pagando la casta. Un 75% piensa que el DNU, por ejemplo, no apunta en ese sentido. Es un dato importante porque el eje de la campaña del presidente fue decir que el ajuste no caería sobre la población. Y más del 70% piensa que lo está pagando la gente».

Las creencias de la opinión pública no son lineales sino contradictorias. La politóloga remarca que «se había instalado un consenso de que había que ajustar. El punto era dónde».
Algunos de los rasgos políticos de las medidas de Milei también despiertan rechazo. «Un 60% está en desacuerdo con otorgarle poderes especiales. Lo mismo ocurre respecto de aprobar la ley sin modificar nada –explica Zuban–. Hay un 56% que piensa que el DNU es inconstitucional y debe ser derogado, mientras un 40% opina lo contrario, que debe ser aprobado por el Congreso».

La politóloga señala debilidades de origen en el apoyo a Milei y las define como «consensos precarios». «Sigue conservando un núcleo de apoyo que ronda el 40%. Sin embargo, en el 56% que había sacado en el balotaje hay una porción muy volátil. Tuvo mucho voto prestado de Juntos por el Cambio y de un sector del peronismo».

Un dato que siempre es complejo para quien está en el Gobierno son las expectativas sobre el futuro. El pesimismo es una mala noticia para los oficialismos. «A la pregunta sobre cómo cree que estará la situación del país en un año, el 32% contestó que estará bien y el 60% que estará mal», explica Zuban.

A marzo

El politólogo Hilario Moreno, director de la consultora Dicen, coincide con su colega respecto de la fragilidad del respaldo al presidente. «El cuadro general es que Milei perdió apoyo desde que asumió. Él había logrado un 30% en la primera vuelta. El resto fueron votos que se sumaron en el balotaje. De todos modos, los votantes de Bullrich que luego acompañaron a Milei son de los que más lo apoyan. Donde va perdiendo respaldo, por ejemplo, es en los que habían optado en primera vuelta por Juan Schiaretti y otros sectores peronistas», dice Moreno.
«El punto es qué pasa con lo que podemos denominar votos blandos. El escenario de polarización es el que más le conviene a Milei mientras no tenga resultados», remarca el consultor. Y explica que la polarización ayuda al presidente a mantener un núcleo de apoyo basado «solo en el rechazo al peronismo».
El director de Dicen señala que la falta de resultados en la gestión económica, es decir, que la mayoría de la población no vea una mejora de su vida material, le da un crédito limitado al Gobierno. «Durante un tiempo lo van a esperar. La expectativa de la mayoría de los que lo votaron todavía se sostiene. Es algo que se puede precipitar a partir de marzo».
«Milei tuvo muchos votos de personas que no estaban tan convencidas –reitera Moreno–. Por eso es que si no tiene resultados, el acompañamiento seguirá cayendo y con más velocidad. Es algo que no pueden evitar los oficialismos si no logran mejorar la vida de la población».

Contrastes y culturas

Una visión distinta expresa el sociólogo Carlos de Angelis, coordinador del Observatorio de Opinión Pública de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. «Milei surge casi como un espejo del kirchnerismo, que es una cultura política que declinó a partir del último Gobierno. No se puede explicar un fenómeno sin el otro, ocurren en simultáneo», sostiene De Angelis. «Hay un agotamiento de una etapa del peronismo –agrega–. Milei expresa lo contrario en todos los aspectos, economía, derechos humanos, feminismo».

A criterio de De Angelis, el presidente conserva un apoyo fuerte por parte de la mayoría de los que lo votaron en el balotaje. «Hay un sector juvenil, que está disperso en todo el país, que tiene una lógica que no pasa por el nivel socio-económico ni educativo. Es un sector fuertemente ideologizado. Hay muchísimas personas que cobran algún tipo de refuerzo social de parte del Estado que optaron por Milei».

Este componente ideológico, según el sociólogo, responde al surgimiento de un nuevo sujeto social. «Hay una nueva clase social que en buena medida se potenció durante la pandemia. Son personas muy globalizadas a través de las redes y están dispersas en todo el país», destaca. «No es la geografía política de la histórica clase obrera ubicada en las fábricas del Conurbano. Es diferente y me parece que su convencimiento respecto de lo que expresa Milei sigue siendo muy fuerte».

Pasaron pocas semanas desde que se inició el Gobierno libertario y por momentos parecen meses por la velocidad de los acontecimientos. No es posible realizar un pronóstico de cuál será el clima social en marzo, cuando empiece el año escolar y la vida cotidiana vuelva a su ritmo habitual. 

 

Por Demian Verduga / Acción 

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