La utopía de la motosierra

Actualidad09 de octubre de 2023
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No pagar impuestos los excita. Fugar los pesos convertidos en dólares en las cuevas ocurrentes y argentas los excita. Cuanto más vale el dólar mejor para el dolarizador del futuro, una especie de vengador de ricachones...cuando más caro el dólar mejor...menos habrá que darle a la gilada para vivir… (esa que cree que si tiene tantos pesos le darán igual cantidad de dólares). Asi, si son pobres quedan pobres como corresponde con la receta milenarista. Escuchar a un recién llegado en la política que repite recetas como un estafador de cremas para todo milagro y les promete venganza y REVANCHA (a cualquiera: a los ricos porque se hacen más ricos, a los pobres los excita como puede ocurrir con quienes necesitan castigar ¿Qué venganza les promete?: hacer saltar por los aires, con la violencia de una banda de dizque autodenominados libertarios -es decir libres de someterse a la ley- las regulaciones por las que deben pagar impuestos. Y por toda la guita que el Estado gastó, por ejemplo, en discapacitados. Ah… ¿pero los pobres que no tienen que pagar impuestos? Los convoca a rebelarse y a votar no por ellos mismos sino por los patrones que les dicen que no les van a pagar la jubileta ni las horas extras ni naaaadaaaa. Eso sí: le dan el placer de vengarse con el voto, de repudiarlos, de que se jodan y ganen los otros…esos que no se conocen, pero qué importa… De dónde viene, se preguntaba Jorge Alemán en este diario, esta cloaca insondable de la política. Dónde se amasó la idea de una venganza tribal y por tanto sangrienta e inesperada de los ricos de la Argentina montada en una motosierra como símbolo y las furias analfabetas de un tercio de argentinos que ya perdieron mucho, pero prefieren vomitar odio, aunque no saben o no les importa porque creen en serio que no lo perderán todo…

¡Ah, que arma noble la motosierra para dar rienda suelta a la venganza! De dónde viene, se preguntó Alemán, esta cloaca de la política ¿Se puede rastrear un origen? Se puede. Pienso en el cuerpo de Tupac Amaru descoyuntado y tirado a los perros de la conquista. La pica del conquistador español tajeando la cabeza de Manuel Ascencio Padilla, pudriéndose mientras Juana Azurduy, su esposa, la capitana del Alto Perú, ofrenda a sus hijos hundidos en el barro sangriento de las luchas por la libertad para que seamos una patria. La muerte sospechosa de Moreno, el abandono de Belgrano, el odio civilizador de Sarmiento en el fusilamiento de Facundo Quiroga… La Revolución de Mayo tirada a los perros de los contrabandistas del puerto de Buenos Aires… La venganza de Mitre cuando asesinaron al Chacho Peñaloza: la orgullosa Buenos Aires (el puerto claro) podía dormir tranquila. O el exilio de San Martín. Y más tarde la lascivia del reverendo criminal Olivera violando una y otra vez, luego de jugarla al truco, en banda, a la bellísima militante desaparecida Mariane Erize en los años setenta…La madre que pare a su hijo en la Esma y se lo roba el marino que lo regala…Los vecinos de la avenida Libertador, como contó Pilar Calveiro en Poder y Desaparición, que sospechan sombras siniestras en la ESMA, pero callan. Y esa mujer dopada en la puerta del avión de los vuelos de la muerte desde donde la tiran al Río de la Plata. Esta viva. Aun. Sabe que va a morir. Y el nene que sabe que sus padres no son esa mujer silenciosa que aguanta golpes de un sargento borracho de la bonaerense porque un día le trajo un bebe (el) porque el tipo trabajaba de sargento en el Pozo de Banfield donde asesinaron chicos de 14 a 17 años, los de la Noche de los lápices y se quedaron con el bebé de una “embarazada-subversiva”, de esas que cuenta el loco de la motosierra. Pero desde 1977 hay una plaza redonda y blanca como pañuelos-paracaídas para que los argentinos no nos caigamos de la humanidad que supimos conseguir e insistan en exigir justicia y memoria y juran Nunca Más. Pero un tipo de la motosierra le pone número a las desapariciones y asesinatos como si le pusiera precio a una pizza de muzzarella. Ocho mil etc., etc., etc. masculla el bestia que habla de muertos como si contara plata.

Porque los ricos no quieren pagar impuestos… y están dispuestos a todo si no pueden fugar dólares. Y si aparece uno que le promete sangre a cambio de fugar tranquilos, saquear un poco más recursos naturales, etcétera, etcétera, ¿van con él, aunque los espere un infierno social tan temido? Porque ya lo hicieron. En 1976 lo hicieron…. En 1919. En 1921. En 1930. 1955. Ya lo hicieron en 1982 fingiendo una guerra de soberanía cuando enviaron a morir a nuestros jóvenes para permanecer un poco más en el poder y regalar finalmente las Malvinas a la OTAN. Y en el 2001, lo hicieron. Pero los ricos, esos que defiende el de la motosierra que promete sacarles de encima el Estado, el BCRA, a la AFIP, a los pobres y discapacitados, a los maestros con un voucher y a los científicos del Conicet y sobre todo liberar de culpa a los torturadores y asesinos, ese tipo es una cloaca a la que los ricos le perdonan el olor a muerte. Les gusta su violencia vengadora contra tanto ciudadano necesitado y tanto pobre que socorrer con sus impuestos. Y tanto peronismo históricamente justiciero. Y esa líder a la que se intenta matar, pero la bala es esquiva porque, se sabe, dios es argentino. Y el Papa también.

Tal vez por eso me da tantas ganas de volver a rezar como un conjuro. O a repetir que el único pecado cometido estos años fue dudar. Dudar con Vicentín. Dudar con la Corte Suprema. Dudar con la Ley de Medios. Dudar con el FMI. Y dejar que los fugadores y saqueadores festejaran cada coloquio como un momento de triunfo del laissez faire. Lo cierto es que cada vez que ganó la tasa de interés imparable, el dólar fugado, la híperinflación y un payaso de las corporaciones -con motosierras o Ferraris o safaris en África-, cada vez que eso ocurrió hubo olor a muerte. A pobreza. A desintegración nacional. A Esma. Ese aire viciado de un volver a empezar desde cero como si la historia fuera circular y una trampa imposible de esquivar. Ese, seguro, es el perfume del personaje que excita a los que nunca, nunca, quieren pagar impuestos. Y corren de coloquio en coloquio para ver quién es el mejor postor: quien promete más fuga, más negocios, más libertad de mercado. Menos Estado pero para los que no tienen nada. Porque “ojito con eso de creerse que van a quemar el BCRA…Porque el BCRA es mio, mio, dicen desde un coloquio…” El muchacho de la motosierra excita también a los que jamás podrán vengarse de los ricos porque su destino es ser carne de deliveris. No pueden creer (los ricos) la extraordinaria oportunidad que tienen de tener una masa de votos impensada hace unos meses… Ayudados por el marketing furioso de medios con la certera operación contra un eunuco de la política que derrama obscenidades en Marbella. Porque nadie habla, entonces, del precipicio verdadero. Del derrape de un golpe de mercado. De que los tiburones huelen sangre…y fugan, y fugan y empujan más devaluación y un estallido.

Tal vez por eso siento necesidad de exigir que un viento huracanado de la razón humana nos asista a los argentinos. Y enterremos la truchada de la motosierra. Y vuelva lo mejor de la política humanitaria y distributiva que supimos conseguir hasta que un mafioso nos volvió a endeudar con el FMI en el peor cadalso de nuestra historia.

Porque estamos por volver a chocar. 

Y entonces pienso en nuestros hijos y desespero para que nuestra historia tremenda nos una, tolerantes, por la patria. Como nos unen y salvan de la barbarie los dos únicos pactos civilizatorios que aún defendemos con uñas y dientes: la educación pública, gratuita y obligatoria. Y el Nunca Más.    

Por María Seoane / P12

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