Reflexiones de la vida diaria: "¡No me diga eso, señor albañil!"

Actualidad 07 de septiembre de 2023
UpsideDownHouse01

Hay rubros, como el de la albañilería o la pintura de brocha gorda, a los que se puede asociar con un fenómeno similar al que ocurre con los médicos: todos conocen a uno de Harvard, pero no te quieren pasar el teléfono por si lo llegan a necesitar, o para que "no se los robes".

Y si te dan el teléfono, vos los llamás y resulta que el tipo está más requerido que analista político que entiende por qué la gente vota como vota, y entonces, desde el momento en que a desgano te dice: “mire: estoy con mucho trabajo, pero voy a ver de hacerle el arreglo”, ya sabés que te está diciendo que va a agregar un plus por “macanudez”.

Pero el truco es que él no va a hacer el trabajo. No. El laburo lo delegará en aprendices o muchachos que recién empiezan. (Es más: empiezan en el mismo momento en que el contratista entra a llamar a cualquiera para ocupar el puesto que hasta hace un momento no existía).

Y en vez de convertirse en el albañil o el pintor, se convierte en “el contratista”, que maneja una flota de personal eventual que, teóricamente, estaría capacitado para seguir sus instrucciones y llevarte a un final feliz. Pero hay algo que sabemos todos: los finales felices solo ocurren en las películas.

Además, cuando uno empieza una obra en su hogar, espera un único final feliz: que se vayan pronto los operarios. Que el trabajo quede bien, es secundario. Lo importante es que se vayan todos. (¿será por este tipo de ansiedad humana que la gente vota como vota?).

Y no solo que se vayan. Que se vayan rápido y pronto. Porque uno sabe que jamás de los jamases el trabajo se terminará en el tiempo que te dijo “el experto”. Siempre aparecen problemas, demoras, y explicaciones imposibles de discutir, porque… ¿qué sabe uno de albañilería o pintura? Si supiera tanto, tal vez sería yo el contratista.

Y cuando empieza la obra, tu mundo se achica, mínimamente, en un ambiente. Incluso si vivís en un piso de ocho ambientes, tarde o temprano, culpa del polvillo del rasqueteo, del olor a thiner o del odio profundo que te agobia, terminás recluido en una habitación de 2x2 comiendo sanguches de milanesa fríos porque no tenés acceso ni al microondas.

Y uno empieza a sospechar que no todo va tan bien cuando te dicen cosas como:

➤ “Y... acá hay que picar toda la pared...” Ahí se te viene abajo la moral, y lo peor de todo, se te viena abajo la pared. 

➤ “El problema es que estos azulejos, asi, igual - igual, ya no se fabrican más... “. Dos opciones: o cambiás todos los azulejos, lo que aumentaría un 53.324% tu presupuesto, o dejás en manos del “experto” la búsqueda de azulejos similares o parecidos. En ese caso, todo termina con la frase “no sabe lo que me costó conseguirlos. Tuve que irme hasta allá…”, que es cuando te das cuenta que tu presupuesto también tuvo que “irse hasta allá”.

➤ “Me parece que nos quedamos cortos con el enduido y la pintura”. Menos mal que estás en manos de un experto, si no, correrías el riesgo de quedarte corto con el enduido y la pintura.

➤ “Jefe: ¿me puede abrir que salgo a comprar algo y vuelvo en 10 minutos?” Tras varios días de la misma maniobra, vos empezás a sospechar que siempre el olvido se produce a la hora del almuerzo y que no son 10 minutos, sino, con suerte, hora y media. Bah. Con mucha suerte vuelven en el mismo día.

➤ “Mañana a las 9 estamos acá”. Nunca aclara a las 9 de qué parte del día: si de la mañana, de la noche, o si usa horario de Timbuktú. Pero a las 9, no está nunca.

➤ “¿Cómo podía saber yo que por acá pasaba un caño?” Esta frase es demoledora, no solo porque no te alcanzan las manos para agarrarte la cabeza, sino porque te das cuenta que vas a tener que demoler media vivienda para arreglar los caños.

Y hay muchas más frases deliciosas que no querés escuchar que te diga tu experto, como por ejemplo:

➤ “Jefe: como esto no estaba previsto, vamos a tener que ajustar el presupuesto”.

➤ “No se preocupe, señora. Las manchas de pintura en la madera salen fácil”

➤ “¿Pero usted no quería las paredes pintadas de verde loro y naranja fluo?”

➤ “¿Y para qué quiere que cierre la puerta del baño?”

➤ “El cielorraso estaba jorobado, pero no se preocupe: ahora va a poder ver todo lo que hace en su living el vecino de arriba”

Y podría continuar la lista. Pero tengo que dejarlos. Me está llamando el pintor… Ya veo que me hubiera salido más económico contratar a Da Vinci…


Por Adrian Stoppelman / Telam

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