El dólar y el futuro

Economía 11 de mayo de 2023
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Mi columna en Invertia de esta semana se titula «¿Y si cayese el dólar?», y trata de relacionar la cada vez mayor vulnerabilidad de la moneda norteamericana, cada vez más cerca en su ciclo como divisa de reserva, con un posible escenario en el que la siguiente divisa que se postula desde hace tiempo para sustituir al dólar, el e-yuan chino, no contase con el favor de la comunidad internacional y provocase un uso cada vez mayor de las criptomonedas más aceptadas en su lugar.

Que China desea «sinificar el mundo» es evidente, y de hecho, con muchas de sus iniciativas ha conseguido ya que muchos países lleven a cabo sus transacciones utilizando e-yuanes en lugar de la divisa norteamericana. El problema, obviamente, está en la coincidencia entre el funcionamiento de un país que ya de por sí no es democrático y parece tener una cierta obsesión por el control de la información, con el uso de una CBDC, de una moneda digital emitida por su banco central, que posibilita llevar a cabo ese control hasta sus últimas consecuencias. El gobierno chino da todas las semanas evidencias de tener un elevado nivel de arbitrariedad y de intervencionismo en sus decisiones, otro elemento que lo aleja de su idoneidad como posible divisa de reserva.

Los problemas del dólar se han acrecentado sensiblemente con la pandemia. Tras repartir alegremente relief checks a su población, algo seguramente poco discutible si pensamos en las posibles consecuencias de no haberlo hecho en un país en el que la protección social de los ciudadanos es escasa, la inflación generada por hacer girar incansablemente la manivela de la máquina de hacer dinero ha afectado tanto a su economía como a la de todo el resto de países que dependen del dólar. Esto está generando una importante pérdida de confianza en el sistema: cada vez más inversores son conscientes de la fragilidad de la economía norteamericana, y la reciente caída de varios bancos ha hecho que los ciudadanos empiecen a tener poca confianza sobre la posibilidad de recuperar sus depósitos en caso de ser afectados por esa eventualidad.

Esos miedos, tanto en los Estados Unidos como en China, están llevando al oro a máximos históricos, mientras otras economías, como la rusa, caen en picado, incrementan su dependencia de China y se dedican a comunicar «ficciones putinescas«.

¿Pero qué consecuencias podría tener que los Estados Unidos no pudiesen justificar su enorme deuda y se desencadenase una pérdida de confianza masiva? Básicamente, las de un auténtico armaggedon financiero. En ese escenario, que históricamente se ha producido con otro tipo de consecuencias como conflictos y guerras, sería susceptible de acompañarse de una canalización de muchas inversiones hacia las criptomonedas que generan más confianza, sobre todo teniendo en cuenta que eso significaría, hipotéticamente, pasar a depender de una divisa de reserva neutral que no depende más que de su algoritmo, en lugar de depender de un gobierno o un banco central.

Puestos a rediseñar la divisa que se utiliza internacionalmente como de reserva, francamente, prefiero depender de la exactitud e inmutabilidad de la cadena de bloques – sobre todo ahora que ha simplificado sensiblemente su funcionamiento y ya no tiene por qué generar cuantiosos gastos de energía – y de un algoritmo que la gobierna, a depender de la arbitrariedad de un gobierno con sus propios intereses y agenda. Pero como digo en el artículo de Invertia, a lo mejor es que soy un friki y no tengo ni idea de economía…

Nota:https://www.enriquedans.com/

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