Ser estoico está de moda

Actualidad 01 de mayo de 2023
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¿Es posible no temer ni esperar nada? ¿Aceptar simplemente lo que acontece? Para los estoicos, quienes creían que no tiene sentido preocuparse por cosas que escapan al control de cada uno, sí.
Nacido hacia el 300 a. de C., de la mano de Zenón de Citio –un comerciante de Chipre que había perdido todo en un naufragio y se sumergió en las enseñanzas de los cínicos y de Platón, antes de fundar su propia escuela–, el estoicismo es una corriente filosófica que postula, entre otras cosas, que hay que llevar una vida «conforme a la naturaleza». Y defiende «el dominio de las emociones que perturban la vida a través de la virtud y la razón». Su nombre proviene del griego stoa, es decir, «pórtico», ya que Citio enseñaba debajo de un portal (adornado con dibujos y pinturas).
A nivel cotidiano, se dice que alguien actúa estoicamente cuando enfrenta una situación difícil con entereza. Hoy, ideas de este movimiento, que resultan reconfortantes en momentos de adversidad, toman fuerza, de acuerdo con catedráticos como el español Juan Antonio González –profesor de filología de la Universidad de Salamanca–, porque «estos tiempos han empujado al ser humano a ser estoico. La crisis sanitaria, la guerra, la inflación han conformado una “época semibárbara” que se puede transitar mejor con principios como la naturalidad, el pragmatismo y la sencillez». Como afirmó en entrevista con el diario La Vanguardia: «Saber vivir es un arte, que se enseña y se aprende ejercitándolo». 
Según un artículo del diario El País de Uruguay, muchas personas están abrazando esta vertiente, que vela por el interior y el equilibrio del ser humano, y plantea «no quererlo todo, sino solo lo necesario». En las librerías «orientales», escritos de estoicos célebres como Epicteto, el emperador Marco Aurelio y Séneca se están vendiendo «a buen ritmo», si bien el primer divulgador fue Crisipo de Solos. Las obras de Citio, lamentablemente, se perdieron.
¿Qué puede encontrar la gente en el estoicismo que le resulte útil en la actualidad? «Probablemente aquello que los estoicos llamaban ataraxia. O sea, una especie de imperturbabilidad», responde Bruno D. Alfonzo, licenciado en Filosofía y docente de Historia de la Cultura Clásica en la Universidad Nacional de San Martín. «Teóricamente, implica alcanzar un equilibrio de las pasiones que otorgue serenidad de ánimo. Ante las crisis individuales y colectivas que se imponen, buscamos alcanzar un estado semejante, y el estoicismo ofrece una vía intelectual para ello. Para los estoicos este camino debía realizarse bajo el dictado de la razón, y su fin era nada menos que la felicidad. La felicidad entendida como la coronación de un ejercicio racional, no un arrebato de naturaleza pasional; las pasiones deben someterse al escrutinio de la razón, la cual, para lograr su cometido, debe tender a igualarse con la razón o principio universal, aquello que los estoicos llamaban lógos». 
Citio decía que «la felicidad es el flujo de la buena vida» y solo puede conseguirse mediante la razón. En suma, gobernarse a sí mismo es la única forma de alcanzar una «vida virtuosa» (bella, ética, que evita la maldad y busca la verdad). «En la ataraxia estoica se conjugan una filosofía moral y una filosofía de la naturaleza, cuya aprehensión solo es posible mediante un constante ejercicio, un permanente poner en práctica; quizá sea este uno de sus mayores atractivos y el motivo principal de su revival», agrega Alfonzo.
Pero no se trata solo de una moda, sino de una forma de vida. Los estoicos subrayaban cuatro cualidades fundamentales: la sabiduría, la templanza, la justicia y el coraje. Al conjugarlas, frente a una decisión, por ejemplo, se apunta al «obrar correcto». Esto significa que quizá el camino elegido sea el más duro, no el más deseado.
Los estoicos también creían que las personas tienen un devenir trágico, ya que las cosas no dependen de ellas, ni siquiera la muerte. Y fomentaban un fortalecimiento individual del cuerpo y el alma: prepararse para soportar el frío, el hambre, el dolor, etcétera.
Aunque, a menudo, se preste a confusión, Alfonzo enfatiza que «ser estoico no es ser conformista». No se trata de ser pasivo, sino de aceptar las cosas que están más allá del alcance de cada cual.
¿Qué tiene para decir el estoicismo sobre la exigencia de ser felices y exitosos que predomina en el mundo occidental? «Cito una frase de Séneca, que aparece en una de sus Cartas: “Licet sapere sine pompa”, lo cual significa “Se puede ser sabio sin alarde”. Modificaría la frase y diría que podemos ser felices sin necesidad de exhibición. Hoy parece que la felicidad y el éxito se miden por el nivel de exposición (pompa) y aceptación que recibimos de los demás. Y hasta llegamos a convencernos de que si los otros creen (ven) que somos felices y exitosos, puede que entonces lo seamos. Hay que empezar a desarmar un poco esta idea», propone el académico.
En el «corazón» del estoicismo que, a diferencia del epicurismo, apunta a «la virtud como el bien supremo y no al placer», hay otros enunciados que pueden aplicarse a la vida diaria. Alfonzo menciona: «Resiste y abstente», un lema de Epicteto, que representa una parte importante de la sabiduría estoica, pero hoy puede sonar algo duro y antipático. «Me gusta más una frase de las Cartas de Séneca: “No es feliz quien no piensa que lo es”. Esta breve pero aguda reflexión nos formula: ¿cómo convivimos con nuestros propios pensamientos?, ¿de qué manera influyen en nosotros todos los días?».

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