Macri desde el Olimpo

Actualidad 28 de marzo de 2023
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Que finalmente suceda lo que todos esperaban no lo hace menos conmovedor. Para empezar, porque no todos estaban al tanto del secreto a voces. La política argentina sí sabía que Mauricio Macri no volvería a ser candidato presidencial, y una buena prueba de ello era que toda la “dirigencia macrista” ya estaba alineada con alguno de los tres precandidatos oficializados del PRO: Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal. Ninguno estaba esperando el lanzamiento del ex presidente, y muy probablemente ya le habían pedido la bendición antes de jugarse por alguno de los mencionados tres. Por ejemplo, cuesta creer que alguien como Néstor Grindetti, quien viene acompañando a Macri desde los tiempos de SOCMA, hubiera declarado su apoyo a Bullrich sin antes conversar con su jefe y mentor político.

Sin embargo, el “pueblo macrista” aún no había sido informado. El video de 6 minutos que posteó en YouTube en la mañana del 26 de marzo estaba dirigido a ellos, a sus fieles votantes. Con esa emoción contenida que sabe manejar tan bien, Macri les agradece el apoyo, pide que confíen en él y que sigan luchando por “el cambio”, su marca registrada. Y no se despide, porque seguramente les enviará otros mensajes en los próximos meses. O semanas.

¿Es exagerado hablar de “pueblo macrista”? Para el país peronista, eso suena a herejía. Pero no lo es. Macri también ejerce un liderazgo popular, de nuevo tipo, y con lenguaje propio. El “pueblo macrista” está constituido por una clase media de posible doble pasaporte, empobrecida, enojada, desesperanzada, que quiere volver a ser, y él, su líder, logró tocarles alguna fibra sensible y aspiracional. Aún con propuestas imprecisas, supo prometerles algo: “el cambio”. En el video, Macri se ocupó de evocar la relación que mantuvo con ellos en las calles, con momentos de comunión como los masivos cacerolazos anti-kirchneristas, o las marchas del “Sí se puede”, con las que Macri buscó remontar su derrota en las PASO de agosto de 2019. Y mal no le fue: aunque no logró la reelección, con esos actos multitudinarios Macri se graduó de dirigente popular. Hoy es dueño del segundo núcleo electoral argentino, y, al igual que Cristina Kirchner, dispone de un 20-25% del padrón que votaría por él sin dudarlo un instante.

¿Es exagerado hablar de “pueblo macrista”? Para el país peronista, eso suena a herejía. Pero no lo es. Macri también ejerce un liderazgo popular, de nuevo tipo, y con lenguaje propio.

Ese núcleo macrista será decisivo en la primaria de Juntos por el Cambio, que en realidad será la interna del PRO. Macri dijo que no será candidato a presidente, pero no que será prescindente. Ganará el elegido o la elegida del “pueblo macrista”, que está a la espera del dedazo del líder. A priori, la favorita es Bullrich. No hay que subestimar a Vidal, y con Rodríguez Larreta se puede conversar del futuro de la Ciudad. Macri tiene en claro su poder, y sabe ejercerlo. La situación registra, además, el antecedente de la interna por el gobierno porteño, en 2015. Entonces había dos aspirantes a su sucesión: Gabriela Michetti y Rodríguez Larreta. Macri ya había cumplido dos períodos en la Ciudad y preparaba su candidatura presidencial. Michetti era la más popular, la favorita en las encuestas, pero Macri decidió hacer valer su poder de king maker y apoyar a Rodríguez Larreta, quien finalmente salió vencedor. Gracias a Macri. El pueblo macrista demostró su obediencia, y la dirigencia macrista sintió el rigor de la autoridad, empezando por Michetti, quien nunca se recuperó plenamente de aquella osadía frustrada.

Suponer que el Macri de 2023 es muy distinto de aquél de 2015 resulta, en principio, un pecado de ingenuidad. Y tampoco queda claro que su paso al costado contribuya al surgimiento de nuevos liderazgos, toda vez que su influencia se mantiene intacta, incluso más que ayer. Buen padre es aquel que deja ganar a sus hijos, aunque sin hacérselas tan fácil en el trayecto. La verdadera prueba de liderazgo de cualquiera de los precandidatos del PRO hubiera sido competir con Macri y vencerlo en la interna. La de los votos, o la de los argumentos. Macri se bajó de una carrera a la que nunca se había subido, y por lo tanto en la que nunca se midió. Protege su liderazgo, se reserva la acción de oro, y su influencia en lo que viene será determinante.

Despolarización

La otra pregunta se refiere al impacto de la decisión de Macri sobre la política general. La movida, por ahora, es más contundente que la de su consocia en el club de los accionistas de oro, Cristina Kirchner. La vicepresidenta, en realidad, ya había aprovechado el fallo en primera instancia por la causa Vialidad para anunciar su “candidatura a nada”. Había primereado, digamos. Pero luego fue ambigua al respecto, y permitió que La Cámpora lance el operativo clamor de la proscripción. Su posición, en comparación a la de Macri a partir del anuncio del domingo, hoy se ve confusa. Para colmo Cristina tiene un presidente, Alberto, que se beneficia de la confusión y hoy afianza sus aspiraciones reeleccionistas gracias a ella. A diferencia de Macri, Cristina le está obsequiando a su pupilo la posibilidad de una confrontación, real o imaginaria, con ella. Alberto hoy tiene dos buenas razones para aspirar a la reelección: defender su gestión y convertirse en el desafiante de Cristina. Ella probablemente no ignora el juego en que lo ha metido, y algún plan debe tener al respecto.

¿Pero qué ocurriría si los dos consocios del club de la acción de oro, Mauricio y Cristina, confirman su retiro al Olimpo? A mirar desde arriba, y conservando el poder de los votos determinantes, como sus pupilos se embarran en los asuntos terrenales. El poder de la acción de oro de Macri reside en que mañana puede mandar otro video a su pueblo macrista, anunciando su voto por Vidal y dejar a Bullrich y Rodríguez Larreta en un segundo plano. Y

Cristina, por su parte, podría mandar su propio video promoviendo la candidatura a la Casa Rosada de Ariel Succurro, actual presidente del Concejo Deliberante de Salliqueló, la capital nacional del novillo, y en 48 horas Succurro pasaría a liderar las tendencias de voto en la interna del Frente de Todos.

No obstante, si los dos se abstienen juntos la política se puede despolarizar. En un hipotético escenario de competencia entre Mauricio Macri y Cristina Kirchner, la Argentina se repolariza y entre ambos concentrarían más del 80% de los votos nacionales. Algo similar ocurriría en hipotéticas competencias Cristina contra Bullrich o Macri contra Axel Kicillof. En cualquiera de estos dos o tres casos, la elección orbitaría en torno a amores y rechazos hacia los dioses del Olimpo. Sin ellos, en cambio, la nueva complejidad de la política argentina comenzaría a hacerse notar. Los electorados se han fragmentado: aquel 48% de Alberto Fernández hoy se divide entre una mayoría de nostálgicos K disconformes con el gobierno –aunque lo prefieran al regreso de Macri–, y una minoría que apoya al presidente y justifica todas sus decisiones. Y en la otra mitad podemos distinguir entre un electorado opositor fuertemente antikirchnerista, cambiemita y anclado en las discusiones de la grieta, y uno más independiente y antipolítico, con nuevas preocupaciones y enojado con las tres Coreas, que mira hacia Javier Milei.

Por lo tanto, la política argentina se compone de al menos cuatro bloques electorales distintivos, y que pueden florecer si Mauricio y Cristina los dejan librados a su suerte. Menos Mauricio y menos Cristina puede significar, también, un achicamiento de sus respectivas coaliciones de unidad. Todo ello sucede, claro, con la anuencia activa de los gobernadores, quienes decidieron masivamente desdoblar sus elecciones provinciales –solo 5 de los 24 distritos votarán para gobernador el mismo día que para presidente–, lo cual se asemeja al panorama de 2003, que favoreció la atomización del voto presidencial. Por eso, y sobre todo a partir del video de Macri, la Argentina política mira a sus dioses del Olimpo con la esperanza de obtener dos respuestas: a quién dirigirán a sus electorados duros, y si van a reeditar el conveniente país de la grieta o permitirán la despolarización electoral.

Por Julio Burdman / Politólogo * Le Monde Diplomatique

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