Reflexiones de la vida diaria: Changuitos salvajes

Actualidad 07 de marzo de 2023
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Alguien debería escribir un manual de instrucciones para la vida, urgente. El más antiguo en existencia, los 10 mandamientos, ya no alcanza para regir el comportamiento humano. 

Tomemos los supermercados, por ejemplo. Ni el mismísimo Moisés en el Monte Sinaí podía imaginar que un día alguien lo llevaría por delante con el changuito, porque en lugar de mirar a la gente a su alrededor, el conductor del vehículo en cuestión va mirando los precios de los productos y no registra que están tus tobillos en su camino. Y uno no puede responder con un changazo al hígado, porque si no, en vez de supermercado, el lugar se convertiría en una pista de changuitos chocadores. (Mmm… no es mala idea… se las dejo picando). 

Y cuando entrás al súper, al súper no le interesa tu comportamiento social. Solo le interesa que no te afanes nada y que compres más de lo que necesitás. Porque si no, a la entrada, en lugar de un cartel que diga “sonría lo estamos filmando”, debería haber un  cartel que explique cómo debe comportarse un ser humano en un supermercado. 

1 “No deje su chango cruzado y abandonado en el medio del pasillo” 

El pasillo no es suyo, y el chango tampoco. Y no se ofenda si alguien le pega a su chango un patadón que lo manda de la góndola de chupetines a la de trapos de piso, dos sucursales más allá. No se debe dejar el chango abandonado. Y mucho menos con dos niños adentro. 

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“Si se encuentra con un conocido, no se quede charlando en el pasillo con los changuitos bloqueando el paso” 

Y no solo eso. Trate de charlar en voz baja, cosa de poder escuchar cuando vengo y le digo “permiso” por décimo quinta vez y usted ahí, como la dueña del pasillo agasajando a una invitada de luxe. Córrase. El changuito en el riñón, duele. 

3 “El súper no es un parque temático” 

No vaya con toda su familia de excursión. Si quiere pasear, vaya a algún lugar al aire libre y si llueve, no vaya a ningún lado, o vaya, pero con paraguas. ¡Pero no vaya de excursión al supermercado! Los demás no estamos paseando y usted… molesta. 
“No desacomode todo en la góndola”. El repositor no es SU empleado. Y si usted me mezcla el arroz blanco con el integral, el de sushi con el berreta y deja los paquetes en cualquier posición, después no va a coincidir el precio en la góndola. Y sépalo: un kilo de arroz arrojado a 3 metros de distancia que golpea en su cabeza puede ser muy doloroso. Sobre todo para el arroz. 

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 “No todos piensan como usted” 

En lo único en que todos los que vamos al súper estamos de acuerdo es que todo está carísimo. Ergo, no ande intentando armar charlas con frases como “¿Me parece a mi o achicaron el envase?” “¿Serán buenas estas pepas?” o “Acá tienen que volver los militares”. Ya tengo mi grupo de amigos y usted no es parte. No quiero hablar. No es que no sea sociable. Es que ya me di cuenta de que vamos a terminar revoléandonos pepas por la cabeza. 
“No vale dejar el changuito solo en la cola e irse a seguir comprando”. Y mucho menos, hacerlo delante de mi. Porque si la fila avanza, yo no te voy a empujar el chango ni respetar tu turno. Yo avanzo y dejo tu chango atrás. Es más: hasta es posible que con un taquito lo empuje más lejos. En lo posible tanto como para que te golpee en los tobillos. 

5 “No vale dejar a un persona en la fila de la caja mientras vos seguís comprando” 

No solo es de mal gusto, sino que todos, ABSOLUTAMENTE TODOS, te vamos a mirar con ganas de que te atragantes con cada cosa que haya en tu chango, sean alimentos, golosinas o el palo de escoba que sobresale peligrosamente y que ojalá te pegue en un ojo, a vos y a tu secuaz. La sociedad desprecia a quienes practican esta trampa. Si no te lo hacen saber es porque el paquete de pepas está muy caro para revoleártelo por el marote, y en este caso, harían falta dos paquetes de pepas. 
“Si la caja dice 15 o menos productos, no vayas con 16, 17 o 53 productos”. Todos estamos contando cuántos productos tenés, y ya nos dimos cuenta que sobrepasás lo permitido. Esto se solucionaría muy fácil: en lugar de que todos empecemos a los gritos: “¡Eh, Eh! ¡es la caja de 15 productos y vos tenés 64! ¡A la cola, a la cola!” Se te debería cobrar un 5000% más. Pero ojo: el dinero no va para el súper. Es a repartir entre los que estamos en la cola de 15 con 100 gramos de fiambrín y un yogur de oferta. 

6 “No intentes hacerte el pícaro diciendo: '¿me permitiría pasar? Tengo dos cositas'” 

Es la fila de 15 productos. ¡Todos tenemos dos cositas! El fiambrín, el yogur, y las pepas. Bueno, tres. Es que es la primera semana del mes y muchos ya  cobramos. No pasarán. Ni con dos, ni con tres. Todos estamos apurados por merendar las pepas con el yogur y el fiambrín. 

7 “Cuando toque tu turno de pagar, tené tu medio de pago listo” 

Así pagues con tarjeta, con cheque o con 8.500 pesos en monedas de 10 centavos… ¡tené la plata preparada! No esperes a que te digan   cuánto es. No tenemos toda la tarde y el yogur y el fiambrín necesitan heladera y si se corta la cadena de frío… ¡me corto las pepas! 

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 “Si estás pagando y te acordás que te olvidaste algo…¡embromate - con jota - !” 

Vení otro día, salí y volvé a entrar, pero no vayas hasta la otra punta del supermercado a buscar el pan de oferta para el fiambrín, porque nos dejás a todos esperando y la mala onda que te tiraremos hará que ningún gualicho te salve de las maldiciones y conjuros que te deseamos. 

Y por último, debería haber una ley que proteja, incluso al que haga las peores maniobras con su changuito. Porque lo más peligroso con lo que uno se puede topar en un supermercado no es un ser humano ni un changuito. Lo más peligroso con lo que uno se puede topar en el super es… la pistola remarcadora. 

Por Adrian Stoppelman * Telam

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