Enero al diván: por qué el mes iniciático se percibe como el de mayor desafío emocional

Recursos Humanos 22 de enero de 2023
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Diciembre de 2022 dejó a más de uno sin energía en el cuerpo y hasta aquí ninguna novedad. A la carga emocional de las fiestas —ese momento donde nos atraviesan complejidades antagónicas que van desde la elección de quién lleva el vitel toné a la mesa de fin de año hasta los balances y elaboraciones de objetivos para el calendario entrante—, se le sumó la algarabía con la obtención de la Copa del Mundo en el Mundial Qatar.

Como si fuera una montaña rusa, quedamos algo más que despeinados de tanta cosa junta, en un año donde, además, la inflación trepó a niveles muy altos, siendo la variable económica otro ítem que suma puntos a la incertidumbre, la cual —dicen los especialistas — la cargamos como una gran bolsa de cemento toda junta y en el mes más caluroso y extenso del año: enero.

En esta cuesta del mes iniciático del año, no es casual que se haya dado vida al denominado “Blue Monday”, el tercer lunes del año, conocido también por ser “el día más triste del año”. La vuelta al trabajo tras la Navidad, los gastos derivados de las fiestas, o la lejanía hasta el próximo periodo vacacional, hacen que enero adquiera una emocionalidad XXL.

Enero es el comienzo y lo nuevo, pero con ese peso del todo que está por venir, pero que aún no sabemos cómo. Quizás sea la propia sumatoria de cosas. El hecho de querer adelgazar rápido para el verano, de pensar en conseguir aquel trabajo que tanto deseamos, la vuelta a la rutina que dejamos atrás en las vacaciones, y así podemos seguir enumerando ejemplos que juntos potencian esta angustia.

El manejo de las emociones en enero
La sumatoria estos ítems nos hace muchas veces manejar un tanto mal las emociones en enero, que es de por sí un símbolo de lo nuevo siempre. No solo es el mes que abre el año, sino que enero ya de por sí tiene “olor” a nuevo desde el momento en que estrenamos ese traje de baño que nos regalaron en diciembre. “Es el mes en que estrenamos las emociones, tienen que ver con las expectativas de lo nuevo, lo que comienza y eso mismo es lo que nos acerca a experimentar lo que ya no está”, dice a Infobae Alberto Álvarez, psicoanalista y psiquiatra, miembro titular de Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y Full Member de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA). 

Y suma: “Entonces tenemos la expectativa de lo nuevo y lo que ya no está, que son anotadas como pérdidas y es lo que hay que elaborar”.

Gabriela Goldstein, psicoanalista, presidente APA, sostiene que siempre es bueno hacer un “corte” y cambio de escenario para poder descansar y descomprimir las tensiones cotidianas. “Diciembre es un mes importante, con deseos, expectativas y a veces momentos de tristezas. Es un tiempo de “promesas” y proyectos. A veces la expectativa incluye un periodo de descanso y de posibilidad de recargar las energías. Por eso enero es un mes variado, para muchos es el tiempo de vacación y para otros es el momento de iniciar proyectos o el espacio para pensar”, advierte.

El tiempo de promesas al que refiere Goldstein tiene un link directo con aquella cuestión tan mentada por estos días de ponerse objetivos, el paradigma al que hace referencia María Teresa Calabrese, endocrinóloga, psiquiatra y psicoanalista, especializada en enfermedades psicosomáticas. miembro de APA y de IPA. “En cuanto a cómo encarar el primer mes del año yo diría que hay ponerse objetivos cortos, o medianos. Pero no de largo plazo”, puntualiza a Infobae. 

La experta propone hacer una cosa, o a lo sumo dos. “No más”, dice tajante Calabrese. “Y al mes siguiente, lo mismo: una o dos. Siempre cosas que sean realizables. Esta nueva onda de que todo lo que uno quiere se puede, es una gran mentira que frustra mucho a la gente. Las redes te dicen “querer es poder”, y no siempre se puede. O sea, las motivaciones son importantes, pero las limitaciones hay que poder aceptarlas. Hay que poder tener tolerancia a la frustración. No todos tenemos capacidades para las mismas cosas. Eso es un punto para tolerar las frustración”, agrega.

Enero, ¿el mes más largo?
Son muchos los que dicen que este mes es más largo que el resto. “Se hace más largo cuando uno no puede cortar, tomarse un tiempo de descanso o aparecen problemas inesperados como de salud propia o de familiares. El tomarse un tiempo no tiene que ser en enero o febrero, puede ser en cualquier época, y hay que animarse a romper con lo establecido”, analiza Álvarez.

Existe una barrera espacial a romper. “Podemos también quedarnos en nuestro lugar con o sin trabajo y planear de hacer pequeñas actividades diferentes, y eso ya puede servirnos para descansar de lo rutinario”, agrega el especialista.

Goldstein sigue por la línea de su colega y remarca una cuestión que ya todos conocemos: vivimos en un mundo con demandas de rendimiento y tiempos acelerados. “El deseo surge cuando nos podemos mover de la rueda de una hipermodernidad, que puede ser también híper exigencia, que produce desgaste y frustración. El equilibrio entre los proyectos y un rendimiento desmentido es difícil. Por esto el tiempo para tener tiempo y percibir la vida con los sentidos y las fantasías es vital. Mirar el horizonte, en sentido metafórico implica descansar nuestro impacto virtual constante y también poder pensar con libertad”, reflexiona la experta.

A propósito de esta extensión XXL de enero, Calabrese sostiene que ante todo, hay una cuestión relacionada con la propia idiosincrasia temporal del mes. “Los días son más largos, las noches son más cortas. Se vive más intensamente, se duerme menos y esto hace que parezcan como jornadas más largas. También que venimos del acelere de diciembre, que parece más corto el mes. Y hay como un aflojamiento en enero, no una relajación. Están las vacaciones también en el medio y a la vuelta de las vacaciones todo eso hace que parezca que es un mes más largo”, explica.

Balance no obligado
Álvarez dice que el balance a fin de año es una cuestión que no es obligatoria. “No somos contadores”, grafica. “La necesidad de un balance, o sea, darnos cuenta de cambios que hicimos o que estamos atravesando, puede ser en cualquier momento. A veces en relación a fechas significativas para cada uno. Insisto no hay un momento ideal, es el momento de cada uno que surge esa necesidad”.

Desde el prestigioso centro de salud Mayo Clinic, señalaron que la temporada festiva de fin de año significa diferentes cosas para diferentes personas. “Las tradiciones familiares y religiosas se observan de diversas maneras; y las comidas y las actividades extras pueden generar mucho estrés”, explicaron.

Goldstein suma: “Existe una tendencia a hacer balance y es interesante no dejarse llevar por los cálculos negativos. Siempre existe la oportunidad de algo nuevo y de otras oportunidades. Es importante para esto, oxigenar el psiquismo, volver a “jugar” encaminado encuentros con amistades o salir a las situaciones que nutren el alma. La música, el arte y la naturaleza entre muchas cosas posibles. Hacer planes para momentos de placer. Es a partir de esta posibilidad que logramos una recarga libidinal y un relanzamiento del deseo”.

Y agrega: “El deseo de análisis, bien pueden surgir en enero, cómo algo simbólico de ocuparse de temas que a uno lo implican. También porque pueden surgir frustraciones que necesitamos pensar con el otro del análisis. Es cada situación singular la que dirá cuando emerge este deseo”.

Calabrese dice que “el tema de los balances no es aconsejable, aunque suele ser inevitable”. Y explica para cerrar: “Siempre estamos haciendo balances y bueno, fin de año es el mes ideal donde uno siente que tiene que poner a prueba si realizó los proyectos y no los realizó. Decía no es aconsejable, porque generalmente no frustramos. La mayoría de los proyectos no se realizan, a veces sí pero en la mayor parte de las personas no. Y entonces eso puede llevar a la frustración al desgano que suele aparecer al mes siguiente en enero, por eso aparece el bajón”.

Nota:infobae.com

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