Llegó la hora de enfrentar decididamente la pobreza y la desigualdad estructural

Actualidad - Nacional 19 de diciembre de 2022
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Las recientes cifras sobre pobreza nos obliga a pensar y repensar sobre dos cuestiones centrales en nuestra Nación, me refiero a la libertad y los derechos sociales, cuestiones que millones de compatriotas no tienen.

El concepto de libertad, se remonta a nuestros inicios como Nación. En 1810, Mariano Moreno proyectó un decreto que luego sancionaría la Primera Junta según el cual “la libertad de los pueblos no consiste en palabras, ni debe existir en los papeles solamente. Cualquier déspota puede obligar a sus esclavos a que canten himnos de libertad, y este canto maquinal es muy compatible con las cadenas y opresión de los que lo entonan. Si deseamos que los pueblos sean libres, observemos religiosamente el sagrado dogma de la igualdad. El principio fue receptado por el proyecto de Constitución de Juan B. Alberdi de 1853 y cristalizado en el artículo16 de la Constitución Nacional.

En 1958, Isaiah Berlin uno de los pensadores liberales más importantes del siglo XX, propone su teoría acerca de la existencia de una libertad positiva que, lejos de limitarse a la idea de libertad entendida como no-injerencia estatal en las decisiones de las personas (libertad negativa), se funda en la necesidad de que éstas participen en igualdad de condiciones de la empresa colectiva del autogobierno:

Argentina enfrenta una de las peores situaciones sociales en cuanto a la posibilidad de que millones de nuestros compatriotas puedan ejercitar la mayoría de sus derechos más elementales y, entre ellos, los vitales derechos políticos que son consecuencia directa de la posibilidad de acceder a una mínima educación, alimentación o atención sanitaria. Para la gran mayoría de ellos, parafraseando a Moreno y a Berlín, la libertad sólo “consiste en palabras”.

El Estado no puede ser completamente “ciego” a las relaciones existentes en un determinado momento histórico entre diferentes grupos de personas. Según esta perspectiva, evitar la cristalización de un grupo excluido, sometido o sojuzgado es lo que parece subyacer como fundamento del principio de igualdad ante la ley. Es ésta posiblemente la idea de igualdad que se encontraba detrás de la afirmación de Moreno en la que se identificaba a la igualdad con la lucha contra la opresión y las cadenas con las que los déspotas someten a los esclavos que cantan, forzados, himnos de libertad sin ser libres. Esta es, probablemente, la misma idea de igualdad como “libre de opresión” que Berlin defendía al presentar su concepto de Libertad positiva ante su audiencia en la Universidad de Oxford en 1956.

Hay una clara y contundente deuda de la democracia respecto de la pobreza estructural en nuestro país. Desde el año 1983 a la fecha, la pobreza ha sido un tema a resolver por todos los gobiernos de diferentes signos políticos. Los resultados de la lucha contra la pobreza han sido muy magros; en función de dichos resultados, es que debe replantearse el enfoque del problema y que las vías de acción y de posible solución, no sean pura y exclusiva responsabilidad del gobierno de turno.

Es necesario que el diseño, la implementación y el control de las políticas públicas que busquen reducir la pobreza estructural en nuestro país, tengan un enfoque diferente a lo que se llevó a cabo durante estas cuatro décadas de democracia ininterrumpida. Desde programas focalizados en los ochenta y los noventa, hasta políticas sociales universales en los últimas décadas, han tenido un magro resultado en cuanto a la disminución de la pobreza en nuestro país, convirtiéndola en un factor estructural, factor que por su envergadura impacta de manera directa en el clima social de nuestro país.

La crisis socioeconómica que nos toca atravesar, necesita no solo del aporte de los movimientos sociales, sino de la política, del Estado, de las centrales de trabajadores, de la iglesia y de los movimientos religiosos en general. A un problema que es claramente estructural en nuestro país, seria de un error garrafal dejarle la solución solo al gobierno de turno. La experiencia nos demuestra que desde 1983 hasta nuestros días, el dejarle al gobierno de turno la solución de tamaño problema ha sido una mala decisión. Para enfrentar decididamente la pobreza, se requiere inexorablemente de un enfoque diferente, enfoque en el cual puedan construirse políticas de estado que se orienten a resolver de manera sostenida este flagelo social que implica que millones de compatriotas vivan en nuestro país en situaciones de pobreza e indigencia estructural.

La experiencia del FreNaPo en los noventa, significó un abordaje multidisciplinario respecto del abordaje de la pobreza. Dicha propuesta plebiscitada por el FreNaPo de establecer un Seguro de Empleo y Formación para cada jefa o jefe de hogar desocupado; una Asignación Universal por cada hija o hijo de hasta 18 años; y para los mayores de 65 años que no percibieran jubilación ni pensión, fue sin lugar a dudas lo que a posteriori muchas de las políticas sociales desarrolladas en los gobiernos posteriores, estuviesen ancladas en las consignas de dicho frente.

La experiencia citada, nos demuestra que el rol de los movimientos sociales cuando la crisis de la política no pudo seguir representando a los sectores más desprotegidos de la sociedad, fue clave para ejercer la representación de estos vastos sectores sociales y para canalizar demandas concretas de millones de personas que habían quedado fuera del sistema fruto de las políticas económicas y sociales de los gobiernos de turno. Este fenómeno desarrollado por los movimientos sociales, ha sido motivo de estudios a nivel internacional.

En la actualidad, parte de la política inscripta tanto en el oficialismo, como en la oposición, pretende desplazar el rol de los movimientos sociales de un lugar que se han ganado por peso e historia propia.

Millones de compatriotas sufren a diario la dura realidad de la pobreza y la indigencia. Es imperioso, buscar enfoques y políticas de estado, que nos permitan abordar este flagelo que genera que niños, jóvenes, adultos y ancianos no puedan disfrutar no solo de los derechos sociales básicos, sino fundamentalmente de la libertad que les corresponde como ciudadanos.

La dirigencia política debe entender de una buena vez y para siempre, que es hora de dejar las miserias de lado y en consecuencia, debe ponerse a trabajar codo a codo junto a todas las dirigencias sociales y empresariales en lograr que los indicadores de pobreza en nuestra nación empiecen a mejorar sostenidamente.

Si son capaces de lograrlo, estarán haciendo una enorme contribución a nuestro pueblo; sino son capaces de lograrlo como hasta ahora, estarán deshonrando no solo los sueños de Moreno y Alberdi, sino el toda de una nación.

Por Marcelo Fidalgo * Ámbito Financiero

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