Cristina Kirchner frente al realismo mágico de Comodoro Py

Actualidad 01 de diciembre de 2022
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Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner había de recordar aquel tiempo en que el partido militar mutó hacia el partido judicial. Comodoro Py era entonces un simple edificio, a la orilla del Río de la Plata. Su creación era tan reciente que aún se confiaba en que podía cumplir con su objetivo, impartir Justicia cuando se violaban las leyes.

Si hubiera que escribir una historia de Comodoro Py podría empezar así, como un homenaje al realismo mágico pero degradado. En ese bloque de cemento sucede la base del realismo mágico: lo irreal es lo cotidiano. CFK, a casi 8 años de que terminara su presidencia, tuvo que mostrar otra vez las pruebas de su inocencia y enumerar las 20 mentiras por las cuales, todo indica, será condenada el próximo martes.

Uno de los jueces que la va a condenar y el fiscal que la acusó sin pruebas jugaban al fútbol en la quinta del principal impulsor de esta persecución mediático-judicial: Mauricio Macri. Y la propia Cristina tuvo que recordarles a los ejecutores finales del lawfare, los jueces y fiscales, que correrán el mismo camino que en su momento los militares: serán juzgados ellos pero no los beneficiarios finales de su tarea, los dueños de las corporaciones económicas que primero llamaban a los cuarteles y ahora les basta con una tapa de diario para ordenar los tribunales.

“Esto es un pelotón de fusilamiento”, afirmó CFK ante la mirada virtual de los jueces Jorge Gorini, Rodrigo Giménez Uriburu y Andrés Basso. Son los que comunicarán el veredicto en 7 días. No es posible asegurar que lo hayan escrito ellos. Lo que si es seguro es que Gorini se reunía sin motivo institucional con Patricia Bullrich y que Giménez Uriburu juega al fútbol junto al fiscal del caso, Diego Luciani, en un torneo en la quinta Los Abrojos que pertenece a Macri, impulsor de esta y tantas otras causas contra CFK. Otro elogio al realismo mágico, donde lo extraño e irreal se vuelve común. Los jueces que revisarán la condena son Mariano Borinsky y Gustavo Hornos: el primero fue al menos 16 veces a la quinta de Olivos a reunirse con Macri y jugar al paddle, el segundo 6 veces entre Olivos y la Casa Rosada.

Este pelotón de fusilamiento tuvo por objeto desde el principio estigmatizar a un espacio político y a quien tiene mayor representación en es espacio”, dijo Cristina. Y les dejó un mensaje fuerte a los jueces. No sólo describió como se transformaron en la continuidad de las Fuerzas Armadas para obturar y bloquear los resortes democráticos, sino que les advirtió algo mucho más importante: al igual que los militares, los jueces y fiscales del lawfare son apenas mano de obra de los sectores concentrados de la economía, que los utilizan como herramientas para la persecución de dirigentes políticos que pongan en discusión sus privilegios y apunten a distribuir la riqueza. El lawfare es económico.

Esa advertencia de CFK a los jueces y fiscales tiene sentido. Si la Argentina fue y es un ejemplo en el juzgamiento de militares por crímenes de lesa humanidad, está lejos de poder decir lo mismo sobre condenas a empresarios. Hay 1.088 militares condenados por delitos de lesa humanidad pero apenas un empresario y algunos ejecutivos de la Ford.

Por esas casualidades de la historia, el juez Julián Ercolini es el impulsor de este expediente por el cuál buscan condenar y proscribir a Cristina y fue el mismo que sobreseyó a Héctor Magnetto, Ernestina Herrera de Noble y Bartolomé Mitre en la causa Papel Prensa. A los genocidas Jorge Videla y Eduardo Massera no tuvo que sobreseerlos: demoraron tanto la causa que tuvieron impunidad biológica. Pero a los dueños de Clarín y La Nación, beneficiarios del secuestro de la familia Graiver y sus allegados, que fueron cómplices de la tortura de Lidia Papaleo de Graiver y del asesinato de Jorge Rubinstein, y en un expediente plagado de pruebas, el juez Ercolini los dejó libres de culpa y cargo sin siquiera llamarlos a indagatoria. Con Cristina la historia fue otra: elevó la causa a juicio oral sin ninguna prueba más que las tapas de Clarín.

La historia de Cristina com Comodoro Py tiene muchos pasajes de realismo mágico. Desde el misterioso bolillero por el cuál todas las causas contra ella recalaban por sorteo en el juzgado de Claudio Bonadio, las 8 indagatorias que tuvo que afrontar en un mismo día, la aparición de un chofer que supuestamente escribía en unos cuadernos que fueron quemados pero luego resucitados cual ave fénix, un fiscal que llevó excavadoras a la Patagonia para dejarla como un queso gruyere en busca de un PBI enterrado, una acusación de traición a la Patria pese a que nunca el país estuvo en guerra, y tantas otras. A esta altura ya queda claro, sin embargo, que el peor crimen del lawfare no es la persecución judicial sino, parafraseando a Rodolfo Walsh, el sometimiento de millones a la miseria planificada. Los encargados de la persecución, vaticinó Cristina hoy, serán juzgados; los beneficiarios finales, advirtió, no.

Por Ali Lijarad

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