La historia secreta del Pacto de Olivos, el acuerdo entre Menem y Alfonsín que hizo posible la reelección

Historia 14 de noviembre de 2022
TSHND5XZV5ABTA6SUBAHMW4MGQ

El domingo 3 de octubre de 1993 la sociedad concurrió nuevamente a las urnas para elegir legisladores nacionales. En ese momento el presidente Carlos Saúl Menem transitaba uno de sus mejores momentos en el gobierno. Con la designación de Domingo Felipe Cavallo como Ministro de Economía, Obras y Servicios Públicos, el 1° de marzo de 1991, la inflación que desesperaba a la población comenzó a ceder abruptamente; el “uno a uno” (paridad peso-dólar) y el celo del Banco Central por la disciplina en cuanto a la emisión monetaria, más la rigidez del gasto público, a groso modo, generaron un ciclo de confianza en la población y los inversores extranjeros pocas veces visto en la Argentina. Detrás vinieron las privatizaciones y con dificultades el país comenzó a mover su anquilosada estructura. El país observaba cómo crecía una ola de respetabilidad y confianza de la que carecía desde mucho tiempo antes en el exterior. Los referentes más importantes del mundo ponderaban la política de Menem y su Ministro con palabras que sorprendían. Hablaban de resultados “impresionantes”. De ahí a la consigna de campaña del justicialismo “Vote para adelante” había solo un paso.

El 3 de octubre el gobierno obtuvo un respaldo muy grande. El resultado electoral fue arrollador y le permitió quedar al borde de la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados (126 bancas sobre 257) y la Unión Cívica Radical salió segunda con 83; el Modin del teniente coronel Aldo Rico 4 escaños y la derecha, representada por la UCEDE, fue la gran derrotada al perder 4 diputados con su tan solo 2,6% de respaldo. Como botón de muestra vale decir que el peronista riojano Erman González, primer candidato a diputado “porteño” le ganó a Martha Mercader, la respetada escritora y candidata radical, nada menos que en la Capital Federal. ¿Y en la provincia de Buenos Aires? El peronista Alberto “Beto” Pierri obtuvo el 48,1% por sobre el legendario dirigente alfonsinista Federico “Fredy” Storani (25,9%). En resumen, entre la mayoría en diputados y los dos tercios en la Cámara de Senadores, Menem podía gobernar con tranquilidad lo que le quedaba de su período. Al decir de “Pepe” Comas, corresponsal de “El País” de España, era un resultado similar al que había tenido Hipólito Yrigoyen en los años 20.

Esa noche del domingo 3, al celebrar la victoria, Menem hizo referencia a una reforma de la Constitución Nacional. No había sorpresas, en definitiva el ex presidente Alfonsín, con elevados disfraces y su Tercer Movimiento Histórico, había pretendido lo mismo. Y si no ¿para qué era ese organismo, Consejo de Consolidación de la Democracia, que creó durante su gestión? Lo que sucedió fue que el 6 de septiembre de 1987 todo se desplomó con su derrota electoral en las elecciones legislativas. En los días posteriores los rumores que hablaban de una reforma constitucional con las fuerzas políticas o la posibilidad de convocar a un referéndum a la ciudadanía para que opine sobre la cuestión crecieron hora a hora.

El 14 de octubre de 1993 fue una jornada propia para la película “El día que paralizaron la tierra” de 1951, donde el personaje central exclamaba “Klaatu barada nikto”. En el mediodía el presidente de la Nación estaba jugando golf en la residencia de Olivos cuando sintió un cosquilleo en su brazo, luego un desvanecimiento. El doctor Ramón Leiguarda, un reconocido neurólogo, fue llamado de urgencia y Menem fue llevado al Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, donde bajo la batuta del riojano Luis De la Fuente fue curado de una obstrucción de la arteria carótida interna derecha. Hasta que termino todo el proceso operatorio a las 23.45, la jornada estuvo plagada de malos presagios. Esa tarde, mientras la gente pugnaba por entrar al sanatorio con diferentes motivos, la sociedad vivió un clima de ansiedad paralizante, mientras los operadores del mercado no dejaban de hablar por teléfono y las acciones de YPF bajaban también en la Bolsa de Nueva York.

Menem, de 63 años, debido a su internación no viajó a una cumbre presidencial en Santiago de Chile. Durante sus días posoperatorios, el 16 de octubre Raúl Alfonsín fue a visitarlo y ahí dio una opinión favorable a una reforma constitucional, con el senador Eduardo Menem como único testigo. Entre buenos deseos y subterfugios, desde el justicialismo y el radicalismo comenzaron los tanteos, o lo que se denomina “el poroteo”. Varios gobernadores radicales se inclinaban por la idea, lo mismo que algunos legisladores. Entre otros el rionegrino Horacio Massaccesi (candidato presidencial en 1995) y el chubutense Carlos Maestro Tartera (el que habrá de decirle a Fernando de la Rúa, en 2001, que debe renunciar). Luego el Senado aprobó con dos tercios la necesidad de la reforma. Mientras Alfonsín surfeaba entre las distintas alas de su centenario partido, Menem saco el decreto 2181/93 estableciendo una consulta popular voluntaria sobre la necesidad de una reforma constitucional para el 21 de noviembre y el radicalismo comienza a crujir… y ahí apareció Enrique “Coti” Nosiglia, en ese entonces el principal “operador” de Alfonsín, un orfebre del boca a boca entre cortinados. “Si no arreglamos con Menem se nos desbanda el partido” comentará el ex mandatario mientras comía un asado con vino blanco.

Te puede interesar: Espíen a Menem: el periodista argentino que trabajó para la Inteligencia checoslovaca durante la década del 90

Luego entra en escena el dirigente gastronómico Luis Barrionuevo, uno de los considerados apóstoles de la campaña presidencial de 1988-1989 y martillea en la cabeza presidencial: “Carlos, te aseguro que la reelección va a salir en un acuerdo con los radicales”. Con estos consejos “Luisito” o “Pepe bandeja” volvía a la corte después de mucho tiempo de ausencia. Con la simpleza que lo caracterizaba, Menem le respondió: “Luisito, si vos lográs que eso salga adelante, te nombramos el Gardel del peronismo”. Todo esto le fue relatado, días más tarde, al periodista estrella de Ámbito Financiero, durante una larga charla mantenida en la localidad bonaerense de San Martín, el sábado 6 de noviembre de 1993.

El 2 de noviembre “Coti” y “Luisito” se sientan y comienzan a imaginar el encuentro. Barrionuevo pensaba en la reelección presidencial, mientras Nosiglia arrobaba la idea con argumentos que escuchaba en el domicilio de Alfonsín de la avenida Santa Fe. Alguno que otro le llegaban de otros lados, por ejemplo José Luis “El Chupete” Manzano, desde los Estados Unidos, mientras se deslizaba hacia los brazos de su detestado reaganismo (abandonando la socialdemocracia), aconsejó lo del tercer senador por la minoría. Alfonsín se mostraba predispuesto a negociar después del 12 de noviembre. Este día debía realizarse la convención radical en Parque Norte y ambicionaba volver a presidir el partido. Una jugada de este nivel podía arruinar su sueño. Según “Coti” la cumbre no se podía demorar porque entre la convención y el referéndum había muy poco tiempo para negociar y “nos pueden meter un supositorio”.

Entre las ideas y vueltas los dos operadores vuelven a comunicarse y acuerdan cerrar la operación. Ahora comienza la travesía de “Luisito”. ¿Dónde está Menem? “El Flaco” Miguel Ángel Vicco, ya alejado del entourage presidencial desde 1991, aunque seguía en las cercanías, está junto con otros funcionarios y amigos de Menem en el Jockey Club de San Isidro porque corría “Potriclaro” cuyo dueño, se decía, era Julio Mera Figueroa, y otros dirán que era de Menem. Estábamos (yo era uno de ellos) en la tribuna oficial, con saco y corbata. También estaban Don Jorge Antonio, Mera Figueroa, seguramente Armando Gostanian y “el ruso” Sofovich, Ramón Hernández y Vicco. Miro hacia la pista y observo a Barrionuevo con camisa de sport, sin saco, discutiendo con una persona. Gritando que debía hablar con el Presidente. Vicco –que estaba al tanto de lo que sucedía por “Luisito”—observa, se acerca a Menem y le dice con esa brutalidad con que a veces se expresaba: “Decime ¡no querés volver a ser Presidente?” Menem le contesta que sí y Vicco, con sus nervios a cuestas, aconseja: “Bueno, está Luis que te trae un mensaje importante, que lo dejen entrar”. Una vez que se encontró con el Presidente le transmitió el visto bueno de Alfonsín y quedaron en verse el viernes. Finalmente, la reunión se adelanta para el día jueves 4 de noviembre porque el jefe radical debía viajar (ese viernes 5) a Tucumán.

La reunión clave que conduciría a la reforma constitucional se llevó a cabo en la casa privada del ex canciller alfonsinista Dante Mario Caputo, en Olivos, que se encontraba cumpliendo una de sus tantas faenas rentadas en el exterior. Con el paso de los años, en 1995 Caputo fue echado del radicalismo por apoyar al FREPASO y más tarde adhirió al Partido Socialista Popular. Alfonsín llegó acompañado por el misionero Mario Lozada, hasta ese momento presidente del radicalismo y Nosiglia. El Presidente fue acompañado por Eduardo Duhalde, Barrionuevo y Eduardo Bauza. Todos los asistentes, salvo Alfonsín, Menem, “Coti” y “Luisito”, fueron sorprendidos, anoticiados minutos antes de cuál sería el motivo del encuentro en lo de Caputo. Por ejemplo, Duhalde llegó en helicóptero a Olivos desde La Plata creyendo que iba a jugar al tenis. De allí, entonces, que lucía un jogging y refulgentes zapatillas blancas Adidas. Al verlo entrar en el chalé de Olivos, Menem le preguntó, con sutil sorna: “¿Cabezón, esta es una reunión histórica, tenías que venir con zapatillas?” El gobernador bonaerense se atajo: “Son zapatillas nuevas”. El dueño de casa, mirándolo a Barrionuevo le pregunta: “¿No hay problema en que venga Eduardo, no?”. Los cuatro fueron a lo de Caputo en el auto presidencial conducido por Ramón Hernández. “El flaco” Bauzá no salía de su enojo, apenas sabía algo pero no era el gestor del encuentro. Por eso cuando llego al lugar de la reunión le dice a “Coti” que lo había traicionado y, como era su estilo, le pegó suavemente en el estómago.

La cumbre en lo de Caputo no duró más de media hora y antes se había convenido que no se iban a profundizar los temas. Para los justicialistas la cuestión era la reelección y Alfonsín apenas merodeó la figura del Primer Ministro a la que Menem llamó “ministro coordinador”. Lo importante era lo que significaba el mano a mano en la casa de Caputo y su esposa Anne Morel. Se despidieron y quedaron en formar una comisión para acordar los puntos a tratar en la reforma. Lo que más tarde se denominaría “el núcleo de coincidencias básicas”.

Cuando volvieron a Olivos conversaron sobre lo que se venía en la Argentina. Antes de retornar a La Plata, Duhalde le comentó a Barrionuevo: “Que dos grandes estadistas que tenemos, con Menem y Alfonsín”. Sin disimulo, “Pepe Bandeja” le contesto: “Claro, pero estos dos te acaban de cagar”. Claro, hasta ese momento, según Bauzá, Duhalde era el candidato “natural” del peronismo para suceder a Menem en 1995 y terminaba de serlo.

A pesar de acordar la confidencialidad del encuentro en Olivos, el lunes 8 de noviembre Ámbito Financiero publicó la noticia. Su director Julio A. Ramos estaba en Europa y desde allí solo objetó la palabra “histórico” del título. Ante la noticia el mundo político se conmovió. El 12, sin el apoyo de los dos tercios de la convención, Alfonsín fue nombrado titular de la UCR y el 14 de noviembre de 1993 se reconocen públicamente las gestiones tendientes al cambio constitucional. Por el justicialismo aparecen, principalmente, Eduardo Menem, Carlos Vladimiro Corach y Alberto García Lema. La reforma de la Constitución Nacional comenzaba a tomar forma.

Infobae

Te puede interesar