Suspensión de las PASO, interna abierta en JxC y "variante 2003"

Actualidad 19 de octubre de 2022
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Escondido entre otros textuales más gancheros, Mauricio Macri lanzó la advertencia en on para que tomaran nota solo los interesados: si suspenden las PASO hacemos una interna abierta en Juntos por el Cambio y listo, sostuvo el pasado jueves. Para hacerla completa, aclaró que sería con boleta única. La jugada dispara múltiples análisis y hace un valioso aporte a las vacilaciones del oficialismo sobre la conveniencia de avanzar con el tema.

Más allá de los dilemas internos en torno a las múltiples candidaturas que el Frente de Todos necesita definir el año próximo en las urnas, el motor de la idea siempre fue claro: sin las PASO el ordenamiento de la fuerza opositora, pendiente desde la derrota de 2019, se transformaría en una quimera. La hipotética fractura de JxC ante el choque de proyectos abriría una hendija en el pesimismo generalizado que cunde en el oficailismo en torno a su futuro electoral. La "variante 2003" suena para muchos a única alternativa posible. Separar al electorado en cuartos, quintos o sextos y, al menos asegurarse, la chance de jugar por el premio mayor en un balotaje.

Frente a esto, la respuesta de Macri sube la apuesta. El espacio opositor pasaría a hacer de la participación un tema central de campaña, con la idea de ocupar el lugar dejado vacante voluntariamente por el oficailismo. "Ellos desprecian la voz de la gente, nosotros nos sometemos a su veredicto". Principismo puro. En ese juego, y sobre todo para las nunca fenecidas chances de Macri, cuantos más precandidatos, mejor. Cómo si se tratara de una ley de lemas.

Ante la amenaza de que el radicalismo fuera a hacer valer su chapa de partido político con todas las letras en esa hipotética interna, Macri podría soñar con una ayudita de su enemiga íntima predilecta, con quien tiene un pacto no escrito de supervivencia mutua. El kircherismo, no cuesta imaginarlo, se vería tentado de inmiscuirse en el debate ajeno para promover al demonio. En tiempos modernos, la segunda vuelta porteña en la que Rodríguez Larreta transpiró para ganarle a Lousteau es un buen antecedente. El de rulos sumó todos y cada uno de los votos que el peronismo había obtenido en la primera vuelta.

Al ser abierta (otra cosa sería un suicidio para Macri) se habilitaría un juego de insospechadas consecuencias. "Que jueguen los titulares", "el año que viene deberían competir Macri y Cristina". Esas, entre otras frases, coincidieron, por pura casualidad, en las últimas semanas en la boca de adalides K y M. Se sabe: Macri podría ganarle una segunda vuelta a una sola persona del padrón electoral argentino. Y Cristina también. Solo necesitan inventar la forma de llegar a esa final. A eso juegan todos los que viven de la grieta.

Las vapuleadas PASO guardan en la S de "simultáneas" una de sus características más profundas: si quiero influir en la interna del vecino, pierdo la chance de jugar en la mía. Ese solo detalle impidió que esos vicios de la política hayan formado parte de un sistema electoral que tiene muchos más beneficios en la teoría política que en los hechos.

La tentación peronista de jugar en la casa del vecino también esconde un riesgo: cuanta más gente votara en esa eventual primaria abierta, más se incrementaría el capital de Juntos por el Cambio de cara a las presidenciales. Involuntariamente, engordarían las chances de la oposición en general, independientemente de las intenciones en particular.

Unos y otros, entonces, deberán medir muy bien los pasos a seguir en torno a la anulación de las PASO, ese invento agentino que todos saben que no cumple el objetivo con el que se presentaron en sociedad pero que a la vez resultan prácticas para la salud de la democracia argentina, como una suerte de efecto no deseado positivo.

En silencio, Alberto Fernández mira y sonríe. Su poder en la coalición oficialista, si es que alguna vez existió, se redujo drásticamente. Sólo le queda capacidad de daño. Con retacear un par de puñados de votos en Diputados obturaría cualquier deseo de concretar el plan al mismo tiempo que, declamando transparencia, haría todavía más compleja la complicadísima interna oficalista. 

Por Gabriel Buttazzoni * BaeNegocios

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