Pese a las ganancias récord el campo destruye puestos de trabajo formales

Recursos Humanos 05 de junio de 2022
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Con precios internacionales históricamente altos, márgenes brutos récords y niveles de arrendamientos exorbitantes, el sector agropecuario no solo no crea empleo formal en la misma proporción sino que en los últimos dos años en promedio lo contrajo. Pese a la promesa de generar unos 700.000 puestos de trabajo de cara al 2025, el sector agropecuario destruyó desde febrero del 2020, previo al arribo de COVID-19, unos 5500 empleos asalariados registrados. Junto con el financiero, es uno de los dos únicos sectores que registran caídas en el nivel de empleo formal.

En cada planteo sobre medidas para desacoplar los precios internos, que golpean los bolsillos de los hogares, de las cotizaciones internacionales de los granos, el sector agroexportador plantea como solución --en buena medida acompañada por algunos funcionarios del Gobierno nacional-- un incremento en la producción para salvar esa brecha. La argumentación se sustenta en la falaz idea de que la menor intervención estatal en el mercado agropecuario genera incremento de la producción y, por lo tanto, mayor oferta interna, empleo y baja de los precios. 

La última década demostró también cómo el incremento en la producción solo elevó la oferta internacional, porque la decisión del sector sigue siendo privilegiar el mercado externo, con lo cual los precios nunca bajan. Pero tampoco crean empleo. Al menos, no formal. El sector rural registra una "informalidad" laboral que alcanza a tres de cada cuatro trabajadores de ese segmento.

Ganancia versus empleo formal
En su proyecto presentado al equipo económico ni bien asumió el gobierno de Alberto Fernández, el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) promete que, con una serie de reformas (principalmente subsidios estatales para inversión y eliminación de retenciones) se crearían 700.000 empleos genuinos. Ese derrame, prometían antes de la pandemia, iba a ser el derivado de mejoras en los rendimientos, que impulsarían las decisiones de inversión. 

Desde entonces (febrero 2020), el segmento agropecuario en su conjunto evidencia la destrucción de 5488 empleos asalariados formales, lo que representa una contracción en los últimos dos años de 1,5 por ciento, según revela un informe del Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI) del Ministerio de Desarrollo Productivo. Ni siquiera los subsectores que mejores resultados operativos evidenciaron en los últimos dos años, como oleaginosos y cerealeras y producción de carne vacuna, registran niveles de mejora de empleo significativos. Ni siquiera sumadas estos tres grandes rubros, se llega a compensar la pérdida promedio de toda la actividad. 

De acuerdo con el panorama de Situación y Evolución del Trabajo Registrado (SIPA) del Ministerio de Trabajo, en términos interanuales, "el empleo registrado evidenció en el último año un aumento del 4,6 por ciento (551.300 personas) desempeño que se explicó principalmente por las expansiones de 217.200 personas en el trabajo asalariado privado". "En cambio, los únicos sectores en retroceso fueron intermediación financiera (-1,3 por ciento) y agricultura y ganadería (-0,5 por ciento)",agrega el informe oficial de la cartera laboral. 

Si se analiza por rama de actividad, dentro del sector agropecuario, las mayores pérdidas de empleo respecto de la pre-pandemia fueron el cultivo de tabaco (5035 puestos menos), de yerba mate (759 menos), de frutas (2298 menos), de manzanas y peras (2968 menos) y de vid para vinificar (3898 menos).  Incluso, la mejora explosiva en precios y rindes de las principales segmentos agropecuarios exportables tampoco "derramó" en igual medida en la creación de empleo asalariado genuino.

En la campaña 2021/22, tras la recuperación económica mundial, los precios de los commodities subieron con fuerza, pero en distinta magnitud. Los precios a cosecha de la soja y el maíz  aumentaron por encima del trigo. En la campaña 2022/23 continuaron los incrementos de precios, alcanzando máximos históricos en términos nominales", señala el informe que difundió la semana pasada el Instituto de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. En el último año el cultivo de soja sumó en el país apenas 916 puestos formales, seguido por cereales, con 630 empleos nuevos y cría de ganado bovino, con 594 trabajadores más. 

Los números distan con la situación de la actividad manufacturera, donde los principales rubros productivos evidencian 66.496 puestos asalariados formales más que antes de la pandemia, de los cuales 40.052 se crearon solo en el último año. Sólo la industrialización nacional de alimentos, vinculada con la cadena agropecuaria, acumuló una creación neta de 9492 empleos. 

Precios altos, en el cielo
Mientras el sector se resiste a las medidas de desacople de precios, las cotizaciones internacionales de los granos siguen por las nubes y afectan los valores de los alimentos en góndola. Las perspectivas de corto y mediano plazo dan cuenta de que se mantendrán los actuales niveles de precios y ganancias. 

De acuerdo con el informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, durante el último año los precios internacionales, y en consecuencia los domésticos, "registraron una dinámica muy particular". "En cuestión de un año se alcanzaron precios históricos, en términos nominales,  para algunos cultivos. Todos los productos registraron aumentos significativos de precios, aunque el trigo es el cultivo que mayor incremento en la 
comparación inter-campaña, con el impulso otorgado por la invasión de Rusia a Ucrania", señala el informe.

La suba en los precios de los granos, pese a la queja empresaria, supera incluso el incremento en los costos. No obstante, impacta de distinta manera según el tamaño de la unidad productiva. "El aumento en los gastos de comercialización, costos directos, influenciados por el incremento significativo del precio de los fertilizantes, y costos de transporte elevan el nivel de inversión necesaria para iniciar la actividad generando barreras de entrada financieras", agrega el informe de la entidad bursátil.

"En este marco, a nivel nacional los márgenes brutos de la campaña 2022/23 aumentan en relación a la  campaña previa, con la excepción del maíz, aunque en menor proporción a la suba de precios. El incremento de costos producto del contexto internacional recorta significativamente los efectos de los altos precios  sobre la rentabilidad de los productores", sostiene la Bolsa cerealera. 

Los cultivos de cosecha gruesa son los que presentan los mayores márgenes,mostrándose como las opciones más competitivas en la mayor parte de las zonas del país. "El girasol y la soja dominarían en este aspecto, favorecidos por el menor nivel de inversión necesaria en un contexto de alta incertidumbre", agrega.

Nota: eldestapeweb.com

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