Vinos argentinos en China: el plan de las bodegas para facturar millones

Actualidad 31 de mayo de 2022
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En la Argentina que tiene más asignaturas en la columna del debe que del haber, el sector vitivinícola exhibe una singular capacidad para trabajar en conjunto, un espíritu de equipo que promueve alianzas internas y favorece la expansión del producto allende las fronteras. 
Se trata de una cadena forjada sobre la base del eslabonamiento del rol de los productores, los bodegueros, los especialistas, las entidades provinciales y nacionales, y los órganos de difusión que apuntan todos los cañones a la conquista de nuevos mercados.

La estrategia es compleja, sopesa bienes concretos y también valores culturales que juegan su partido a la hora de comerciar en el exterior. "Tenemos toda la oferta de las bodegas de la Argentina y eso tiene una parte tangible y otra intangible. La parte tangible son básicamente los productos, las variedades, con el malbec a la cabeza, que es la mitad de lo que se exporta. Pero el país ahora también está tratando de mostrar diversidad. Dejar en claro que somos bastante más que malbec", cuenta Maximiliano Hernández Toso, presidente de Wines Of Argentina (WOFA), el ente dedicado a la promoción del vino argentino en el exterior.

La otra dimensión de la diversidad que se está tratando de mostrar son las regiones. "Es un trabajo más a largo plazo y donde Europa es líder. Lo nuestro va de los viñedos que hay sobre la costa atlántica hasta los Andes, desde Jujuy a la Patagonia", explica el directivo a APERTURA.

    
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El vino tiene, de alguna manera, un glamour del que otros productos carecen. Lo envuelve una atmósfera en la cual caben las historias, las experiencias, el relato junto al fuego, la charla distendida. Es decir, se puede presentar ante el público de otra manera, más elegante y sofisticada que, digamos, una lata de arvejas.

 
Hernández Toso resalta entonces que buscan "entregar como parte de esa oferta toda la parte cualitativa soft, que son los valores de la industria del vino en la Argentina. En ese aspecto estamos mostrando el rol de las mujeres, con la campaña Women of Argentina. También cosas que son relacionadas a nuestra cultura y las que se lleva un visitante cuando recorre las diferentes regiones de la Argentina, obviamente para el turismo".

El vino argentino de exportación tiene mercados maduros, tradicionales, y otros con gran potencial, pero donde la presencia aún es escasa. Las plazas ya aseguradas son Estados Unidos, Reino Unido, Brasil, Canadá y los Países Bajos. El gran desafío a mediano plazo es hacer pie en China, "que hace 20 años no importaba vinos y se transformó en el tercer destino mundial", señala Hernández Toso. 
Los datos duros nos ayudan a comprender el mapa del mercado. De acuerdo con las cifras del Laboratorio Estadístico del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), la Argentina logró su mayor valor en la historia para las exportaciones de vinos fraccionados en el 2021 con US$ 817 millones, y superó el récord anterior logrado en 2012 de US$ 786 millones. Además, volvió a romper la barrera de los US$ 1000 millones si se suman las exportaciones de fraccionados, granel y mostos concentrados.

El estandarte como variedad es a todas luces el malbec, que el año pasado ganó un 11 por ciento en la torta mundial con respecto al 2020. Según datos oficiales, el 62 por ciento de las exportaciones de vinos argentinos corresponden a este varietal, seguido por el cabernet sauvignon, allá lejos con el 10 por ciento. Por otra parte, prima la venta al exterior del vino tinto en todas sus variantes, tanto que representa el 80 por ciento de lo comercializado, contra un 15,92 por ciento del blanco; y 3,87 por ciento del rosado. 

OBSTÁCULOS
La industria del vino en la Argentina enfrenta varios obstáculos a la hora de salir al mercado: aranceles en los destinos de exportación, retenciones fronteras adentro, amplia brecha cambiaria e inconvenientes de logística en el plano local e internacional, que se agravaron como consecuencia de la pandemia.

La competencia afuera es desigual. Chile, que ha construido un sistema económico de mercado y lubrica la firma de tratados de libre comercio, ingresa con arancel cero en muchos de los destinos en los que también desembarca la Argentina.

"Cuando uno escucha las charlas en la vendimia saltan estos problemas como las retenciones para exportar y los aranceles para entrar a algunos mercados. Pero lo más importante es la brecha cambiaria, ya que cuando un exportador vende, ese dólar entra por el Banco Central y se lo pagan a precio oficial, cuando la brecha con el paralelo está en el 80 por ciento", se lamenta Hernández Toso.

Y agrega: "Luego están las ineficiencias. Ahí se cuentan las que están por afuera de la industria, como el transporte, ya que nosotros estamos lejos de los puertos. También la disponibilidad y el costo de botellas o de otros insumos que hace que se reste competitividad. Eso nos ha dejado afuera en la última década del negocio de mayor volumen. Ahí se pierde mucho".

En el rubro aranceles entra a jugar la competencia del Gobierno para negociar mejores condiciones. José Zuccardi, presidente de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar) y bodeguero, explica que "siempre pedimos y articulamos con Cancillería mejores niveles de acuerdos internacionales. Chile tiene niveles de acuerdos muy agresivos. Ellos pagan cero en México y nosotros 16 por ciento; en China también entran con cero, y nosotros con 14 por ciento".


Las diferencias con el competidor trasandino tienen también otro cariz. Martín Silvestre Hinojosa, presidente del Instituto Vitivinícola Argentino, tiene claro el panorama: "Es un tema complejo. Chile tiene una diferencia muy grande con Argentina. El nuestro es uno de los pocos países vitivinícolas con un mercado interno fuerte. De cada cuatro botellas que se producen, tres se venden acá y una se exporta. Con lo cual el potencial exportador es muy grande. En Chile la relación es inversa. O lo exportan o lo exportan, no les queda otra. La situación argentina permite que pequeñas bodegas produzcan. Tal vez hacen 30.000 botellas y tienen un mercado interno en el cual siempre es más fácil empezar. Son vitiviniculturas distintas. Necesitan estar muy afilados en el tema exportador. El modelo es distinto porque su vitivinicultura es diferente".

En materia de retenciones el Gobierno aplicó un esquema diferenciado de acuerdo con el nivel de facturación de cada bodega. "El vino argentino tiene tres categorías de retenciones -grafica Daniel Rada, presidente del Observatorio Vitivinícola Argentino-. Aquellas bodegas que exportan hasta US$ 500.000 por año, están exentas. Son muchas. Después están las que facturan entre US$ 500.000 y US$ 1 millón, que pagan la mitad del arancel (2,25 por ciento); y abonan el 4,5 por ciento las que facturan más de US$ 1 millón".

El directivo cuenta que "hace tiempo que se está gestionando la eliminación de ese impuesto, pero por ahora la única respuesta que hubo fue esta segmentación". Y se lamenta porque la vitivinicultura quedó al margen de la quita de retenciones a los productos de las economías regionales, política aplicada por el Gobierno en diciembre del año pasado. "No entró el vino porque la argumentación fue que había tenido un aumento del reintegro por lo cual había una compensación por otra vía y no por la vía del derecho de exportación".

Claro que existen otros puntos de vista al respecto. Hinojosa brinda su versión: "Hace 15 años que se viene pidiendo las mejoras en los reintegros y el año pasado se duplicaron. Pasaron de 3,25 a 7 por ciento. Por primera vez a las PyMEs que exportaban hasta US$ 500.000 se les hizo una reducción del 100 por ciento. Y a las que exportaban entre US$ 500.000 y US$ 1.000.000, la baja fue del 50%. De cada cuatro bodegas exportadoras, tres no pagan impuestos o pagan la mitad. ¿Qué reclama el sector? Que el beneficio sea para todos. Para las grandes bodegas la ecuación da 7 por ciento de reintegros contra 4,5 por ciento de derechos de exportación. Para las pymes es mucho más positivo aún".

La logística es, hoy por hoy, un fierro caliente en una economía global pospandémica que retacea contenedores, a caballo de un incipiente proceso inflacionario que multiplica los precios. El impacto para exportar les llega a todos, incluso a quienes venden vino a granel.

"Desde hace muchos años venimos marcando el mayor costo logístico que tienen nuestros vinos en toda la Argentina. Eso por la ubicación nuestra en el mundo. Ahora con estas complicaciones, faltan contenedores, se atrasaron muchos embarques. Tenemos retrasado un mes de ventas", subraya José Bartolucci, presidente de la Cámara Argentina de Vinos a Granel.

Y añade: "Además, en algunos mercados se ha duplicado en dólares el valor. Estamos en etapa de estudio. Sabemos que hay algunos vinos a granel que no se van a poder trasladar en el mundo por los costos. Hay veces en que cuesta más la logística que el producto".

Los graneleros igual están satisfechos. Le bajaron la persiana al 2021 con muy buenos números. "Culminamos con un 65 por ciento de vinos fraccionados y un 35 por ciento de vinos a granel, y esos porcentajes son los que tienen países líderes como España, Francia e Italia -argumenta Bartolucci-. El objetivo es que la Argentina participe en un 8 por ciento del mercado mundial de vinos a granel. Esto significaría exportar 250 millones de litros de vino a granel por año".

VENTANAS
El perfil competitivo del vino argentino en el exterior nace a partir de la organización. El Plan Estratégico Vitivinícola es algo así como la columna vertebral del sistema, y la fiscalización de toda la cadena por parte de los organismos estatales ofrece un certificado de garantía de calidad.

El plan, explica José Zuccardi, tiene tres ejes: la promoción del vino en la Argentina, la presencia en el mundo y la integración de los productores. "A raíz de eso se crea la corporación. Nos autoimponemos un tributo que pagamos las bodegas obligatoriamente. Con ese fondo gestionamos el plan. La corporación es un organismo público no estatal, pero interviene el Estado nacional a través del INTA, del Instituto Vitivinícola y de las Cámaras del sector", recalca el empresario.

"El vino argentino ha crecido mucho. De hecho el año pasado tuvimos una mejora. Los valores exportados en vinos embotellados fueron los más altos de la historia de argentina: crecimos 20 por ciento en facturación. La imagen del vino argentino se ha ido consolidando de manera satisfactoria en el mundo", dice Zuccardi.

A partir de esta posición es que se abren ventanas de oportunidad para el vino argentino en el exterior. Dentro del sector crece sin prisa y sin pausa el vino orgánico, que gana espacio en el mercado local y también tiene cada vez más clientes en el resto del mundo.

"Los vinos orgánicos ya no son una moda, es una tendencia. Entonces hay que trabajar en toda la cadena, desde lo productivo hasta lo industrial, para poder proveer de vinos orgánicos al mundo", enfatiza Martín Silvestre Hinojosa.

La carrera recién comienza. La Argentina viñatera tiene el 3 por ciento de su superficie implantada con viñedos orgánicos, mientras que en Francia ya ocupan el 17 por ciento y crecen dos puntos porcentuales por año. "Con todas las empresas que hablo que comercializan vino orgánico me dan todas la misma respuesta: no cubren la demanda. Por eso nosotros estamos acercando a los productores programas del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca que permiten y ayudan en la certificación. Hay que certificar que la uva y la bodega sean orgánicas", señala Hinojosa.

En el último año el consumo interno total de vinos orgánicos fue de 167.125 litros, con un crecimiento superior a 5000 por ciento en relación con 2018 (2970 litros). Se exportaron más de 10 millones de litros de vinos orgánicos certificados, un 24 por ciento más que en 2019.

La Unión Europea (UE) sigue siendo el principal destino con 64 por ciento, seguido por el Reino Unido (14 por ciento), Suiza (3 por ciento) y Japón (2 por ciento). Dentro de la UE, Dinamarca y Suecia importan más de 4,5 millones de litros, casi 50 por ciento del consumo internacional de los vinos orgánicos argentinos.

Ser productor orgánico demanda tiempo y esfuerzo. La finca tiene que estar trabajada exclusivamente bajo esa modalidad. "Es un asunto más técnico y hay un protocolo que las certificadoras internacionales controlan y auditan para cumplir con las normas. Luego de tres años certifican que la finca es orgánica. Limpiar la finca demora tres años", aclara Hinojosa.

 LA PROMESA
La gran promesa del comercio exterior en todos los rubros es China. Hacer pie en ese mercado implica multiplicar la facturación hasta cifras impensadas. Pero la tarea no es tan sencilla y el vino da allí su lucha para ganar un palmo de terreno.

En el último año China representó apenas el 3,34 por ciento de las exportaciones de vino de la Argentina con un total de 23,5 millones de litros y un valor cercano a los US$ 30 millones. Muy lejos del 27,6 por ciento que compró Estados Unidos o el 15 por ciento del Reino Unido.

El primer gran problema en torno a la competitividad es, una vez más, el arancel del 14 por ciento que pagan los vinos argentinos frente al ingreso libre de los vinos chilenos. "Es muy particular el caso del vino en China. Si uno ve una botella de vino argentino que se puede comprar en Miami, Nueva York, San Pablo o Buenos Aires, los precios no van a variar mucho. Pero en China siempre va a costar el doble o el triple", cuenta Sergio Spadone, presidente de la Cámara Argentino-China.

La gran pregunta de siempre frente al mercado chino es si, en caso de abrirse sus puertas, la producción local estará a la altura de las circunstancias para satisfacer una demanda que se antoja descomunal. "Para satisfacer un crecimiento de la demanda China estaríamos hablando de más o menos 100 millones de litros más,  lEque tendrían que aparecer. Con cosechas y comercialización normales no están los stocks para satisfacer esa demanda", tranquiliza Rada, del Observatorio Vitivinícola Argentino.

Spadone explica que el camino por recorrer es largo. "Somos el quinto productor mundial de vinos y en China estamos en el puesto 11 o 12. Vendemos muy poco, no más de US$ 30 millones. Es una cifra muy pequeña comparada con todo lo que exporta la Argentina y con el mercado interno".

El texto original de esta nota fue publicado en el número 341 de la revista Apertura

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