La opresión de la plutarquia

Economía 03 de mayo de 2022
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En el ranking de los multimillonarios del mundo aparecen fortunas que en los diez primeros lugares se acercan al PBI de países periféricos de desarrollo medio. El nivel de concentración y centralización del capital y la riqueza ha crecido sin cesar en los últimos cuarenta años de la mundialización del régimen del liberalismo neo. Un documento conjunto de CEPA y FES da cuenta de la fortuna de los empresarios más ricos de Argentina, algunos de los cuales acumulan patrimonios que superan los 300 millones de dólares, otros más de 500 millones de esa misma moneda. Algunos superan los 1.000 millones. Los casos de Luis Pagani y familia y Paolo Rocca y familia dan cuenta de niveles de fortuna mayúsculos con un nivel cercano a los 6.000 millones de patrimonio el primero y superior a los 12000 millones el segundo. Pagani (ARCOR) y Rocca (TECHINT) tienen un rol muy activo en el poder corporativo patronal, jugando un papel decisivo en AEA. Además, la empresa de tubos sin costura lideró el reciente proceso de captura de la UIA por parte del empresariado concentrado, subordinándola  al paradigma del proyecto económico y político de la Asociación Empresaria Argentina de cuño neoliberal extremo.

La investigación titulada Estructura corporativa y riqueza en la Argentina, realizada por Hernán Letcher, Julia Strada y Leandro González, arriba, entre otras, a las siguientes conclusiones sobre las familias empresarias más ricas del país:

  • En primer lugar, todas operan en posiciones estratégicas en los sectores en que se desempeñan. Así detentan el poder del manejo de los precios del mercado interno y de una mayor capacidad para apropiarse de la renta.
  • Tienen inserción exportadora, lo que les permite manejo y disposición de divisas.
  • Sus entramados productivos se han ido diversificando crecientemente hacia los sectores más favorables y rentables en cada una de las etapas históricas, por ejemplo, servicios financieros, explotación agropecuaria, servicios públicos privatizados, producción de bienes de consumo masivo con demanda perfectamente inelástica (o sea imprescindibles para la vida diaria de la población).
  • Han acometido procesos de transnacionalización de sus estructuras societarias, vinculadas con operaciones al exterior, y a sociedades vehículo, muchas de ellas, además con posesión de sociedades en guaridas fiscales. Es decir que desplegaron una lógica de arquitectura empresarial adecuada a procesos de fuga de capitales, la reducción, elusión o evasión del pago de impuestos, restando recursos al proceso de inversión interna y al presupuesto nacional.

El libremercado como poder de la plutocracia
La concentración de la riqueza y del poder en Argentina queda patentizada por las conclusiones del estudio. Tanto como para dar un contundente apoyo a la afirmación de la inexistencia de condiciones competitivas en una economía mercantil como la actual. Por la presencia de un poder económico de concentración extrema en los eslabones fundamentales de las cadenas de producción-distribución de los bienes fundamentales de la economía, como por un poder de mercado de la oferta de bienes y servicios esenciales para el consumo y la producción que adquiere cada vez más dominio frente a la demanda.

En estas condiciones, el reclamo de la no intervención del Estado en la determinación de los precios está la pretensión de una oligarquía diversificada del poder económico privado de establecer los precios de la economía que le permitan acceder a maximizar las ganancias no sólo por la dinámica de la economía, sino también porque esa dinámica ha llegado a establecer condiciones que permiten que la abstención de intervención estatal haga posible el dominio y establecimiento de las líneas fundamentales de la economía coyuntural y del proyecto de desarrollo por parte de un conjunto de familias poderosas. Entre estas cuestiones la distribución del ingreso. La inflación actual es parte de una estrategia del presente para consolidar el retroceso en los ingresos populares que produjo el macrismo.

Los desarrollos del capitalismo liberal neo a nivel internacional también operan con los mismos rasgos que en Argentina, el crecimiento exponencial de unos cientos de multimillonarios con conductas de diversificación productiva hacia los sectores más rentables de cada etapa y la ingeniería empresarial para garantizar el menor aporte tributario son características del orden global y no sólo argentinas.

En este contexto es que en la actualidad se despliega en el país una ofensiva política contra el establecimiento de nuevos impuestos o el aumento de los que están. Con una gravísima situación generada por la oposición de las corporaciones de los ricos a elevar los derechos de exportación a los productos de las cadenas agroindustriales exportadoras. El objetivo es evitar el desacople de los precios locales de los internacionales. Siendo esos derechos el instrumento más eficaz para lograr ese objetivo, debe asumirse que la movilización plutocrática es para impedir el desacople. Por lo tanto es ingenuo pensar que quienes se rebelan contra las retenciones, aceptarán divorciar los precios internos de los del mercado mundial por otra vía. El resultado de la sublevación oligárquica contra los impuestos y los derechos de exportación no tiene otra intención que aprovechar la guerra para provocar una intensificación de la polarización social. Las mismas razones los guían para combatir la intervención del Estado en la determinación de precios.

Con liberalismo no hay democracia

El poder económico concentrado en tan pocas familias implica que la desintervención estatal en la economía ha de devenir en el vaciamiento del gobierno ciudadano. Del gobierno de la voluntad general. La destrucción del poder estatal para organizar su presupuesto, sobre la base de racionalizar la recaudación de fondos para asumir el nivel del gasto social que posibilite la realización del programa que el pueblo definió, y la violación sistemática de las disposiciones gubernamentales para ordenar el sistema de precios, constituyen una estrategia de apropiación del poder efectivo por parte de una minoría. Es una estrategia destituyente de la democracia. Esta es un régimen en el que los destinos de una nación son definidos por la ciudadanía y no por los mercados. Si estos últimos tienen un nivel de concentración tal que generan un poder para el control de la economía por una plutocracia, entonces no hay condiciones para la convivencia entre democracia y liberalismo económico. En este estado de situación el intento de consensuar con quienes se han determinado a no someterse a la legislación dispuesta y a evitar la introducción de las modificaciones que las coyunturas determinen, es aceptar imposición de poderes privados sobre el poder popular. Consensuar con el poder real bajo estos términos es transigir en recortar cada vez más el ejercicio efectivo del gobierno por las autoridades electas.

El cercenamiento de la libertad

Los debates sobre la libertad, valor fundamental de la dignidad humana, se remiten a varios siglos atrás. Los liberales han entendido la libertad como la no intromisión del Estado en la esfera privada en la vida de los individuos, y han ubicado a la economía en ese ámbito. En esa concepción el liberalismo desde su nacimiento entiende lo que han denominado “poder absoluto” como el mal radical, el poder siempre debe ser limitado y condicionado. Este es el corazón de su concepción de la “libertad”. Consustanciada con esta visión está la predominancia de los derechos civiles sobre cualquier otro tipo de derechos humanos. No importa quién ejerza el poder político sino el carácter del mismo. Su legitimidad de origen no es la cuestión fundamental, el “poder absoluto” podría ser ejercido por un tirano, un monarca o un Presidente electo en las urnas. En cambio los demócratas han puesto el acento en la legitimidad de origen, y si la voluntad general del pueblo define un proyecto de intervención estatal en la economía, el cumplimiento de esa voluntad es la cuestión central de la libertad, porque ésta tiene como clave la decisión de los pueblos sobre su destino, su autonomía. Los socialistas han subrayado la libertad como liberación de la miseria, para ambas corrientes la libertad es un valor esencial e inseparable de la igualdad, los demócratas con énfasis en la igualdad en los derechos políticos, los socialistas en los derechos sociales. El peronismo en Argentina ha dado forma a su cercanía con los valores de ambas igualdades en las consignas de soberanía política y justicia social.

La preeminencia del derecho de propiedad por sobre los derechos políticos, los económicos y los sociales, presume que el derecho al goce de la propiedad es constitutivo de la libertad con precedencia a la democracia política y al derecho a una vida digna. Con el grado de concentración de los medios de producción en la economía actual el enfoque liberal supone el debilitamiento de la democracia y el ejercicio pleno del poder del gran empresariado sobre la vida de toda la ciudadanía que la vigencia del derecho de propiedad ilimitado habilita. Lo que entienden por libertad es conducente a la construcción de una gravísima y creciente desigualdad. El divorcio entre libertad e igualdad significa la degradación de la libertad como valor humano.

Sostiene Kari Polanyi Levitt en De la gran trasnformación a la gran financiarización (FCE, 2018) que es una falacia obvia “la idea que el liberalismo económico y la libre empresa son la manera de expandir la libertad personal. Esta idea que muchos de nosotros creímos que estaba bien y verdaderamente desacreditada, ha renacido como filosofía de la nueva derecha”. Las raíces de ese liberalismo provienen de la época “en que emerge Europa del feudalismo y cunde el reclamo de que el pueblo debe tener derecho a los frutos de su propio trabajo, de que los campesinos y no los terratenientes deben poseer los frutos del sudor de su frente. Esta era la forma de abogar por los derechos de propiedad sobre los derechos del privilegio de los tiranos feudales. La extensión de esos derechos de propiedad al gigantesco e impersonal ámbito de los acumuladores de capital, de las corporaciones y bancos transnacionales, es extraña y totalmente inaceptable”. Es inaceptable entonces la imposición del liberalismo económico por parte del poder económico concentrado, que en forma brutal y expuesta acontece hoy en Argentina.

La versión contemporánea es el liberalismo neo, que se manifiesta en contra de la igualdad sustantiva, recurriendo a la lógica de la igualdad de oportunidades. Esta última es un concepto reducido a la igualdad ante la ley, mientras la primera brega por la actividad social del Estado para cerrar la brecha de las condiciones de vida recortando y eliminando las diferencias sociales. Desconcentrar y despolarizar es construir una sociedad justa. El Estado activo y la autonomía de la política es la clave para llevar adelante ese objetivo. Por otra parte es la ciudadanía, el pueblo mismo, el que debe definir un plan de desarrollo y sus gobiernos los que instrumentan con el cumplimiento del mandato esa decisión. La democracia no es la constitución de gobiernos con el rol de una policía que garantiza el  del funcionamiento “libre” de los mercados concentrados y dispone una buena administración de ese objetivo. Eso es una máscara, una formalidad encubridora de una realidad que es su contrario. Una opacidad fatal. Que termina en el desprestigio, interpelación y responsabilización del encubridor y protege al poder encubierto.

Hayek fijo la batalla contra la igualdad y la planificación económica como la batalla central contra el totalitarismo. El concepto de “totalitarismo democrático”, aquél que pretendía ampliar la esfera de la política a la economía, fue construido como proyecto a destruir por los fundadores de la forma nueva de ejercicio del liberalismo económico en las sociedades con predominio monopólico y mercado con empresas que dominan la oferta.

Confrontación

El proyecto antiintervencionista de poder concentrado con su rebelión (anti)tributaria y su pretensión de manejar los precios a su antojo se complacen del injerencismo del FMI y sus exigencias de reducción del déficit y amputación de la política monetaria como instrumento soberano en el manejo de la economía por parte del Estado. La confluencia de los dueños del poder económico con la Fuerza Monetaria Internacional tiene el sello del liberalismo neo. Libertades económicas: de precios, de tasas de interés, de regulaciones institucionales, de reducción de la participación empresaria del Estado.

A la minoría plutocrática hay que enfrentarla con el poder de la movilización y organización popular. Es imprescindible mirar hacia ese lado y recomponer sus ingresos para construir la voluntad y el apoyo de la ciudadanía, para dar la batalla contra el intento destituyente de la democracia, entendida como gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, revalorizándola como contenido frente a su intento de devaluación que pretende convertirla en un procedimiento formal.  Esa recomposición de los ingresos de sectores populares asalariados y de otras asignaciones fijas no debe ser hecha a plazos sino como un shock. Porque no es sólo, ni principalmente de orden económico. Es de orden político. Y sobre todo un imperativo ético.

Por Guillermo Wierzba

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