Jaque Doble y suicidio del ego de Milei

Actualidad11/09/2025
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En ajedrez, “en jaque” significa que el rey está amenazado de captura y el jugador debe responder moviéndolo, bloqueando la amenaza o capturando la pieza atacante. En cambio, el jaque doble se da cuando un solo movimiento activa dos amenazas simultáneas contra el rey, lo que lo convierte en un recurso casi imparable, ya que no puede bloquearse ni eliminarse de manera conjunta al adversario, dejando como única opción posible el movimiento del propio rey.

Esa, metafóricamente, es la situación del gobierno de Javier Milei hoy, amenazado por el frente económico y el político. Cualquiera de sus movimientos puede empeorar su situación y acercarlo a un jaque mate final que no desean ni quienes votaron en su contra el domingo. Si se pudiera, el mensaje de las urnas traducir sería “corregí y seguí”, pero no tiene cómo corregir. Por eso enfrenta un doble jaque, en economía: devalúa él, ahora o después, o devalúa el mercado; y en política: es él o su hermana, que también es él.

Se le pide a Milei que para sobrevivir cambie su identidad, un suicidio del ego, que aquel loco a quien se aplaudía se convierta ahora en un cuerdo. Hasta los periodistas oficialistas ahora le reclaman que sea moderado y político lo que es en esencia un oxímoron, algo imposible, demostrando una bipolaridad social, más marcada en algunos periodistas, la cual también fue causa de la emergencia de Milei en 2023. La locura es compartida, no es solo de él. Siempre se dice en terapias cognitivas y de familia que cuando hay un objeto enloquecedor, el que enloquece no necesariamente es el más patológico. 

En el plano económico, como veníamos adelantando desde estas columnas, los mercados leyeron que al Gobierno se le iba a complicar mantener proyecto que le da altísimas ganancias al sistema financiero a costa de ajustes permanentes a la población y endeudamiento internacional. Esto hizo que el riesgo país alcance los 1100 puntos, la bolsa se desplomaran el 13%, las acciones en Wall Street cayeran un 20% y que el dólar haya subido a 1425 pesos, un 3,3%. Parece un chiste para Karina Milei.

El Gobierno ratificó el rumbo económico y ahora debe demostrar que puede sostenerlo. Sin embargo, si no da muestra de ningún tipo de sensibilidad social, puede elevar la conflictividad y precipitar su crisis. Si, por el contrario, pegara un volantazo en su política económica -por ejemplo, mañana vencen letras por siete billones de pesos-, pueden generar una corrida cambiaria que termine dejando al Gobierno no solo sin reservas, lo que lo coloca en la situación de default e incumplimiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI), sino un brote inflacionario.

En el plano político, el Gobierno cometió el primer error después de la derrota. Es decir, movió la primera ficha y quedó en un jaque más comprometido. Anunció la conformación de una mesa política presidida por él e integrada por Karina Milei, Martín Menem, Guillermo Francos, Santiago Caputo, Manuel Adorni y Patrica Bullrich. Es una mesa que no tiene ningún cambio. Es decir, son las personas que ya se venían haciendo cargo de Gobierno y fueron derrotadas en las elecciones. Y Karina y Martín Menem son quienes tienen duras acusaciones de corrupción.

En la segunda parte del anuncio de la mesa política, se explica que el Presidente instruyó a Francos para que inicie un diálogo con los gobernadores. Esto en resumidas cuentas es que nuevamente el Gobierno intentará comprar votos de los gobernadores en el Congreso para evitar nuevas derrotas parlamentarias. Ahora, en particular, la oposición ya dio media sanción en el Senado a la ley que regula los DNUs. Si el Gobierno no llega al tercio que lo ayude a blindar sus vetos y la oposición logra aprobar en Diputados esta ley, va hacia una forma de cohabitación, gobernando en práctica paridad con el Congreso. Es eso lo que busca evitar y veremos con que fortuna lo logra.

Sin embargo, luego de esta derrota y de la conformación de una mesa política tan poco creíble, Milei deberá mostrar generosidad fiscal a la hora de atraer a los gobernadores. Estamos hablando de obras públicas, puntos coparticipables y giros reservados a las provincias. Si efectivamente le saliera bien esa jugada se desprenden dos preguntas. Con una diferencia de 13 puntos en la provincia que contiene al 40% de los argentinos, ¿alcanza esto para revertirla? Y en consecuencia, ¿alcanza para frenar una corrida o esta es inevitable, antes o después de octubre?

Por otro lado, el Gobierno está atravesando una dura interna entre el ala dirigida por Santiago Caputo y el ala conducida por Karina Milei. Esto hace que luego de la derrota se está desatando una pelea por asignar culpas. Efectivamente la derrota fue conducida por el sector de Karina Milei, aunque la diferencia hace suponer que, independientemente de cuál haya sido la táctica electoral, fuera inevitable. Pero el problema no fue la campaña sino el propio presidente, sus políticas y su carácter. Santiago Caputo y los influencers que quedaron fuera de las candidaturas de Karina son aún más belicosos y confrontativos oralmente que los Menem.

A esta interna, Milei decidió tratar de diluirla en la mesa política. Ahora no es un triángulo de hierro, es un heptágono de hierro. Habrá que ver si ese es el metal. Habrá más personas para discutir el rumbo del país y se intentará contener las diferencias entre Caputo y Karina. Es decir, el Presidente no optó por ninguno de los bandos. Simplemente tratará de suavizar la interna. Es probable que él sea parte de los dos bandos. Es una suerte de perpetuación del status quo que no se relaciona con el nivel de rechazo al Gobierno que se expresó en las urnas. El problema no son las internas, es el Presidente.

Otra forma de doble jaque incluye ahora además de Milei la situación política de la oposición, para lo cual tenemos que recurrir a una noción poco común en el ajedrez: jaque mutuo. En ajedrez, el jaque mutuo es una expresión que suena intrigante, como si los dos reyes pudieran estar amenazados al mismo tiempo. Pero en realidad, en las reglas clásicas del juego, esto es imposible, pero vamos a tomarlo metafóricamente como una especie de “intercambio de jaques”.

Y si bien el “jaque mutuo” en el ajedrez clásico es más un concepto teórico que no puede existir porque las reglas no lo admiten, lo que sí existe son secuencias de jaques cruzados, donde la partida se vuelve un intercambio de amenazas rápidas y espectaculares. El término, aunque impreciso, sobrevive porque expresa bien la tensión dramática de esos momentos en los que parece que nadie está a salvo y a nosotros nos sirve para explicar la situación de Axel Kicillof, Cristina Kirchner, los gobernadores y el centro político.

El gran ganador de la jornada del domingo y primer presidenciable de la oposición ya lo dijimos es el gobernador de la provincia de Buenos Aires. Kicillof desafió a Cristina con el desdoblamiento de la elección bonaerense y con esto ganó dos cosas: una imagen de autonomía frente al electorado, clave para ser un presidenciable, sobre todo luego del fallido gobierno de Alberto Fernández y el odio de La Cámpora, algo muy complicado si se quiere hegemonizar el peronismo, porque es la primera minoría del movimiento justicialista.

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Si Kicillof profundiza su autonomía de Cristina, corre el riesgo de que el kirchnerismo decida jugar por fuera de su armado y presenten su propio candidato a presidente en 2027. Si no continua en su camino emancipatorio, será difícil que convenza a otras fuerzas políticas, en particular a los gobernadores de la renovación de sus propuestas con respecto al kirchnerismo, un movimiento repudiado por buena parte de la población, particularmente en el interior del país.

Kicillof debe transformar la frase de "sin Cristina no se puede y con Cristina sola no alcanza" en “con la mayoría de los gobernadores y la oposición de centro detrás mío me alcanza, si quiere Cristina sumar es bienvenida”. En esta línea son interesantes las comunicaciones de los gobernadores de Provincias Unidas felicitando a Kicillof por la victoria. ¿Está naciendo una nueva alternativa? Una pregunta que queda flotando en el aire.

Los gobernadores ahora intentarán ser tentados por el Gobierno, que sabe de las dificultades de caja que tienen los mandatarios provinciales, con amplios sectores de la población pasando necesidades. Si se acercan demasiado a Milei, pueden ser parte de los repudiados en una nueva elección por el efecto contagio de los libertarios. Si no se acercan, pueden perder una ayuda paliativa necesaria, aunque esto los alejaría de la construcción de una alternativa contraria al Gobierno, eventualmente junto a Kicillof.

Además, deberán ver cómo evoluciona la distancia entre Kicillof y el kirchnerismo. El gobernador cordobés Martín Llaryora por ejemplo, gobierna una provincia totalmente antikirchnerista. El centro político dirigido por el exgobernador cordobés Juan Schiaretti y con figuras como Facundo Manes o Martín Lousteau tienen el riesgo de quedar atrapados en la polarización. Si no tienen ningún gesto con Kicillof y les va mal en las elecciones de octubre, luego será difícil poder acercarse para construir una alternativa. Si se acercan demasiado, pueden quedar como una colateral de Fuerza Patria y perjudicar su resultado en octubre.

En el fondo, el problema es profundo. No se sabe si ahora en octubre se está yendo a una simple elección de doble término o se está reconfigurando el tablero político para un post mileísmo anticipado, una especie de PASO de presidenciables de 2027 y hasta, incluso, frente a una Gobierno que tal vez corra el riesgo de no poder llegar al final de su mandato, una alternativa anticipada de gobernabilidad. Es decir, el doble jaque del Gobierno precipita a su vez, jaques simultáneos en la oposición. Se aceleran los tiempos y no se sabe si estamos a mitad de la partida de ajedrez o en el principio de su final.

Además, la oposición tampoco logra canalizar los principales sentimientos en la población. En la elección bonaerense, por tomar los últimos comicios de este año, no fueron a votar más de 5 millones de personas. Es decir, si el ausentismo fuese un partido, hubiese ganado por casi dos millones de votos. En la misma línea, si los votos blancos e impugnados hubiesen hecho un frente, serían tercera fuerza con más de 680 mil votos, más de 250 mil que la coalición de centro, Somos Buenos Aires. El sentimiento de hastío y apatía no fue revertido. Este sentimiento lo había logrado invocar Javier Milei. La oposición no logró sintonizarlo y tiene la fuerza de generar una alternativa política más extraña que el propio Milei de cara al 2027, y la crisis de representación no fue resuelta.

Cuando la única opción disponible es interponer una pieza que inevitablemente será capturada, se produce lo que se llama un "sacrificio defensivo" o “sacrificio obligado”. En este caso, la pieza se coloca como un escudo temporal que detiene el jaque, pero a costa de perder material. Esta maniobra suele verse en posiciones desesperadas, donde prolongar la partida es la prioridad, aunque en ocasiones puede abrir la puerta a un contraataque o generar una oportunidad táctica inesperada. No es un recurso elegante ni buscado, pero refleja una de las enseñanzas centrales del juego: la defensa del rey siempre es la prioridad absoluta, incluso si eso implica sacrificar parte del ejército.

Esa es la situación en la que nos encontramos los argentinos. Si el Gobierno cayera de manera anticipada, los mercados harán que el dólar se dispare, habrá default, inflación y recesión. Eso es igual a millones de personas sin trabajo y expulsadas bajo la línea de pobreza. Si el Gobierno sigue, se continúa con un modelo que hiere permanentemente a los sectores productivos y al sector de la población más vulnerable. ¿Hay alguna salida que no implique más sacrificios? Parece que no.

La situación de la población también se podría explicar según los escenarios "perder-perder" de la teoría de los juegos. En la teoría de juegos, una situación de “perder-perder” se da cuando, sin importar la estrategia que adopten los jugadores, todos terminan en un resultado negativo. Es decir, no hay manera de salir beneficiado; cada decisión conduce a una pérdida. Este tipo de escenarios se encuentra principalmente en juegos de suma no positiva, donde el beneficio de un jugador no compensa la pérdida del otro, y en conflictos donde la racionalidad individual choca con el interés colectivo.

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Un ejemplo clásico es el dilema del prisionero que mencionamos varias veces. Si ambos prisioneros deciden traicionar al otro, ambos reciben un castigo mayor que si hubieran cooperado. Aquí, la búsqueda del interés propio termina perjudicando a los dos: es una situación de perder-perder. Otro caso típico son las guerras o negociaciones fallidas, donde cada bando toma medidas defensivas o agresivas que aumentan el daño total, en lugar de buscar un acuerdo que minimice las pérdidas.

Estas situaciones muestran que la racionalidad estrictamente individual puede ser contraproducente. Cada jugador actúa intentando protegerse o maximizar su beneficio, pero al no coordinarse ni prever la reacción del otro, ambos terminan peor. Por eso, los juegos perder-perder subrayan la importancia de la cooperación, la comunicación y el diseño de incentivos para lograr resultados más equilibrados.

El mejor ejemplo son los gobernadores que se opusieron al Gobierno ya antes de las elecciones promoviendo las votaciones en su contra en el Congreso. Serían quienes, al mismo tiempo, sufrirían una caída anticipada del Gobierno por las consecuencias que tendría en las economías de sus propios distritos. ¿Por qué decidimos todo esto? Porque evidentemente hay que cambiar de juego. En una situación en la que todos estamos en jaque, hay que agarrar el manual de reglas del ajedrez y reescribirlo, por decirlo de algún modo.

El Gobierno debe entender que su proyecto político como gobierno refundacional que viene a cambiar de raíz la cultura y la matriz político-económica argentina se quedó sin sustento. Llegó a ser un gobierno que nos alertó sobre la importancia del equilibrio fiscal, los trastornos que genera la emisión y los riesgos que trae una casta política alejada de la vida de la población, una enseñanza que no pudo aplicar. Debe construir la plataforma hacia una transición ordenada a otra etapa del país. Esto le puede dar futuro político, porque en Argentina todos tienen revancha. Pueden dar fe dirigentes como Patricia Bullrich y Federico Sturzenegger.

El Gobierno debería cambiar para sobrevivir y de esta manera, hacer que todos salgamos del jaque en el que estamos. Cristina Kirchner debe aceptar el recambio generacional y ofrecer su experiencia como consejera, algo que le sugirió Pepe Mujica meses antes de morir. Los gobernadores deben empezar un diálogo sobre un proyecto de país viable en medio de una crisis con muchas dificultades, pero en un país que tiene una potencialidad enorme vinculada a sus recursos naturales y humanos. A los periodistas nos toca informar y analizar sin fanatismos y a la población, involucrarse más que nunca. La apatía y desinterés solo profundizan la crisis.

Por Jorge Fontevecchia con producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi / Perfil

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