Perplexity y los 34,500 millones por Chrome: ¿dónde está el truco?

Actualidad18/08/2025
Perplexity-and-Chrome-Dall·E-1024x781

En pleno agosto, Perplexity, valorada en unos 18,000 millones de dólares en su última ronda de financiación, ha sorprendido al mundo presentando una oferta no solicitada de 34,500 millones en metálico por el navegador Chrome de Google, el líder del mercado con una cuota de alrededor del 68%.

Un movimiento que, si no se interpretara en clave demencial, parecería una obra de aritmética delirante: plantearse ofrecer casi el doble de lo que uno vale por comprar lo que usamos para navegar. Pero no, no estamos en un sketch: la maniobra llega en un contexto muy real de presión antimonopolio sobre Alphabet, y ese es el pulso que posiblemente convenga rastrear.

Hace un año, el juez Amit Mehta determinó que Google mantenía un monopolio ilegal en el buscador; ahora, su sentencia sobre posibles remedios podría obligar a Google a vender Chrome, esa puerta ineludible a Internet. En aquel momento, algunos medios publicaron que Chrome podría llegar a valer 20,000 millones de dólares, aunque en la práctica, muchos lo valoran en bastante más, hasta el punto de considerar la oferta de Perplexity como una bola baja. En ese escenario, Perplexity se presenta como «operador independiente capaz», dispuesto a preservar Chromium como proyecto abierto, mantener Google como buscador predeterminado y aportar 3.000 millones en dos años para desarrollo.

Ahora bien: ¿cuáles son las probabilidades reales de que esta oferta tenga algún recorrido? El tribunal aún no ha decidido el remedio, aunque se esperan noticias antes de fin de mes. Algunos analistas opinan que es más plausible que se impongan medidas como prohibir prácticas predeterminadas, antes que imponer una venta forzosa completa. Además, parece improbable que Alphabet acepte someter uno de sus activos clave, porque tal escenario «podría hacer obsoleto Chrome» y «exponer a ciberataques a miles de millones de usuarios», según advertencias internas de una Google que ha dicho que litigará hasta el último recurso.

Si nos atrevemos a poner cifras a estas probabilidades, diría que podría llegar a haber un 20% de probabilidad de que el tribunal imponga la venta, pero tan solo un 5% de que lo haga y que Google lo acepte, y hasta un 75% de que, como suele pasar, todo quede en pequeñas correcciones regulatorias. Pero incluso ese 5% constituye una posibilidad que ilumina las ansias disruptivas de Perplexity.

¿Y la lógica de poner tanto dinero sobre la mesa si no tienen en absoluto recursos para ello? Pues precisamente porque al hacerlo están diseñando un acto mediático: un ejercicio de «publicidad por oferta estrambótica». Nadie espera que Perplexity tenga los fondos por sí misma; pero la compañía asegura que «múltiples grandes fondos» estarían dispuestos a respaldar la operación. La jugada es tan psicológica como financiera: proyectar ambición, visibilidad, legitimidad. Si el entorno regulatorio se mueve, aunque sea ligeramente, ellos ya estarán colocados frente al espejo del poder.

¿Qué ganaría Perplexity si, contra todo pronóstico, el trato prosperase? Básicamente, acceso cuasi-instantáneo a 3,500 millones de usuarios globales, el control del nexo principal del tráfico web, un asiento en el centro de la economía de las búsquedas y una plataforma para integrar inteligencia artificial conversacional directamente en el navegador. Es una jugada de frontera: convertir un buscador convencional en un agente inteligente conversando contigo desde su barra de navegación. Que es lo han intentado con Comet y seguramente sea el futuro de la navegación en la red, sí… pero claro, no es lo mismo intentarlo con un recién llegado que aplicarlo al navegador líder absoluto de mercado.

¿Cómo presentaría semejante operación al mundo? Seguramente como un acto civilizatorio: un mensaje abierto al tribunal y al público de que «tenemos una solución distinta al problema del dominio de las big tech, y no implica romperlo todo, sino colocar Chrome en manos capaces y respetuosas». El relato sería de «continuidad con innovación», de «protección del usuario» y de «respeto al código abierto». Que no me parece que Perplexity sea la mejor situada para defender esos valores porque más parece estar dispuesta a apostar por el mismo modelo de publicidad hipersegmentada que ya conocemos, pero en fin.

De hecho, la ironía no nos abandona: un navegador que no está en venta, una startup sin billetes que ofrece más de lo que ella misma vale, y un país que regula con voluntad que ingresa en catarsis narrativa. Bienvenidos a esta era donde lo improbable se anuncia con pompa, y, a veces, basta para alterar el silencio del statu quo. En un mundo así, la extravagancia se convierte en estrategia… y hasta en noticia.

Nota:https://www.enriquedans.com/

Te puede interesar
Lo más visto

Suscríbete al newsletter para recibir periódicamente las novedades en tu email